Miles de personas en España sufren enfermedades neurodegenerativas, unas patologías que se caracterizan por un empeoramiento progresivo y que acaban en una dependencia completa.

El papel de cuidador, por tanto, es clave en este tipo de procesos, y por ello, los hospitales de Quirónsalud integrados en la red pública madrileña -los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz (Madrid), Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (Collado Villalba)- han puesto en marcha talleres online dirigidos a guiar y perfeccionar las técnicas de cuidado y atención de este tipo de pacientes.

“El objetivo es proporcionarles, tanto a ellos, como a sus familiares, información sobre estos trastornos y ofrecer pautas que faciliten el cuidado del enfermo y del propio cuidador, cuya salud y bienestar psicológico también es fundamental proteger”, explica la Dra. Cici Feliz, especialista del Servicio de Neurología de la Fundación Jiménez Díaz.

La iniciativa se ha desarrollado bajo el título '¿Qué son las enfermedades neurodegenerativas: demencias y párkinson?',  y ha estado centrada, principalmente en las dos patologías de este tipo más frecuentes, el Párkinson y el Alzheimer.

“En nuestro país, la enfermedad de Párkinson afecta a 150.000 personas, mientras que hay unos 800.000 pacientes Alzhéimer, más de un 30 por ciento de ellos sin diagnosticar”, recalca esta especialista.

Cuanto más avanzada es la edad, mayor es la prevalencia de las enfermedades neurológicas, que, según datos de la Sociedad Española de Neurología y del Instituto Nacional de Estadística, están detrás del 19 por ciento de las muertes que se producen cada año en España.

Un camino sin retorno

A diferencia de otras patologías, en estas no hay recuperación ni vuelta a atrás. “Se trata de procesos crónicos que afectan al sistema nervioso y que se caracterizan,, fundamentalmente, por un empeoramiento progresivo hasta llegar a la dependencia completa”, reconoce esta neuróloga.

Los síntomas son muy específicos, e incluyen, en el caso de la demencia, “una alteración de la memoria que se acompaña, entre otras cosas, de una pérdida progresiva de la capacidad funcional”.

En el caso del Párkinson, la aparición de un temblor en reposo o el enlentecimiento del movimiento espontáneo, constituyen las primeras señales de alerta.

¿Se pueden prevenir?

Aunque a día de hoy, no hay modo alguno de prevenir este tipo de trastornos, llevar un estilo de vida activo y saludable “ayuda a disminuir la probabilidad de padecer alguna de estas enfermedades, retrasar su inicio o permitir una mejor evolución”, indica el Dr. José María Ortega Morente, médico adjunto del Servicio de Geriatría del Hospital Universitario Infanta Elena.

De hecho, se recomienda, cuando una persona es diagnosticada de párkinson o alzhéimer, fomentar la estimulación y el ejercicio físico, ya que sienta las bases para obtener un mayor beneficio del tratamiento farmacológico.

“Si un paciente con una enfermedad neurodegenerativa no realiza actividad física de forma habitual, se está condenando a un deterioro mayor comparado con un paciente similar que practica deporte con regularidad”, precisa esta especialista.

El cuidador, una figura clave

Conforme la enfermedad avanza, y el afectado se hace dependiente, el cuidador se convierte en una pieza clave para su cuidado y atención. Ahora bien, el modo de abordar estos dos factores depende de la patología, y sobre todo, del enfermo.

“Siempre debemos individualizar en la persona, y no en la enfermedad, adaptándonos y realizando planes específicos para abordar cada problema que presente nuestro paciente”, aclara este geriatra.

Del mismo modo, hay que atender también a la salud del cuidador, ya que “con el paso del tiempo, las personas a cargo de estos pacientes empiezan a descuidar su propia atención y, en muchos casos, pueden llegar a aislarse y presentar síntomas del conocido como ‘síndrome del cuidador principal’”, alerta la Dra. Feliz

Trazando objetivos

De cara al futuro, el reto para abordar las enfermedades neurodegenerativas es “definir precozmente estados de pre-fragilidad. “Un paciente frágil presenta un estado de salud en el que tiene una vulnerabilidad frente a una enfermedad aguda u otros estresores, con el riesgo de tener eventos adversos de salud, principalmente muerte y discapacidad”, aclara el Dr. Ortega, que, no obstante, subraya que “ser mayor no es una enfermedad y no siempre implica ser frágil; es un proceso natural y heterogéneo”.

Del mismo modo, precisa, es importante, “implantar planes de prevención y envejecimiento saludable que logren un efecto positivo en la población, evitando la dependencia y todo lo que conlleva”.

En este sentido, estos cuatro hospitales madrileños tienen previsto organizar más talleres de estas características, no solo centradas en este tipo de patologías, sino también en otro aspectos importantes para el paciente mayor como la fragilidad, el deterioro funcional y la nutrición.