Máximo Huerta, periodista, escritor y exministro de Cultura ha disfrutado mucho escribiendo su última novela ‘Con el amor bastaba’ (Planeta), que acaba de salir a la venta. Es un canto a la vida y a la libertad, que resume muy bien la frase de Luis Eduardo Aute que lleva en la faja de su portada: “Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo”. Nadie sabía en el momento de decidir esa portada que el cantautor nos iba a dejar en plena crisis del coronavirus y ahora su sentencia se convierte en un bonito legado.

La novela está escrita imitando la tradición oral de las fábulas y, como toda fábula, contiene una lección. “Hay que llevar menos mochilas y disfrutar más de la vida, que tampoco es tan larga”, nos explica el autor en una amplia entrevista en la que hemos hablado de su obra y de cómo ha está viviendo la crisis del coronavirus, que le ha dejado sin su programa matinal en TVE.

Lo está viviendo como una “fatalidad”, sobre todo por sus compañeros, que se fueron con un ERTE pensando que iban a volver. “No sé si reestructurar la plantilla en medio de una pandemia es lo más elegante del mundo”, critica.

Sobre la deriva de Ana Rosa Quintana: “No he visto televisión por las mañanas. Ha habido una sobreexposición dañina”

Ha pasado estos días solo en su casa de Madrid, leyendo mucho, pintando –“es mi yoga particular”- y con la televisión prácticamente apagada. Preguntado por su antigua compañera de plató, Ana Rosa Quintana, criticada estos días por alentar desde su programa las críticas al Gobierno de Pedro Sánchez, asegura que no ha puesto la tele estos días “porque ha habido una sobreexposición dañina”.

Cree que las caceroladas y las manifestaciones de estos días en Madrid hacen mucho ruido, pero son muy pocos y advierte de la necesidad de poner “una mascarilla informativa” en esta cuestión. “No hay que alimentar al troll”, argumenta, al tiempo que entona un ‘mea culpa’ de los medios por haber dado un “espacio tremendo” a la ultraderecha. “Grecia consiguió que Amanecer Dorado desapareciera ignorándoles”, recuerda.

Esta es la entrevista #PalabraDeConfinad@ protagonizada por Máximo Huerta.

PREGUNTA.- ¿Máximo o Màxim?

RESPUESTA.- En mi DNI y documentos oficiales todo es Máximo Huerta. Durante un tiempo firmaba como Màxim porque en la tele lo decidieron así, pero me ha causado problemas con billetes de avión en EEUU porque es otro nombre. Mi familia me llama Maxi y mis amigos Max. Estoy cómodo con todas las acepciones, pero mi nombre oficial es Máximo. No es ningún cambio, cada uno que me llame como quiera.

“Lo que reivindico es el valor de la diferencia frente a lo que llamamos normalidad”

P.- ¿Cuál es la lección de esta fábula convertida en novela, 'Con el amor bastaba'?

R.- Es una novela para volar. Es una fábula sobre la libertad que habla de la necesidad de ser feliz, de la vida y de la importancia de ser nosotros mismos. Como decía Luis Eduardo Aute, ‘reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo’. Todos debemos hacerlo y lo que reivindico es el valor de la diferencia frente a lo que llamamos normalidad.

P.- ¿Es una novela mágica?

R.- Juego al realismo mágico, que me gusta mucho. Es una historia oral, que está escrita para que alguien se la lea a otra persona, como las leyendas o los cuentos que nos contaba nuestra abuela. O como las rondallas que se han ido contando de familiar a familiar. Debemos recuperar algo que hemos utilizado últimamente mucho, que es llamarnos, hablar más...

P.- ¿So las pequeñas cosas de la vida las que nos traen la felicidad?

R.- La novela crea atmósferas, sensaciones, un espacio mental de felicidad... No hay un lugar en sí geográfico. Es un espacio mental que surge de la necesidad de ser felices. Habla de las pequeñas cosas, que son tan grandes como el amor, la familia, el hermano, los amigos o la necesidad de sentirse uno mismo.

"Con el amor bastaba es la crítica social de cómo somos y cómo actuamos ante la diferencia"

P.- El padre de Elio, por amor pone a su hijo unas dolorosas prótesis en las piernas con un pesado lastre para reprimir su impulso de volar. ¿El amor es dolor?

R.- No, nunca. No sería amor. No nos dan lecciones de cómo amar y, a veces, con la mejor de las intenciones, estamos provocando un dolor con la intención de ayudar. Lo que hacemos es equivocarnos. Es el caso del padre de Elio, que piensa que si su hijo es como los demás, va a sufrir menos. En eso también es un acto de amor, aunque no sea lo que necesita el niño.

