El Etna entró en erupción la noche del lunes dejando un espectáculo natural impresionante por la mezcla de el fuego y la nieve que cubre la cima y las laderas del volcán, que pudo verse desde localidades cercanas como Catania.
Según recogieron medios locales, entre las 21.20 y las 21.30 horas se produjo la fase de mayor intensidad de actividad del volcán con el desbordamiento de lava a través de un nicho abierto en el borde del cráter en una erupción anterior, ocurrida en julio de 2019. El instituto Nacional de Geología y Vulcanología de Italia informó que el flujo de lava interactuó con la nieve en el flanco alto oriental.
La actividad explosiva generó una columna eruptiva, que primero se elevó unos pocos kilómetros por encima de la cima del Etna y luego fue doblada por el viento en dirección sudeste. En ese sector se observó la lluvia de cenizas de grano fino, que llegaron a la costa jónica en la zona de Acicastello-Acireale, según el Instituto italiano, que situó el último episodio como parte de un período de actividad clásica de la cumbre del volcán que ha ido en progreso desde la primavera de 2019.
Tras una breve erupción lateral del 24 al 27 de diciembre de 2018, el cráter sureste se despertó el 30 Mayo de 2019, y nuevamente el 18 y 27 de julio de 2019, antes de que la actividad se trasladara, el 12 de septiembre de 2019, al cráter Voragine, y nuevamente al cráter sudeste en la primavera de 2020.
Ahora y tras la reciente erupción, la actividad explosiva ha disminuido rápidamente y la amplitud del temblor volcánico ha experimentado un fuerte descenso, alcanzando valores medio-bajos, según el Instituto italiano.