Salir de casa sigue siendo para la mayor parte de las personas con movilidad reducida una auténtica pesadilla. A pesar de que se han dado pasos para eliminar las barreras arquitectónicas, estas siguen siendo un problema y limitan la vida de quienes van en sillas de ruedas.
Las dificultades son tales, que el 79% de las personas con movilidad reducida se ha visto obligada a renunciar a su vida social. Así se desprende del estudio 'Sumando Voces' que ha desarrollado la Fundación Mutua de Propietarios con la colación de Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica (COCEMFE) para conocer la reaidad cotidiana de este colectivo. Lo mismo ocurre con respecto a las relaciones familiares, el trabajo y los estudios, renuncias a las que también se ven obligados los afectados.
“La falta de accesibilidad sigue siendo una losa diaria para millones de personas con movilidad reducida, quienes nos vemos en la obligación de renunciar a aspectos fundamentales como quedar con amigos, salir a pasear, visitar a la familia, estudiar o trabajar”, reconoce el presidente de COCEMFE, Anxo Queiruga, que expone también que este es un problema que "vulnera derechos fundamentales y genera sentimientos de frustración y renuncia, que no deberían formar parte del día a día de nadie”.
La autonomía real sigue siendo una meta que se torna inalcanzable. La mayoría de los personas que han participado en este estudio, sitúa su nivel de independencia por debajo del 6 en una escala de 0 a 10; y solo un 8% de los encuestados afirma ser completamente autónomo en su día a día.
“A pesar de los avances normativos, la mayoría de las personas con movilidad reducida sigue enfrentándose habitualmente a obstáculos en su entorno que afectan especialmente a su vida social, el ocio y las tareas domésticas, limitando su autonomía e impactando directamente en su bienestar”, rinsiste, por su parte, la directora de la Fundación Mutua de Propietarios, Cristina Pallàs
El informe ‘Sumando Voces’ es claro en este sentido, la falta de autonomía está directamente relacionada con las barreras arquitectónicas. Siete de cada diez personas tropiezan a diario con ellas, lo que dificulta su movilidad física e impacta directamente en su vida social, en su ocio, en sus actividades domésticas y en las deportivas.
El estudio recoge además que las mujeres plasman una experiencia aún más negativa que los hombres. El impacto en su vida social es del 65% frente a 60% de los varones y en el ocio el porcentaje se sitúa en el 62%, frente al 58%.
La cara menos visible: el impacto emocional
Las limitaciones derivadas de los problemas diarios con los que se enfrentan las personas con moviidad reducida en en su entorno tienen una repercusión clara, mucho menos visible, en el plano emocional. Los encuestados en este estudio reconocen sentir frustración, impotencia y tristeza. En este sentido, también se aprecia una diferencia de género, pues los porcentajes son más altos en las mujeres. Hay afectados que reconocen que, en su caso, el problema genera enfado y otros para los que supone una razón para buscar soluciones.
“La verdadera barrera no siempre es física: es necesaria una mayor empatía, apoyo y voluntad social. Para superar este vacío es imprescindible transformar actitudes y comportamientos, generando espacios de diálogo, formación y sensibilización que integren a las personas con movilidad reducida en todos los aspectos de la vida social”, precisa Pallàs.
La familia, soporte fundamental
Frente al problema de las barreras arquitectónica, el estudio ‘Sumando Voces’ evidencia que la familia es el principal soporte para hacer frente a las mismas. A la hor de enfrentarse a los retos que supone el día a día, el 69% de las personas con movilidad reducida busca ayuda en los parientes con los que convive, un 41% se apoya en amistades, el 24% en familiares con los que no vive, el 17% en personal externo y el 15% en vecinos La administración pública juega un papel residual. Solo 5 de cada 100 personas cuenta con este tipo de apoyo. Por último, un 3% se apoya en voluntarios. LLama la atención también que un 9% carece de cualquier tipo de ayuda.
Esto hace necesario que, además, de la mejora de los entornos físicos, se pongan en marcha "políticas eficaces, recursos suficientes y una escucha activa a las personas con discapacidad y las organizaciones que las representamos", reclama el presidente de COCEMFE. “Es urgente reforzar los apoyos institucionales para que el entorno familiar no sea el único sostén y promover entornos inclusivos desde el diseño universal para que todas las personas podamos desenvolvernos con autonomía y participar plenamente en la sociedad”, enfatiza.
La sociedad también tiene mucho que decir en este sentido. Para la mayor parte de las personas con movilidad reducida se requiere mayor concienciación sobre los problemas a los que han de hacer frente cada día de su vidas.