Lo único que necesitamos es amor, cariño y apoyo. Ésta es la gran trama de la historia en la que, más allá de los personajes, hay instintos, deseos, represión y felicidad. Es la crítica social de cómo somos, cómo actuamos ante la diferencia y cómo actúa la familia. 

P.- ¿Hay algo de autobiográfico en esta novela?

R.- El reflejo autobiográfico está en ésta y en todas mis novelas. Nuestro paso por el mundo es limitado y un escritor tiene que aprovechar todas sus experiencias. No es autobiográfica, ni mucho menos, pero sí es un reflejo de las experiencias que uno ha vivido o escuchado.

“Esta sociedad no tolera al diferente, el acento diferente, tenemos una mirada torticera hacia el extraño”

P.- La historia de Elio Ícaro es una búsqueda permanente de la normalidad. ¿Has vivido alguna experiencia similar?

R.- Todos vivimos quitándonos plomo y mochilas, intentando ser más libres. Esta sociedad no tolera al diferente, el acento diferente… tenemos una mirada torticera hacia el extraño y reivindico el valor de la diferencia frente a lo que llamamos normal. Todos somos especiales, únicos y raros, como dice el hermano del protagonista. El lector se va a sentir reflejado, nos pasamos la vida poniéndonos máscaras o plomo para impedir disfrutar de nuestra particularidad. Las personas somos diferentes, los países son diferentes, las regiones son diferentes y es lo que nos hace únicos. Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos sido Elio Ícaro, el protagonista de esta novela.

P.- ¿Es la novela una metáfora de la sociedad actual?

R.- Sí, absolutamente. Por eso quería contarla así, con un lenguaje oral, casi de fábula. Es una metáfora de la vida y casi profética de lo que está pasando: una necesidad de libertad, de ser nosotros mismos, de quitar prejuicios... Yo creo en el diálogo y en la palabra y eso nos hace mejores.

“Las libertades cuestan mucho conseguirlas y es muy fácil perderlas”

P.- Elio vive su homosexualidad de una manera contradictoria, dando pasos hacia delante y hacia atrás, ¿es también crítica a la creciente homofobia?

R.- Nos creemos modernos pero no somos tolerantes. En cuanto te descuidas saltan el demonio y los fantasmas. Tenemos demasiado pegado en el ADN el pasado y la libertad hay que reivindicarla cada día. Las libertades cuestan mucho conseguirlas y es muy fácil perderlas. 

“Es necesario el diálogo, entre derechas e izquierdas para construir un país mejor”

 P.- VOX y sectores de otros partidos están defendiendo posiciones muy extremas, por ejemplo el llamado pin parental, ¿estamos perdiendo libertades?

R.- En este tiempo de pandemia, con casi 30.000 muertos, deberíamos pensar que los muertos no tienen ideología, ni tienen carné y deberíamos ser mucho más tolerantes, incluso hacia el que piensa diferente. La libertad es necesaria, vital y hay que pelear por ella. También es necesario el diálogo, entre derechas e izquierdas. Seguramente haya algún punto de encuentro en el que todos podemos ser mejores y construir un país mejor. Muchas peleas crecen porque las fomentamos. No debemos alimentar las mentiras o bulos con titulares porque les valor. Es mejor ignorarlas, siendo consciente de las barbaridades que se dicen. De lo contrario, llegamos a un guerracivilismo espantoso.

P.- ¿No parece que te hagan mucho caso en esto?

R.- No, pese a que todos presumimos de responsables, prudentes y dueños de la libertad, una libertad que cada uno la ve de una manera. Echo en falta una buena foto de todos los líderes el primer día diciendo 'hay que ser responsables, esto va de salud, no de ideologías'. Nos habríamos evitado el ruido de fondo, la pelea de aplausos y cacerolas.

La culpa es de todos y decir eso no es naif, es vital. Pero la responsabilidad no está solo en los políticos, también está en cada uno de nosotros.

P.- ¿Te hubiera gustado estar en el Gobierno en este momento?

R.- Cuando acepto una responsabilidad la acepto con todas sus consecuencias. Así lo hice en aquel momento y si hubiera sido ahora, la habría asumido con empatía. Para apoyar al sector que me encomendaron, el de la Cultura, va a ser muy necesaria. Serán los últimos en salir del pozo y tanto instituciones como ciudadanos debemos fomentar esa empatía. Libros, canciones, series o películas nos han entretenido estos días de pandemia en los que hemos necesitado vivienda, alimento y, también, evasión. No podemos olvidar cuando esto acabe que los que nos han entretenido han sido guionistas, escritores, músicos, compositores, técnicos, iluminadores, ilustradores, creadores de videojuegos, etc. La cultura es Marca España, no sólo el deporte.

“Se necesita un plan España para la cultura. Es nuestra marca y el PIB cultural también es muy importante”

P.- ¿Qué medidas ves indispensables para el sector?

