Ante la inminente tramitación parlamentaria de la reforma de la Ley de Autonomía Personal y Atención a las Personas en Situación de Dependencia, nos sentimos en la obligación de opinar al respecto.
Está reforma no solucionará los problemas reales que sufrimos desde el principio; sus planteamientos van dirigidos a ampliar la independencia y la autonomía personal (algo que valoramos positivamente) sin hablar en ni un sólo párrafo de este proyecto sobre la situación de aquellos a los que, por mucho que se intente, no podrán gozar ni de autonomía ni de independencia, los grandes dependientes. Da la impresión de que desde el gobierno solo conocen la situación de los dependientes de grado lll por lo que tuvieron cerca: un diputado y una senadora de legislaturas anteriores.
Desde aquí queremos mostrarles más realidades; miles de grandes dependientes que necesitan apoyos 24 horas al día simplemente para seguir vivos, no saben lo que es autonomía, ni tan siquiera tienen capacidad para entender qué es eso; que no comen (ni piden comida) si alguien no se la da, que no se pueden medicar por sí mismos, que no pueden expresar sus deseos, y que ni tan siquiera tienen capacidad para soñar en ser mínimamente autónomos. Son los grandes olvidados de esta reforma.
Una reforma que se vende como la solución, como la gran oportunidad de un cambio del sistema de cuidados, cuando ni tan siquiera existe una memoria económica que diga lo que va a costar, y donde se nos venden grandes medidas a bombo y platillo, como la eliminación de las incompatibilidades, para comprobar al leer el proyecto de ley que seguirán en vigor en las autonomías donde las tengan establecidas.
Pretenden vendernos humo, y ya estamos cansados de tanto humo. A los cuidadores familiares su medida estrella es darles la opción de ir a trabajar mediante servicios profesionales para atender a su familiar, cuyos costes podrán o no pagar; lógicamente, al llegar a casa seguirán cuidando, pasando noches en vela, cambiando pañales, sondas, dando de comer con bombas de alimentación, cambiando botones gástricos, porque no hay ningún servicio profesional que cubra 24 horas diarias; pero eso sí, podrán trabajar fuera de casa...
Las medidas no se concretan, todo se deja al albur de la decisión del Consejo Territorial y la CCAA, ahondando en las diferencias entre las distintas comunidades autónomas. ¿De verdad han necesitado casi un año para esto?
Nos sentimos engañados, defraudados, tristes, y sentimos que se ha perdido una oportunidad de oro para hacer algo que de verdad ayude a los más vulnerables de nuestra sociedad. Seguiremos esperando que alguna vez se sienten de verdad con los que vivimos la situación en carne propia, y no lo hagan solo para cubrir el expediente, pero sin escuchar una sola palabra.
Desde esta Coordinadora soñamos con que esto llegue a ocurrir algún día.
Aurelia Jerez, presidenta de la Coordinadora Estatal de Plataformas de Dependencia.