Un documental presentado este domingo en la Seminci de Valladolid, avalado por una investigación histórica de varios años, va a dar un vuelco, tanto a la versión oficial de la muerte accidental de Miguel de Unamuno, como a distintos aspectos de los últimos momentos del gran escritor y filósofo bilbaíno. Toda una serie de revelaciones que ponen en duda, con datos y documentos reales, la versión oficial difundida por el franquismo.

El documental del malagueño Manuel Menchón, 'Últimas palabras para un fin del mundo', basado en la investigación de archivos durante varios años -en colaboración con los historiadores franceses Colette y Jean-Claude Rabaté- da una nueva versión al demostrar con pruebas fehacientes que Unamuno no falleció asfixiado por gases de un brasero. También prueba que un personaje, un temido falangista y destacado miembro de Falange que se encontraba con él en el momento de su muerte, el profesor Bartolomé Aragón, no era un amigo que le acompañaba en ese instante en su casa como el franquismo dio a entender. Lejos de ello, Aragón, único testigo del fallecimiento, era un siniestro fascista que, tras una visita inesperada a casa de Unamuno, salió agitado para luego desaparecer de súbito de Salamanca y más tarde obtuvo cargos importantes en el régimen franquista. Cabe recordar que desde el enfrentamiento entre el escritor y Millán-Astray aquel 12 de Octubre, Día de la Raza, en el Paraninfo de Salamanca, desde esa misma noche, los soldados del ejército de Franco estuvieron en guardia frente a la casa de un Unamuno y, desde entonces, vivió prisionero.


Los rumores de envenenamiento circulaban desde el primer momento


El documental muestra cómo los documentos sobre la defunción del filósofo vasco fueron gravemente manipulados. Unamuno murió el 31 de diciembre del 36 y de manera muy rápida, el 16 de enero del 37 y en el libro 'Cuando Miguel de Unamuno murió', publicado con especial celeridad y prisa, se aporta la versión oficial con la intención de acallar los numerosos e insistentes  rumores de que Unamuno había sido asesinado por envenenamiento. Dichos rumores fueron alimentados por una emisora de radio republicana.
 

“¡Yo no le he matado!, “¡Yo no le he matado!”


En estas nuevas investigaciones se detalla cómo la asistenta de los Unamuno, oyó gritos durante la visita de Aragón al escritor mientras ella, en la cocina, preparaba la cena de Nochevieja que el filósofo ya no puedo celebrar. Reflejan los nuevos datos cómo al acercarse, la mujer vio a Aragón nervioso y gritando “¡Yo no le he matado!”.

Un informe médico dictaminó que era imposible certificar la causa del fallecimiento sin realizar una autopsia, lo que nunca se hizo. Por la causa oficial de la muerte súbita por hemorragia bulbar intracraneal, era legalmente obligatoria la autopsia porque jurídicamente era sospechosa.”

Otro dato que sustentaría que el insigne profesor fue asesinado se basa en las distintas alteraciones de los trámites administrativos posteriores al óbito. Por un lado, consta que la hora de fallecimiento se fijó dos veces, primero a las cinco de la tarde, en lugar de entre la seis y seis y media que señaló su familia. Por último, ya en el juzgado, en el acta de defunción se inscribieron las cuatro, lo que suponía que murió antes de la llegada del falangista Aragón al domicilio.

También se da la circunstancia de que el médico responsable del caso, fue un amigo de Unamuno, el doctor Núñez. Este, que había sido concejal republicano, se hallaba sometido por los sublevados. En su informe dictaminaba que era imposible certificar la causa de su fallecimiento sin realizarle una autopsia, algo que nunca se hizo. Por la causa oficial de una muerte súbita provocada por una hemorragia bulbar intracraneal, era legalmente obligatoria la autopsia, porque jurídicamente era sospechosa.

Al único testigo de la muerte de Unamuno, el falangista Bartolomé Aragón, el régimen lo premió nombrándole después Jefe nacional de Prensa y Propaganda en un ministerio del nuevo régimen franquista”.


Volviendo al personaje testigo del fallecimiento de Unamuno, el falangista Bartolomé Aragón, éste no estuvo presente ni en el levantamiento del cadáver, ni firmó el acta, ni tan siquiera asistió al entierro, algo extraño esto último si se tiene en cuenta que la propaganda oficial lo describió como un gran amigo de Unamuno. Lejos de ello, el fascista y único testigo del momento de la muerte, se fue con el ejército franquista al frente en Bilbao. Antes de dar clases en la Universidad de Salamanca se dedica a la labor encomendada por los rebeldes de "depurar maestros". No le faltaba ni vocación ni experiencia, pues ya había integrado el grupo de militares de la matanza de Nerva (Huelva), donde fueron fusilados más de 2.000 personas, dando lugar a la mayor fosa común de la guerra. Aragón era un hombre del círculo de Millán-Astray, admiradores ambos de Mussolini y Hitler. No se sabe si por todos estos servicios prestados, y alguno más, con el tiempo, el régimen lo premió nombrándole Jefe nacional de Prensa y Propaganda en un ministerio del nuevo régimen franquista.
 

Palabras de Miguel de Unamuno pocos días antes de morir: “Vivo bajo llave y cerrojo, rodeado por una aterradora demencia colectiva. Me sorprende que aún no me hayan disparado".

Unamuno alerta en unas cartas de su asesinato

De que Miguel de Unamuno presentía que podría tener el mismo destino que el poeta García Lorca, dan muestra las siguientes reflexiones escritas el 11 de diciembre: “Escribo esta carta desde mi casa, donde estoy desde hace días encarcelado disfrazadamente. Me retienen en rehén, no sé de qué ni para qué. Pero si me han de asesinar, como a otros, será aquí, en mi casa. Vivo bajo llave y cerrojo, rodeado por una aterradora demencia colectiva. Me sorprende que aún no me hayan disparado”.

Unamuno entre Indalecio Prieto (dcha.) y Largo Caballero (izda.)

"Se apoderaron de él hasta el final, no solo del cuerpo, sino con el uso propagandístico, intentando presentarlo como un fascista", comenta su nieto Miguel Unamuno Adarraga.

Entierro precipitado de Unamuno

En el documental del malagueño Manuel Menchón también se aborda cómo fue el precipitado entierro de Unamuno a la mañana siguiente, sin la espera obligada de las 24 horas pertinentes según la ley. El testimonio que aporta Miguel de Unamuno Adarraga, nieto del profesor y filósofo, señala que los falangistas acudieron al domicilio de su abuelo al día siguiente de su muerte llevándose el cadáver, sin avisar antes, epara proceder a su entierro, una especie de secuestro del cuerpo. "Se apoderaron de él hasta el final, no solo del cuerpo, sino con el uso propagandístico, intentando presentarlo como un fascista", comenta. 

Falso el mito de las 5.000 pesetas aportadas por Unamuno a Franco

La grabación, además, aporta datos curiosos y esclarecedores, tales como el mito de las 5.000 pesetas que se dice Unamuno aportó a la causa franquista, algo que ahora se demuestra falso, porque las ingresó un empresario y no el profesor. Del mismo modo, revela como Miguel de Unamuno estaba llamado a ser el premio Nobel de Literatura ese año, pero que las presiones de la Alemania de Hitler lo impidieron.