La historia ha jugado y juega un papel fundamental en los nacionalismos. Todos, sin excepción, la han manipulado para defender su relato. El catalán, también. “Lo ha hecho prácticamente desde que empezó la historiografía catalana, desde el S.XIX”, reconoce a ELPLURAL.COM Óscar Uceda, presidente de la Asociación Historiadors de Catalunya.  

En ese proceso de manipulación, perfectamente argumentada, podemos diferenciar dos fases. Una de construcción del relato y otra, mucho más peligrosa, en la que se roza el delirio.

En la historiografía catalana hay dos bloques bien diferenciados. “Uno sería el nacionalista, que ha ido evolucionando y que en el S.XX tuvo como figuras principales a Soldevila y Rovira y Virgili”, explica Uceda, y “otro, más académico, o no nacionalista, en la que estarían Vicens Vives y Pierre Vilar”.

El problema en Cataluña es que, frente a lo que ha ocurrido en Europa con las otras historiografías que han tenido más peso, “se ha seguido siempre una línea nacionalista, que, en realidad, es bastante arcaica y está bastante superada”, aclara el presidente de esta agrupación transversal en la que la política no tiene cabida y cuyo único fin es abordar la historia desde el rigor y la verdad. “El problema es que aquí hay historiadores a los que no se les llama porque no están en la línea, aunque sean referentes de primer nivel sobre el asunto a abordar”, aclara.

“Desde el momento en que Cataluña vive un proceso de construcción nacional, el papel de los historiadores es tan importante, que se le ha dado mucho peso”, recalca Uceda, que, sin embargo, puntualiza que en este punto “todavía estaríamos dentro de la discusión académica”.  

Los trabajos y las tesis que salen de ambos bloques son “bastante válidos”, apunta, “el problema está en las conclusiones y la difusión que se hace de éstas cuando se trata de un historiador que está en la línea más nacionalista”, dice. “Es ahí donde se insertan las ideas recurrentes de que España siempre ha sido una rémora en el desarrollo de Cataluña y de que el culpable de nuestros males no somos nosotros sino los de fuera”, explica.

La difusión de la historia se hace ya muy manipulada. De eso se encargan, dentro del nacionalismo catalán, “publicistas, con unas intenciones muy claras”. Y muchos contenidos van colándose en los libros de texto, donde “también hay un control muy fuerte”, revela este integrante de Historiadors de Catalunya. Para los alumnos catalanes el Reino de Aragón es el Reino Catalanoaragonés, que nunca existió, y el emperador Carlos I de España y V de Alemania es Carles I de Catalunya-Aragó.  

Dentro del Plan de Pujol

El papel de la historia en la construcción nacional está perfectamente recogido en el  Programa 2000 que salió a la luz en 1990 y en el que Convergència y Unió de la mano de Jordi Pujol  “estableció un plan estratégico a largo plazo para crear en Europa un nuevo país que se llamaría Països Catalans”, apunta Óscar Uceda. “Lo primero de lo que habla es de historia y de cómo intervenir en los inspectores, los libros de texto, etc”.  …”  

Entrando en el delirio

Sin embargo, la manipulación entra en un segundo nivel con entidades como el Institut Nova Història, dedicada al revisionismo histórico. “Han dado un salto cualitativo que se ha dado también en otras historiografías en Europa, sobre todo, a medida que el movimiento político al que defendían se radicalizaba más”, subraya este historiador.

“La manipulación de la historia tradicional en Cataluña se basa en que en la Edad Media éramos una superpotencia y la sociedad más avanzada y democrática de Occidente y que esto se vino al traste en el momento en nos empezamos a mezclar con los castellanos, a partir del compromiso de Caspe en 1412. Todo ello derivó en un cúmulo de agravios por parte de Castilla, por lo que la manera de desarrollarse como pueblo es quitarse de encima a los castellanos”, resume.

Hay una exageración clara de lo que los catalanes eran en la Edad Media, primera democracia, primer parlamento, … “No se sostiene, pero la gente se lo cree”, advierte Uceda.

