En las dos últimas décadas las localidades con menos de mil habitantes han perdido 142.000 vecinos. Este tipo de localidades ha pasado de concentrar el 4% de la población en el año 2000 al 3,1% en 2018 y la cifra de pueblos fantasma va en aumento. El blog de CaixaBank asegura que el éxodo rural tiene un efecto dominó en las ciudades medianas y pequeñas que hacen de cabeceras de comarca. Sin habitantes en los pueblos vecinos su oferta de comercio, ocio o sanidad deja de tener sentido y se pierden puestos de trabajo.

Los efectos de la despoblación rural nos afecta a todos. Revertir esta tendencia podría ser clave en la lucha contra el cambio climático.

Al abandonar el medio rural, el equilibrio que los humanos hemos establecido con el ecosistema se rompe

Un ejemplo de la reacción en cadena que supone esta ruptura lo encontramos en los incendios. Sin ganado en los pueblos que ayude a limpiar los bosques, el matorral prolifera y se convierte en combustible para los incendios. Como consecuencia de estos, disminuye la cubierta forestal y el ecosistema se resiente. Además, aumenta la desertificación, la cual, a su vez, disminuye la diversidad biológica, cuyo papel es decisivo en la conservación del suelo, la regulación del agua y la mitigación del cambio climático.

Que vivan y trabajen personas en el medio rural significa sufrir menos incendios, contener la desertificación de la península, proteger los recursos hídricos y luchar contra el aumento de las temperaturas, entre otros muchos y valiosos beneficios. Además del papel del ganado para limpiar los bosques, la agricultura tradicional también contribuye a conservar la biodiversidad. Los cultivos ayudan a evitar la erosión del suelo, una de las causas de la desertificación. Además, los sistemas agrarios tradicionales retienen más carbono y contribuyen a purificar el agua, así como a mantener especies animales y vegetales autóctonas, adaptadas a las condiciones de la zona.

El potencial de la economía rural

Según la Organización Internacional del Trabajo, la economía rural tiene un gran potencial para crear empleos decentes y productivos, así como para contribuir al desarrollo sostenible y el crecimiento económico. Por tanto, la despoblación también afecta a la economía. 

La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU considera que promover el trabajo decente en la economía rural es fundamental para erradicar la pobreza y garantizar recursos nutricionales para una población mundial que no deja de crecer. Una economía rural próspera ayuda a diversificar las fuentes de riqueza de los países y reduce su dependencia del exterior.

La gastronomía rural, construcciones históricas, cultura y tradiciones están en peligro si nadie se queda para conservarlas y cuidarlas.

Otro recurso valioso que solo se podrá mantener mientras haya personas que vivan en los pueblos es el patrimonio rural, en el sentido más amplio de la expresión. Esto abarca la gastronomía, los edificios y construcciones históricas, los valores, las tradiciones, la cultura e incluso los paisajes. Toda esta riqueza está en peligro si nadie se queda para conservarla y cuidarla.

Las consecuencias en las grandes ciudades

Los efectos de la despoblación rural también afecta a las grandes ciudades, que se vuelven más insostenibles. Si el 90% de la población vive en el 30% del territorio, como ocurre en España, hay un problema de organización para las administraciones públicas. La saturación en los servicios públicos, la subida del precio de la vivienda y el urbanismo descontrolado tienen una relación directa con la despoblación rural.

Qué se puede hacer para frenar la despoblación

Ya existen iniciativas de logística social que persiguen que ningún habitante de estas áreas se vea obligado a abandonarlas por no poder acceder a servicios básicos. Incluso hay pueblos como Pescueza (Cáceres) que se habilitan para que sus mayores no tengan que dejar sus casas al volverse más dependientes. La localidad se ha convertido en una residencia de mayores al aire libre a base de mejorar la accesibilidad e incorporar nuevas tecnologías y soluciones asistenciales. Como resultado, la localidad no solo no se vacía, sino que incluso se han creado nuevos puestos de trabajo que atraen a familias jóvenes.

También existen plataformas de impulso al autoempleo de mujeres rurales, que ya han apoyado proyectos como forjas artesanales, apicultura que cuida del medio ambiente o explotaciones ganaderas de diversos tipos. Para conseguirlo, aportan a las emprendedoras asesoramiento, formación y acompañamiento durante el desarrollo de su negocio.

Puedes encontar la noticia completa en el blog de CaixaBank