La Policía Nacional ha sido tajante: “La normativa vigente no ampara la celebración de este tipo de actividades en estos momentos de confinamiento por el coronavirus. Simplemente es que no lo ampara la normativa vigente que regula el confinamiento”. Así ha explicado la comisaría principal de la Policía Nacional, María Pilar Allue, lo sucedido este Viernes Santo en la catedral de Granada. 


Tal y como ha informado ElPlural.com, la Policía Nacional desalojó la misa que oficiaba el obispo de Granada, el ultra Francisco Javier Martínez. Algo que ha criticado la portavoz adjunta y secretaria general de Vox en el Congreso, Macarena Olona. Olona ha parafraseado la cita "La única Iglesia que ilumina es la que arde" y, a continuación, ha indicado que "hoy no las queman, las vacían". En un hilo de Twitter, ha lamentado que este desalojo se traduce en "el siguiente derecho fundamental suspendido: Libertad de culto".

Nada más lejos de la realidad. No es un ataque a la libertad de culto, sino algo contemplado en la normativa vigente que regula el confinamiento, tal y como ha explicado la Policía Nacional. 

¿Qué ocurrió en la catedral de Granada?

La catedral de Granada tenía abiertas sus puertas la tarde de este viernes y hasta una veintena de fieles fueron entrando en ella para asistir a la misa de Viernes Santo que estaba oficiando el arzbosipo junto con otros prelados.

A mitad de los oficios, efectivos de la Policía Nacional entraron en el recinto y pidieron a los fieles que se marcharan a casa. Todos ellos salieron de uno en uno, tras recibir la comunión, aunque no fueron sancionados. El propio arzobispo informó a los asistentes de que la Policía le había comunicado que debían desalojar la iglesia, pues de lo contrario serían sancionados. 

Polémico obispo

Esta es la última polémica de Francisco Javier Martínez, un prelado ultra que con 37 años se convirtió en obispo auxiliar de Madrid protagonizando una particular lucha contra el aborto. Después, fue obispo de Córdoba, etapa que también cerró con un mal episodio: un cura de su diócesis fue condenado a 11 años por abuso sexual. Ya en Granada, una editorial dependiente de su arzobispado publicó el libro 'Cásate y sé sumisa'. Posteriormente, se puso en duda su gestión en el último escándalo de abusos sexuales y también investigaron la nefasta gestión económica en su diócesis. 

Además de sus controvertidas homilías, fue el primer obispo en sentarse en un banquillo, lo hizo en 2007 por injurias y coacciones a otro religioso.