Concluye un año convulso. Un año en el que el tablero político ha estado en manos de muchos y las amenazas por darle la vuelta han ido in crescendo. Un año donde la sociedad española ha asistido a un auge de la violencia, los radicalismos y la polarización, pero frente a los que ha sabido responder con contundencia, clamando por la justicia, los derechos humanos y la responsabilidad política. Con todo, doce meses que ya quedan atrás con el recuerdo vivo de múltiples protestas y manifestaciones que han llenado las calles del país con un mismo objetivo: la defensa de la dignidad humana y la condena de aquello que la corrompe.

Por materias, la vivienda, la sanidad, la educación, el feminismo y el medio ambiente han protagonizado el grueso de las movilizaciones que en 2025 han salido a la calle. En la memoria de todos quedará el 5 de abril de 2025 cuando miles de personas en todas las partes del país salieron de sus casas para exigir el fin de los precios desorbitados del alquiler y de la vivienda, un problema que sufren de manera especial los grupos más jóvenes y aquellos vulnerables. En este sentido, la sociedad denunció también la especulación inmobiliaria que agrava todavía más esta crisis y que posibilita que, mientras miles de viviendas adquiridas por grandes fondos permanecen vacías, multitud de familias luchan por conseguir un acceso a una vivienda digna. Una manifestación que, aunque consiguió llenar ese día las calles de forma masiva, no ha sido la única que este año se ha celebrado por esta razón, la de exigir que la vivienda deje de ser un privilegio y pase a consolidarse como lo que es, un derecho fundamental.

En esta línea de protestas, uno de los pilares básicos de la sociedad como es la educación también se ha visto forzado a salir a la calle para exigir mejoras en las condiciones laborales de los docentes que acompañan, enseñan y educan a miles de personas en este país, y también para lanzar una férrea defensa a la educación y universidades públicas que siguen sufriendo la asfixia de quienes privatizan y ahogan este servicio básico y fundamental. Ejemplo de ello fue la manifestación de la que la capital fue testigo el pasado 27 de noviembre, cuando miles de estudiantes universitarios se echaron a las calles para denunciar la deriva privatizadora a la que el Gobierno de la Comunidad de Madrid está sometiendo a las universidades, derivando todo ello en una pérdida de calidad en las enseñanzas impartidas y en el sistema universitario público.

También con la denuncia como epicentro, a finales de septiembre estalló en Andalucía un grave escándalo que ha rodeado a la Junta de Juan Manuel Moreno Bonilla después de que se detectasen irreparables fallos en los cribados de las mujeres con cáncer de mama. A raíz de ello, centenares de mujeres enfermas y afectadas por estos errores salieron a las calles para denunciar la gestión del Gobierno andaluz y actuar de precedente para que en otras comunidades autónomas dieran también la voz de alarma con los mismos fallos y las mismas graves consecuencias. 

Todas estas movilizaciones no solo han servido para ejercer presión, sino que también han conseguido respuesta y resultado. El 3 de noviembre el expresidente de la Comunidad Valenciana Carlos Mazón anunciaba su dimisión tras doce meses de manifestaciones mensuales contra la gestión que el Consell hizo de la trágica DANA que devastó la provincia de Valencia el 29 de octubre de 2024 y que dejó 230 víctimas mortales. Desde aquella fatídica tarde, cada 29 -aproximadamente- de cada mes, centenares de familias de víctimas salieron a las calles para reclamar la dimisión del exjefe del Consell y exigir justicia. Pese a que esta dimisión llegó, Mazón sigue aferrado a su acta de diputado, por lo que las protestas y movilizaciones siguen su curso, hasta que se depure la última responsabilidad y las víctimas, por fin, puedan iniciar y transitar el luto que arrastran desde aquel 29.

En esta línea de denuncia a dirigentes políticos y responsables, los incendios que durante el verano devastaron el noroeste del país provocaron que miles de personas en Castilla y León, Galicia y Extremadura -las tres comunidades más afectadas por el fuego- se echaran a las calles en multitudinarias manifestaciones para protestar contra la gestión que hicieron los respectivos gobiernos autonómicos de estos incendios y las condiciones a las que someten a los bomberos forestales que durante esas semanas trabajaron sin descanso para tratar de que la tragedia fuera lo menor posible. De hecho, por este mismo motivo, también han sido sonadas este otoño las protestas que han dirigido diferentes consorcios de bomberos en la capital para reclamar mejoras laborales y condiciones de trabajo dignas.

Al hilo de todas estas manifestaciones y exigencias por parte de la ciudadanía española no ha sido para menos la condena al genocidio de Israel. A todas y cada una de las protestas que inundaron las calles de España para exigir el fin de la masacre de Israel sobre Palestina y también como símbolo de solidaridad con su población, para siempre quedará el recuerdo de una edición de La Vuelta que estuvo marcada por las protestas propalestinas y que provocó que el final de la última etapa -prevista en Madrid- tuviera que ser cancelada. Por esta misma razón, el 15 de octubre de este año España vivió una jornada de huelga nacional en apoyo al pueblo palestino y para protestar contra el genocidio.

Por su parte, y como cada año, el 8 de marzo y el 25 de noviembre volvieron a demostrar que el machismo y el patriarcado siguen cobrándose la vida de centenares de muejeres solo por el hecho de serlo, y que la desigualdad de género, en pleno siglo XXI, sigue siendo una realidad. 

Pese a que todas las movilizaciones mencionadas anteriormente compartían el objetivo de luchar por la justicia social y la responsabilidad de quienes encabezan o agravan las tragedias, 2025 también ha dejado imágenes que animan a seguir luchando en el año que entra con más fuerza si cabe. En julio, el municipio murciano de Torre Pacheco se manchó de racismo en sus calles, cuando grupos organizados de ultras decidieron salir a perseguir a las personas migrantes de la localidad y tomar la violencia por su mano. Unos actos vandálicos y extremistas que, no obstante, tuvieron rápida respuesta con la condena absoluta de la sociedad. Una condena que también tuvo que hacer acto de presencia en noviembre cuando, a raíz de los 50 años de la muerte del dictador Francisco Franco, La Falange y nostálgicos del franquismo salieron a las calles de Madrid ondeando banderas preconstitucionales y tratando de devolver al presente un régimen autoritario que tanto dolor causó al país.

Y así, con todo ello, España cierra un año en el que la desigualdad y la injusticia ha estado presente prácticamente en todos los meses de 2025, pero en el que la sociedad ha demostrado que es en el dolor de los otros y en la vulneración de los derechos humanos y fundamentales cuando sabe responder y actuar con contundencia, de lo que las calles del país ya son testigo. 

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