La desviación del tabique nasal no constituye un problema de salud grave, pero puede tener un importante impacto sobre la calidad de vida de quien la sufre, si afecta a su respiración, agrava su rinitis o provoca sinusitis.

Para tratarla existen diferentes opciones, adaptadas a cada caso, y si estas no resultan puede llegar a ser necesaria la cirugía. No obstante, ha de ser siempre la última opción. “Operar al paciente se ofrece como una última alternativa, salvo que sea un caso severo”, indica el Dr. Álvaro Sánchez Barrueco, especialista del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario General de Villalba, integrado en la red sanitaria pública madrileña.

“Tiene que haber una convivencia entre tener una desviación y una sintomatología suficiente como para operarse”, apunta, indicando que, previamente, se recurre a tratamientos farmacológicos, principalmente sprays nasales. “Si el paciente no mejora, es entonces cuando la cirugía tiene sentido”, afirma, y siempre es éste quien decide si puede convivir con los síntomas asociados o si prefiere corregir la situación en quirófano.

Aunque no son intervenciones complejas, sí hay que tener en cuenta que, como cualquier otra intervención quirúrgica conlleva un riesgo y “no hay que perderle nunca el respeto”, recuerda.

Septoplastia y rinoplastia

A la hora de intervenir la nariz hay dos tipos de técnicas: la septoplastia y la rinoplastia. “La primera está centrada, fundamentalmente, en la salud y se basa en la corrección unitaria del tabique nasal”, aclara el Dr. Sánchez Barrueco.

La rinoplastia o septorrinoplastia, sin embargo, puede tener fines funcionales o solamente estéticos, y se centra en la corrección de la pirámide y la punta nasal, es decir, el conjunto del hueso y el cartílago.

“Se pueden presentar problemas en la forma nasal que sean meramente estéticos y que no afecten a la respiración de la persona”, precisa este especialista.

Por el contrario, puede existir una severa desviación del tabique no perceptible físicamente, pero que perjudica la salud del paciente, imposibilitando que respire de forma adecuada. Es entonces cuando se recomienda una septoplastia, al igual que cuando la deformidad externa de la nariz implica la desviación del tabique a nivel interno.

“El objetivo de la intervención es que la nariz funcione bien y el paciente tenga una adecuada respiración nasal”, resalta este otorrinolaringólogo, que también sostiene que “si la nariz está globalmente desviada, deberá corregirse, pero siempre con un fin funcional”.

Dr. Álvaro Sánchez Barrueco

No dolorosa, pero sí incómoda

La septoplastia es una de las cirugías más habituales en Otorrinolaringología. En ella pueden usarse distintos dispositivos como el fotóforo, el endoscopio o el microscopio, que es el que emplea este hospital madrileño por las múltiples ventajas que ofrece.

Aunque no es una operación dolorosa, los primeros días de postoperatorio resultan incómodos, ya que el paciente tiene sensación de sufrir una fuerte congestión nasal. “En la mayoría de los casos solemos taponar la nariz para evitar el sangrado”, comenta el Dr. Sánchez Barrueco, lo que, además de ser molesto, puede asustar al paciente. El tapón se retira, no obstante, a las 24-48 horas y, poco a poco, la congestión nasal va disminuyendo.

Formación para perfeccionar la técnica

La formación en este tipo de intervenciones es clave y la razón por la cual el Hospital Universitario General de Villalba ha celebrado la XI edición del Curso de Septoplastia Microscópica.

“El objetivo es formar de manera específica a profesionales en este tipo de cirugía, pero también enseñar a los médicos residentes”, resume el Dr. Sánchez Barrueco, también organizador de la iniciativa.

A su juicio, la formación constante de los cirujanos es clave. “Nuestra responsabilidad es con las personas, de forma que tenemos que estar muy seguros de lo que hacemos, lo que atestigua la importancia de actualizar conocimientos de forma permanente”, subraya.

La calidad del curso radica en sus aspectos teóricos, pero tiene una orientación eminentemente práctica, con cirugía en directo.  

El microscopio que se emplea permite realizar intervenciones mínimamente invasivas y ver todo el proceso, con zoom, en una pantalla. “Se observa todo lo que ve el cirujano y se discute cada aspecto de la operación”, indica este especialista.

Esto implica una gran diferencia respecto a otras formaciones centradas en la misma técnica, pero realizadas con un fotóforo, un dispositivo con una luz que se coloca el cirujano en la frente, ya que este solo permite la visión de quien opera y dificulta la del resto de personas. 

No obstante, la clave del éxito, que atestigua el interés que despierta la iniciativa en especialistas de distintos hospitales nacionales e internacionales, radica también en los voluntarios que permiten que su operación sea objeto de estudio. “Queremos dar las gracias a todos esos pacientes que no han dudado en intervenirse durante un curso de cirugía en directo, ayudando a la docencia en un hospital universitario como el nuestro”, concluye el Dr. Sánchez Barrueco.