Adrià Salas (Barcelona, 1985) atiende a ElPlural.com al otro lado del teléfono e inmerso en obras. Nos pide disculpas antes de empezar a hablar con nosotros, como si hicieran falta, con la sencillez de quien entiende la música encima del escenario como otros tantos la sentimos debajo de él: una forma de vivir, un trabajo (en su caso), una excusa para juntarte con tu gente (se me vienen a la cabeza inevitablemente esas personas a las que solo veo en el Viña Rock) y, en última instancia, hasta un antidepresivo.

“Para nosotros mismos es terapéutico tocar. Somos mucho más tranquilos de lo que la gente imagina. No estamos todo el día de jarana”, bromea el entrevistado. “Ese éxtasis y catarsis nos resultan liberadores (…) Entiendo que quien nos escucha lo debe percibir como algo parecido”, añade la voz de la emblemática banda.

Y es que quien escucha a La Pegatina se contagia de ganas, relativiza, y entiende que la vida era otra cosa. Como lo es el éxito. “La gente sabe que somos una fiesta asegurada y nos ve con sus colegas, aunque no se sepan ninguna canción (…) Cuando nos llegan y nos dicen ‘no sois mi estilo, pero me lo he pasado tan bien…’. Eso es el éxito”, asegura el catalán con un mensaje imprescindible ahora que parece que la fama pasa únicamente por llenar el Santiago Bernabéu varias noches seguidas.

Precisamente Madrid, concretamente el WiZink Center, será testigo del último concierto de La Pegatina antes de un parón, el primero en su historia, hasta 2026. A esta cita, marcada en rojo en el calendario por los de Moncada y Reixach, se suma otra que tienen que anunciar, en Barcelona, y que cuentan en exclusiva a este medio: gratis y en un espacio más grande que el Palau St Jordi.

PREGUNTA (P): ¿Cómo os sentís después de más de 20 años rodando?

RESPUESTA (R): Han pasado muchas cosas además de todos los discos, todo lo que hemos viajado… Hemos crecido como una familia y compartido muchas etapas de la vida.

Estamos juntos desde los 18, 19 o 20 años, pero ahora sentimos que estamos en otra edad diferente, algunos son padres… y nos cuesta más estar tanto tiempo de gira. Necesitamos un poco de descanso y enfocar las cosas de otra manera. Esto no quiere decir que vayamos a hacer menos conciertos o menos cosas, pero sí encontrar un equilibrio nuevo que nos funcione para el resto de años que vamos a estar juntos.

P: ¿Podéis afirmar que el parón va a ser solo hasta 2026, o cabe la posibilidad de que se alargue en el tiempo o incluso sea indefinido?

R: Las cosas nunca se saben, pero nuestra idea es esa. Nosotros ya hemos quedado a finales de 2025 para hacer un nuevo disco y girar.

Nos hemos dado unos diez meses para que cada uno haga lo que le apetezca -el parón también tiene que ver con que tenemos algunos proyectos de viajes, estudios, etc- y después volver para hacer un disco sin la presión de hacerlo mientras estamos de gira, al contrario de lo que veníamos haciendo en los últimos años que veníamos de dar conciertos y grabábamos entresemana, en julio o agosto… Ahora queremos volver a tener tiempo para disfrutar de experiencias que luego se puedan convertir en canciones.

P: Ponemos el foco en el Wizink. Al final vosotros sois un grupo muy festivalero y eso también hace que mucha gente os haya visto muchísima veces, sin tener en cuenta a los más fans, que os han acompañado por salas y demás. ¿Qué aliciente tiene el show de Madrid para que estas personas se animen a pagar esa entrada en Madrid, más allá de que es el último concierto antes del parón?

R: El espectáculo va a ser con más colaboraciones, más canciones, más efectos y más de todo de lo habitual. No es lo mismo tocar en un festival, donde te va a ver gente que conoce y gente que no, que en un sitio donde la gente ha pagado una entrada para verte solo a ti. El clima es súper distinto, aunque ambos escenarios estén súper bien. Además, vienen un montón de amigos a colaborar… Por eso la gente repite el Wizink, porque pasan cosas que solo suceden esos días y que todo el mundo recuerda después.

No es lo mismo tocar en un festival que en un sitio donde la gente ha pagado una entrada para verte solo a ti

 

P: ¿No pensasteis en despediros en Barcelona por eso de jugar en casa? Un Palau St Jordi, por ejemplo.

R: Tenemos un plan que todavía no hemos anunciado: un concierto gratuito muy grande en Barcelona. También será especial, pero como llevamos más años tocando en la Ciudad Condal que en Madrid lo hemos decidido así. Pero sí, haremos un concierto gratis en un espacio mucho más grande que el Wizink o el Palau.

P: La política nunca ha sido protagonista en vuestras canciones, aunque tengáis temas con Ska-P, entre otros, y no ocultéis vuestra opinión. ¿Cuál es el secreto de La Pegatina para gustar a todo el mundo o, al menos, que todos se sepan una canción vuestra y la canten a pleno pulmón cuando suena en un festival, una verbena…? No sé si pasa, precisamente, por ese ambiente festivo que os caracteriza.

