Cuando el curso pasado el Atlético de Madrid abandonó el sempiterno Vicente Calderón y se instaló en el fastuoso y moderno Wanda Metropolitano, nadie podría imaginar lo que está ocurriendo en la actualidad. En el que es el nuevo feudo rojiblanco se instalaron placas conmemorativas de los mejores jugadores del conjunto colchonero. Una de ellas es la de Thibaut Courtois.

Nadie podía esperar que, prácticamente un año después, el descenso a los infiernos rojiblancos de Thibaut Courtois sería tan meteórico. De héroe a villano. Esto ha sido así debido a su fichaje por el eterno rival este mismo verano. El arquero belga, Guante de Oro del pasado Mundial de Rusia, recaló en la entidad de Concha Espina entre declaraciones de amor al Real Madrid y besos al escudo redondo de la elástica merengue.

La afición rojiblanca no perdona y, desde entonces, la placa de Thibaut en el Wanda Metropolitano es el enemigo público número uno de algunos hinchas colchoneros. En ella han aparecido pintadas con las siglas MHDP (madridista hijo de puta) o manchada con diferentes elementos como cervezas o cáscaras de mandarina, incluso ha tenido que ser custodiada por efectivos de la empresa que vela por la seguridad en los partidos del Atlético en el Wanda