R.- Lo primero que necesitan es que no se les olvide. Esto no es una crítica, no me corresponde a mí y ya hay demasiado ruido. Las ayudas van a ser necesarias igual que lo han sido para el deporte, para los autónomos o para la restauración. Se necesita un plan España para la cultura, por llamarlo de alguna manera, un plan de rescate. Es nuestra marca y genera dinero, el PIB cultural también es muy importante.

P.- ¿Qué has leído durante estos días?

R.- Como vivo solo, he escrito mucho, he pintado mucho -yo pinto desde niño- y he leído en todas esas montañas de libros que tenía acumulados... Muchos. He leído las ‘Cartas de amor’ de Fernando Pesosa, ‘La apasionada vida de Modigliani’, de André Salmon, me he ido a novela de Elena Poniatowska, he vuelto a ‘El Gran Gatsbi’, ‘Moby Dick’, Carmen Martín Gaite... Cuando he acabado con los que ya tenía, me he ido a los que forman parte de mi biblioteca. He releído hasta 'Viento del Este, Viento del Oeste', algo que nunca pensé que haría. 'En la tierra somos fugazmente grandiosos', que me ha encantado. 'El orden del día', de Éric Vuillard, que me gusta mucho… He vuelto a muchos: Elvira Lindo, Marguerite Yourcenar...

P.- ¿Te ha dado tiempo a ver alguna serie de televisión o película?

R.- Sí, he visto series y películas. He intentado ponérmelas en francés para aprovechar ese rato y escuchar otros idiomas.

P.- ¿Cómo estás viviendo el confinamiento?

R.- Solo en Madrid, en un piso sin balcones. Lo que he echado más de menos estos días ha sido un balcón, la casa se me caía encima. Al final no creo que cambiemos porque el olvido es importante para superar las cosas pero creo que la arquitectura sí lo hará. La gente va a querer casas con otro tipo de espacios.

P.- ¿Las ventanas no te han permitido ese contacto con el exterior?

R.- La calle es demasiado ancha y no se ven las caras. Hasta el primer paseíto he estado solo y tampoco me sirvió de mucho, porque no entiendo el paseo sin sentarme en un bar o entrar a un teatro o a una tienda, comprarte una entrada de cine… Al vivir solo, tampoco podía pasear con nadie. Me sentí robot. Aguanté media hora y me volví a casa.

P. ¿Has hecho deporte?

R.- El deporte no es lo mío. Mi yoga es la pintura, que me relaja mucho. Las casas tampoco están preparadas para dar saltos en el salón. Me parece que hay una ficción ahí que no me va.

“Salir a aplaudir empezó siendo emocionante, luego se convirtió en rutina y eso fue peligroso porque perdió la esencia que tenía al principio

P.- ¿Has salido cada día a aplaudir?

R.- Todos los días, salvo uno en que los sanitarios dijeron que no había que aplaudir. Empezó siendo emocionante, luego se convirtió en rutina y eso fue peligroso porque perdió la esencia que tenía al principio. 

P.- ¿A quién o a qué iban dirigidos tus aplausos?

R.- A los sanitarios pero no solo para ellos. Nos hemos olvidado de los que recogen la basura, de los cajeros y cajeras del supermercado, de los farmacéuticos, de un montón de sectores que nos han hecho la vida fácil y son invisibles.

P.- ¿Ha habido en tu barrio caceroladas?

R.- Muy lejanas y tibias. Ha habido un balcón un poco escandaloso al que diría que la bandera es de todos y hay que usarla con prudencia.

“Con las manifestaciones de estos días en Madrid deberíamos ponernos una mascarilla informativa. No hay que alimentar al troll”

P.- ¿Qué sensación te producen las manifestaciones de los últimos días en Madrid?

R.- Creo que son cuatro, pero como los enfocamos mucho y van en bucle, parecen más. España es mucho más responsable que eso que estamos viendo. Deberíamos ponernos una mascarilla informativa en estos casos.

P.- ¿Es mejor silenciar este tipo de cosas?

R.- Sí, no hay que alimentar al troll, no hay que alimentar al enemigo dándole importancia y un lugar. Insisto, no son tantos y es más escandaloso el ruido que un aplauso. 

“Los medios hemos dado a la ultraderecha un espacio tremendo y la hemos alimentado”

P.-¿Hemos cruzado una línea roja?

R.- Estamos cruzando una línea roja terrorífica. Los medios hemos dado a la ultraderecha un espacio tremendo y la hemos alimentado: sus titulares nos parecían graciosos, sus invitados nos daban juego y audiencia… y ahí están. Grecia consiguió que Amanecer Dorado desapareciera ignorándoles. Los periodistas no podemos ser el altavoz de cualquier burrada.