R: Yo creo que no es más que eso, que a todo el mundo le gusta el baile, la fiesta y pasárselo bien. Vernos a nosotros ahí disfrutándolo también se contagia… Las canciones en sí no siempre sé qué tienen, pero cosas como el acordeón, las melodías, timbres concretos… son cosas que no podemos controlar y suelen gustar.

Y claro, si gustan las canciones es mucho más fácil que la gente venga. Hay grupos cuyos conciertos son increíbles, pero no los escuchas en casa. A mí me pasa. Y viceversa. Hay de todo, Yo creo que La Pegatina es un grupo que a la gente le gusta mucho ver en festivales porque saben que es una fiesta asegurada y va con sus colegas, aunque no les guste ninguna canción (…) Cuando nos llegan y nos dicen ‘no sois mi estilo, pero me lo he pasado tan bien…’ es parte del éxito.

P: ¿Sois conscientes o percibís que hay gente que hace de vuestra música una forma de vida, de afrontar su día a día, de gestionar sus problemas?

R: Imagino que sí… De hecho, para nosotros mismos es terapéutico subir al escenario. Somos mucho más tranquilos de lo que la gente puede imaginar. No estamos todo el día de jarana (risas). Para nosotros ese éxtasis y esa catarsis también son liberadores. Y entiendo que para la gente debe ser algo parecido.

P: Hemos quedado en que no sois una banda política y esto ya lo explicasteis en su momento (muy críticos con Israel y ciñéndose al aspecto musical) pero, con la escalada de tensión, ¿os habéis arrepentido con el paso del tiempo de que Miki Núñez interpretara vuestra canción en Eurovisión cuando el festival se celebró en Tel Aviv?

R: La canción realmente era mía. Lo digo por quitar esa responsabilidad a la banda. Y nos mantenemos en que estamos totalmente en desacuerdo con cualquier país que vulnere los derechos humanos y en que no podemos defender nunca ningún gobierno que cometa un genocidio.

P: ¿Qué mensaje lanzaríais a aquel proyecto de 2003 que, como muchos que después acaban triunfando, nacen siendo un grupo de amigos?

R: No tendría ni una advertencia, ni un consejo para aquellos chavales, porque lo que hemos hecho, creo, es justo lo que había que hacer. Hemos disfrutado mucho de un trayecto que ha sido inmejorable, con sus más y sus menos, pero muy divertido, inspirador y hemos aprendido mucho. Éramos personas que veníamos de un pueblecito, que no habíamos socializado ni viajado tanto, y de repente hemos tenido el privilegio de dar vueltas al mundo y conocer un montón de gente y culturas haciendo lo que te gusta, que es la música.

P: Considero que los grupos grandes -de muchos miembros- dejan otra lección de vida, que pasa por el diálogo, el respeto y una serie de valores que requieren cualquier tipo de relación. ¿Cómo ha gestionado el grupo este aspecto para aguantar 20 años?

R: Bueno… nosotros siempre hemos hablado las cosas por el bien del grupo y cuando uno ha estado mal le hemos apoyado, dejado su espacio…  No hay más gestión. Al principio sí que hacíamos una reunión semanal e intentábamos que todos los componentes estuvieran bien, trabajar todos a la vez y ese tipo de cosas que, ahora con los años, no nos hace falta.

Seguimos hablando, pero de manera más distendida porque ya nos conocemos mucho. Ya somos como las familias, que saben cómo está un miembro sin necesidad de preguntar. En cualquier caso, cuando a uno le hace falta, el resto estamos siempre ahí. Se ha creado un equipo bonito para que cada uno diga lo que siente sin problema y sin que el resto le juzguen, porque todas las opiniones, sentimientos y emociones son válidas en la banda.

Ya somos como las familias, que saben cómo está un miembro sin necesidad de preguntar

 

P: ¿Qué os queda por hacer? Tenéis un documental, un cómic, un juego de ordenador…

R: A nivel profesional muchas cosas porque hay infinidad de proyectos de discos diferentes, muchos espectáculos distintos, muchos viajes que nos fliparía hacer, a África, tocar en Brasil… y otros lugares en los que es mucho más fácil entrar en sus culturas si vas con el grupo. Ideas no son faltan.

P: Una palabra o explicación para:

-Una canción: Muérdeme, por la parte de “Vamos a comernos el mundo”, que dio nombre al cómic y sirvió de premonición de lo que íbamos a hacer cuando casi no habíamos viajado. Refleja muy bien lo que es un grupo de colegas que viajan y demás y que viene un poco a decir que si hay cosas que si las cantas muchas veces terminan siendo un mantra.

-Vuestro momento más especial: Seguramente no sean ni momentos de tocar, sino de conexión, del orgullo de sentir que estáis todos a una. Algo tan simple como reunirte en una cena.

-Una colaboración: A mí me hizo especial ilusión con Amaral, porque era algo que nunca me esperé (…)

-Una que os gustaría hacer: Me quedan muchas (risas) con bandas menos conocidas o de la otra punta del mundo. Y dentro de España con Estopa. Pero para una colabo primero tienen que salir las canciones, lo que no me gusta es forzar las cosas.

-Un mensaje para los fans de La Pegatina más de dos décadas después: Que nos esperen, porque vamos a volver con muchas más ganas y más frescos. A estas alturas ya saben lo que es La Pegatina, así que nada, ¡que se vengan al Wizink a disfrutar!