El Congreso de los Diputados aborda este martes una jornada histórica para la imprescriptibilidad de los delitos de pederastia. Se trata de la votación por parte del pleno de la toma en consideración, un primer obstáculo que ha de superar la Cámara para que el objetivo que durante tantos años llevan peleando las víctimas esté más cerca de convertirse en realidad.

Se ajusta más a la comisión de investigación de pederastia en la Iglesia que el Parlament de Cataluña impulsó en febrero de este año para alcanzar la meta de que los delitos de abusos sexuales no prescriban. La cámara catalana acordó que esto fuera así para los hechos más graves, por lo que todavía queda (para el resto de los delitos sexuales contra menores la víctima puede denunciar hasta los 50 años); pero el primer paso está dado, y ahora esperan que a nivel nacional los partidos políticos, ideologías aparte, sean capaces de ponerse de acuerdo para mantener y, de ser posible ampliar este camino.

Miguel Hurtado, actualmente psiquiatra infantil; y autor de El Manual del Silencio (Planeta), en el que relata su experiencia como víctima de abusos en la Abadía de Montserrat cuando era adolescente expresa a ElPlural.com por qué es tan importante que determinado delitos no prescriban, y seguramente los relacionados con los abusos sexuales sea uno de los ejemplos más claros, sino el que más. “Las víctimas denunciamos cuando podemos, no cuando queremos”, emite dejando claro que a veces los damnificados tardan “décadas” en “procesar el trauma”.

"Los niños españoles se merecen estar protegidos"

Asimismo, recuerda que, con la normativa actual, y debido a la prescripción, los pederastas “pueden trabajar en contacto directo con niños”, ya que no pesa sobre ellos un documento que pruebe el delito: “Los niños españoles se merecen estar protegidos”, apostilla apelando, entre otros estándares, a los de otros países y los organismos de Derechos Humanos Europeos.

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En concreto, hoy en día 32 Estados han aprobado la imprescriptibilidad de los delitos de pederastia: Canadá, Estados Unidos, México, El Salvador, Ecuador, Chile, Colombia, Perú, Islandia, Irlanda, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Dinamarca, Suecia, Noruega, Estonia, Letonia, Polonia, Austria, Suiza, Hungría, Rumania, Croacia, Serbia, Chipre, Georgia, Sudáfrica, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda.

Asimismo, instituciones de renombre como la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y el Comité de los Derechos del Niño han recomendado a los diferentes países implementar la medida mencionada.

Hay datos y estudios que respaldan la petición de las víctimas. En una carta dirigida a El País, tanto el protagonista de estas líneas como Alejandro Palomas, en su caso autor de Esto no se dice (Destino), donde también cuenta su experiencia como víctima de abusos sexuales por parte de la Iglesia, indican que en la mayoría de los casos los delitos de pederastia dejan de existir a ojos del mundo cuando la víctima tiene entre 40 y 45 años (aunque en casos muy concretos la persona puede denunciar hasta los 55).

El informe del Defensor del Pueblo sobre pederastia en la Iglesia puso negro sobre blanco y, sobre todo, arrojó cifras por primera vez de la magnitud del problema. Los datos son tan clarividentes como horribles. Los números muestran que el 1,13% de la población ha sufrido abusos sexuales en la iglesia española, mientras que un 0,6% ha sufrido abusos de un religioso. Esto responde a 440.000 víctimas de abuso en la Iglesia católica española y a 233.000 por parte del claro. Dicho de otro modo, España lidera el ranking mundial de pederastia clerical.

El caso de Miguel Hurtado: "Se intentaron aprovechar de la condición religiosa de mis padres"

Miguel Hurtado nace en Barcelona (1982) y ya contó a este medio de qué manera sucedieron los hechos que le marcaron de por vida y cómo ha sido capaz de, en la manera de lo posible y contra absolutamente todos, ha sido capaz de reponerse. Su caso ocurrió cuando él tan solo tenía 16 años. Por aquel entonces, el responsable del grupo ‘scout’ de la Abadía de Montserrat, Gema Andreu, abusó de él.

La misma persona procedió de igual manera sobre otras 12 personas. Siempre que tiene oportunidad, recuerda el infierno que sufrieron tanto él como sus compañeros, para que no se olvide. También transmite el modus operandi de quienes debieran haber hecho algo y escogieron el silencio cómplice como estrategia.

Se lo dije a la propia abadía y reaccionó como suele reaccionar la jerarquía católica: encubriendo, sin avisar a la justicia ni a los padres y, por supuesto, eludiendo de buscar otras víctimas”, cuenta. De hecho, la Iglesia intentó aprovecharse de la condición religiosa de sus padres para que nuestra fuente no denunciara. "Por el bien de la Iglesia y de todos", les decían.

“Hasta que no denuncia mucha más gente, la Abadía no reconoce en una comisión de investigación que este hombre había abusado de 12 menores, que era un depredador sexual (…) Y a pesar de todo, no ha pasado ni un día en prisión”. Quien sabe si esto podría, ahora sí, cambiar.