P.- ¿Te habrías sentido cómodo estos días al lado de Ana Rosa Quintana? 

R.- No he visto televisión por las mañanas.

P.- Ana Rosa Quintana se ha posicionado mucho en esta crisis alentando las críticas al Gobierno…

R.- No he puesto la tele estos días porque ha habido una sobreexposición dañina. Al principio la ponía para informarme pero la sobreinformación me generaba más alarma que información. Era una trituradora de datos molesta y tampoco me he alimentado de tertulias. Ahí me he puesto una mascarilla.

Debemos ser todos muy prudentes y hay mucho árbitro. Todos somos presidente del Gobierno, todos somos Fernando Simón… y no debería ser así.

"Fernando Simón es un experto y ya me gustaría tener a mí su conocimiento"

P.- ¿Crees que los críticos han traspasado los límites con Fernando Simón, que es un científico y no político? Quien, por cierto, ya gestionó la crisis del ébola con el Gobierno de Mariano Rajoy.

R.- Está muy expuesto y ha sido inevitable, con tanto experto opinando desde casa. Más allá de posibles errores, nadie quiere que su país vaya mal o que se muera la gente. Todos somos aquí demasiado cuñaos. Fernando Simón es un experto y ya me gustaría tener a mí su conocimiento. Envidio su capacidad y también su capacidad de aguante.

P.- Cuando saliste del Gobierno te tildaron de Máximo ‘el breve’. Ahora tu programa también se ha ido antes de tiempo...

R.- En realidad el programa ha durado más porque se planteó lo para el verano. Se iba a llamar 'Días de verano', como la canción de Amaral. A última hora decidieron lo de 'A partir de hoy', que no me gustaba, por cierto. La sorpresa me la llevé cuando decidieron que iba a continuar en septiembre. 

Sobre el fin de su programa en TVE “No sé si reestructurar la plantilla en medio de una pandemia es lo más elegante del mundo”

P.- Pero lo previsto finalmente era que aguantara al menos hasta final de temporada.

R.- Sí, y ha sido una fatalidad sobre todo por los compañeros, más de 30 familias que se han ido con un ERTE a su casa pensando que iban a volver. No sé si reestructurar la plantilla en medio de una pandemia es lo más elegante del mundo. Mi abrazo a todos esos compañeros que se han tenido que ir. Yo pongo el nombre y tengo que dar la cara por todos esos compañeros, buenísimos, que han hecho un gran programa que he disfrutado mucho. Cogí la franja en un 5% y la he dejado en un 7,5%, con una calidad de invitados brutales y me voy muy satisfecho. Ahora toca focalizar en otra cosa.

P.- ¿Tienes la vista puesta en algún proyecto televisivo?

R.- No, pero como los taxis, luz verde. Estoy libre. Ahora estoy en plena promoción de la novela, y me encanta. El futuro, como no existe, a esperar.

“El secreto de la vida está en volver a empezar, sentirse nuevo e ilusionar. Forma parte de mi ADN”

P.- ¿Has tenido que reinventarte muchas veces a lo largo de tu vida?

R.- Soy disfrutón. Y lo hago con todas las facetas y escenarios que me han tocado. He trabajado en prensa local, comarcal, televisión autonómica, como reportero, como presentador... Informativos Telecinco, magazine... y estoy muy orgulloso de todas ellas. Cada cambio es una reinvención y cada paso, un volver a empezar. El secreto de la vida está en volver a empezar, sentirse nuevo e ilusionar. Forma parte de mi ADN.

“No creo en la épica de la pandemia en el sentido de seremos diferentes”

P.- ¿Cómo crees que será este volver a empezar al que nos enfrentamos todos tras la crisis del coronavirus?

R.- La reconstrucción emocional va a ser muy dura, con tanta gente que no ha podido despedirse de sus muertos. La económica, también, y viene una etapa dura y difícil que va a afectar sobre todo a los más débiles.

Creo que no vamos cambiar nada, no creo en la épica de la pandemia en el sentido de seremos diferentes. No necesito una pandemia para saber el valor de las cosas, de la libertad, de mi familia o mis amigos.

El ser humano tiene tendencia a olvidar y lo olvidará pronto, porque sino, no sobrevives. El olvido va a ser muy necesario. 

Más entrevistas #PalabraDeConfinad@

Carlota Corredera: “Temo que pueda haber pasos atrás en los derechos de las mujeres, como en otras grandes crisis"

Jaume Roures: “Una Cataluña independiente no habría gestionado mejor la crisis, pero la centralización también es errónea

Entrevista con Mercedes Milá: "No me veréis de tertuliana"

Juan José Badiola: "Los gatos no trasmiten el coronavirus a humanos y los perros son poco receptivos"

Pilar Eyre: "A Felipe VI le falta el último paso: retirarle el título de rey a su padre”