Sin embargo, al Institut Nova Història “esto le parece poco, sobre todo teniendo en cuenta que a quien se ataca tiene una historia que está por encima de la nuestra”, afirma.  “Lo que hace entonces es asumir los referentes históricos del otro lado y quedárselos”.  

La filosofía de esta fundación, aclara a este medio el presidente de Historiadors de Catalunya se centra en que “el Estado Español en los siglos XVII y XVIII se avergonzó de que el Siglo de Oro era realmente catalán, porque los referentes eran catalanes, y lo que hizo fue destruir todos los fondos documentales de Simancas, donde están los archivos históricos, y reescribirlos diciendo que eran castellanos los autores de los hechos”. Una idea delirante, que no pasaría de mera anécdota sino fuera porque el manifiesto de Nova Historia “fue firmado por buen número de figuras con poder como Jordi Pujol, Ramón Tremosa, Josep Rull o Miquel Calçada”, recuerda este historiador.

El problema no es “que sea un grupo de frikis”, destaca Óscar Uceda, sino que “tengan detrás a gente con poder político. Esto da miedo”.

Se ha llegado a tal punto que el Ayuntamiento de Pals conmemora la salida de las naves de Colón de esta localidad y en la Universidad Autónoma de Barcelona hay una sección en la biblioteca que está dedicada a la historia de los Països Catalans, un ente que no existe y no ha existido nunca históricamente.

Como en la Alemania nazi

Semejante manipulación de la historia, sin embargo, no es nueva. "Esto ya lo hicieron los nazis en 1935”, recuerda Uceda. “Himmler creó un instituto, Ahnenerbe, que hizo lo mismo. Cuando se dieron cuenta de que su historia no se podía comparar con la italiana, empezaron a inventarse un pasado mítico y llegaron a decir, incluso, que Jesús de Nazaret era de raza aria. Con Nova Historia está pasando algo parecido”.

Con una falsa historia y una mayoría de profesores afín, gracias, entre otras cosas, a la ‘purga’ que hizo que en 1986, por el tema de la lengua, salieran de Cataluña 14.000 profesores, no es raro que el número de independentistas no haya dejado de crecer.   “Yo mismo lo fui hasta los 20 años aproximadamente, y eso que entonces aún no había empezado con fuerza la manipulación de los libros de texto”, cuenta el presidente de Historiadors de Catalunya.  “Se me quitó en la universidad cuando empecé a hacerme preguntas. Tuve, además, un profesor muy bueno que me dijo que siempre vigilara mucho, fuera a la fuente y contrastara”, dice. “E, incluso, cuando era independentista para algunos no era ni catalán, porque mi madre y yo nacimos aquí, pero mis abuelos son todos andaluces. Para los más radicales, yo nunca lo seré”, confiesa Óscar Uceda.

La maquinaria sigue en marcha y es imparable. “Hay mucha presión y muchas maneras de presionar”, lamenta.

“Tenemos profesores represaliados con 30 años de docencia a sus espaldas”, cuenta este historiador que recuerda que “a un docente de secundaria lo expedientaron por poner textos complementarios a los de Alcoberro, escritos de Prat de la Riba y Pompeu Gener de contenido racista con los que quería mostrar el lado oscuro del catalanismo del S.XX". El director del centro le exigió que quitase “esa mierda de los alumnos”, a lo que se negó amparándose en su libertad de cátedra”. “Ganará los juicios”, sentencia, “pero el daño está hecho”.  Y hay más ejemplos. “En la universidad, casualmente, no se les renueva la beca a los alumnos que no van en la línea”.    

“Tienen el poder y lo ejercen sin pudor”, concluye Uceda, quien, sin embargo, subraya que “hay gente que aun siendo separatista enseña buena historia”.  

Otros, no obstante, como el propio Jaume Sobrequés, llegan a afirmar que la labor del historiador es el conocimiento de la realidad pasada, pero teniendo muy en cuenta que se defienden los intereses de la patria.