La placa que recuerda a los abogados laboralistas de Atocha, asesinados el 24 de enero de 1977 en un despacho de la calle Atocha de Madrid ha aparecido pintada con los colores de la bandera española justo cuando hace hoy 36 años, un grupo de pistoleros de extrema derecha irrumpieron en el despacho de abogados laboralistas de CCOO y del PCE situado en el número 55 de la calle Atocha y ametrallaron a las nueve personas presentes. Fallecieron los abogados, Javier Sauquillo, Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira, Serafín Holgado y el sindicalista Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Alejandro Ruiz Huertas, Mª Dolores González, Luís Ramos y Miguel Sarabia.

La placa ha sido teñida de rojo amarillo y rojo en un remedo de los colores de la bandera española. Así ha amanecido esta mañana mientras la Fundación Abogados de Atocha de CCOO conmemoraba el aniversario. Este año entre los actos se suma un premio a los componentes del proceso 1001, sindicalistas de CCOO a los que el Tribunal de Orden Público del régimen franquista condenó a 162 años de cárcel por formar parte de la cúpula del sindicato. También se ha realizado un reconocimiento a la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Barcelona.

El miedo franquista a perder las prebendas
La Fundación siempre ha señalado que “el asesinato de los abogados laboralistas no fue una ocurrencia de dos ultraderechistas que querían sembrar el terror. Lo sucedido en Atocha fue el colofón, la recta final de la lucha contra el franquismo, el preámbulo para recuperar la democracia en este país” Muere Franco en 1975 y en diciembre de 1976, Adolfo Suárez convocó un referéndum para la reforma política, una consulta que Raúl Cordero director de la Fundación considera trascendental en esta historia que se relata en su página web: " En esa consulta hay un amplio respaldo al sí y el sector más adepto al franquismo consigue apenas un siete por ciento de respaldo. Y es entonces cuando los franquistas empiezan a pensar que no hay vuelta atrás y que vamos hacia un sistema en el que se les van a acabar las prebendas".

El fascismo campaba a sus anchas
“Entonces, cuando todavía ningún partido político estaba legalizado, comienza una campaña perfectamente organizada de terror, de desestabilización, de caos y desorden por parte de la ultraderecha del país. Se trata, ante la nueva situación que se avecina, de crear todas las condiciones para que una vez más pueda haber una intervención militar (…) En ese periodo, en Madrid, el fascismo campa a sus anchas en connivencia con algunos sectores de la Policía político-social, acosando, atosigando y sometiendo a una enorme presión psicológica a todo el mundo, entre ellos a los abogados laboralistas que trabajan también como abogados de barrio”. Madrid vivía además una importante huelga de transporte protagonizada especialmente por CCOO y coordinada desde el despacho de abogados de Atocha.

Asesinatos y secuestro
El 23 de enero, la ultraderecha asesinaba a balazos al estudiante Arturo Ruiz en una manifestación convocada para pedir la amnistía para los presos políticos aún encarcelados. Y un día después en otro acto similar, un bote de humo de la policía impactaba causaba la muerte de otra universitaria, Mariluz Nájera, causándole también la muerte. Esa misma mañana se conoce el secuestro del Teniente general Villaescusa, presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar. La tensión es patente.

Abogados de apellido ilustre e inquietud social
Los despachos laboralistas, eran entonces la única herramienta al alcance de los trabajadores para defender jurídicamente sus intereses ya que la alternativa era el sindicato oficial, el Sindicato Vertical del que también formaban parte los empresarios. En el bufete de Atocha, los abogados cobraban un porcentaje sobre el resultado económico del juicio y todos los componentes del despacho percibían lo mismo. "Generalmente eran jóvenes que, en su mayoría, pertenecían a familias de clase media, media-alta, algunos con ilustres apellidos, que podían haber optado por una vida mucho más tranquila y más compensada económicamente. En cambio, las ansias de libertad les condujeron a militar en el Partido Comunista de España y en CCOO y a desarrollar un papel que fue fundamental en el proceso hacia la democracia. Ellos eran la vanguardia de este país", dice Raúl Cordero desde las páginas de la Fundación.

Irrumpen los asesinos
La noche del 24 de enero de 1977 tiñó Madrid de sangre y de indignación. Alejandro Ruiz Huerta, superviviente de aquella horrible matanza lo ha dejado así escrito: “Estábamos empezando a tener una reunión de coordinación de los abogados de barrios. Aún esperábamos a algunos que no acababan de llegar. Había un intercambio de conversaciones sobre lo duro que era ese día, un día terrible de la transición (…) en esa situación, en la que intercambiábamos también un bocadillo de jamón que solíamos comprarnos cuando no podíamos cenar por las reuniones, nuestra sorpresa fue mayúscula cuando entran unos pistoleros, uno con un pistolón tremendo, otro tapado, por lo visto había otro vigilando la salida, y allí nos ponen con las manos en alto, en un bosque de manos y de corazones en tensión tremenda, esperando, nos preguntan por Joaquín Navarro, el líder del sindicato del Transporte que algunas noches había estado por allí por problemas de seguridad”.

La masacre
“Javier Sauquillo, probablemente era el que más sangre fría tenía en ese momento, le contestó que no estaba en el despacho y era verdad. En el desencadenamiento de unas circunstancias extrañas, un tiro que se dio uno en el anorak al darse con el quicio de una puerta, el nerviosismo de los dos que nos están apuntando, se desencadena una tormenta de disparos terribles, en dos secuencias distintas, que nos tira a todos por el suelo, nos tapa los cuerpos de unos con los de otros y cuando estamos en el suelo nos rematan otra vez…de ahí en adelante, un silencio total y la necesidad de volver a sobrevivir…"

Eran de Falange
El 26 de enero se celebró en Madrid un multitudinario entierro. Cientos de miles de personas en silencio, despidieron a los abogados de Atocha asesinados. En marzo de 1977 se detuvo a los presuntos implicados en la masacre.” Tres años después se celebró el juicio. La sentencia se dictó el 29 de febrero de 1980: José Fernández Cerrá y Carlos García Juliá, ambos miembros de FE de las JONS, resultaron condenados, cada uno, a 193 años. Fueron los dos ejecutores materiales de la matanza. Con ellos, Leocadio Jiménez Caravaca, de 57 años, excombatiente de la División Azul y militante de FE de las JONS, por tenencia ilícita de armas. Francisco Albadalejo, de 51 años, secretario del Sindicato Vertical del Transporte Privado y vinculado a FE de las JONS. Gloria Herguedas, 24 años, novia de Cerrá y vinculada a FE de las JONS, condenada a un año. Durante la instrucción falleció el procesado Ramón Simón Fernández Palacios, funcionario del Sindicato Vertical de Transportes. El procesado Fernando Lerdo de Tejada se fugó aprovechando un permiso del juez durante la Semana Santa de 1979.