En estas fechas en las que tantas promesas electorales pintan nuestro país como una auténtica fantasía, conviene conocer el origen de Jauja. Una tierra prometida que solo sirve para robar a los incautos que se creen tal chaladura.
Antes de adentrarnos en la función picaresca de esta geografía fantástica habría que buscar sus orígenes, que muy probablemente se basen en la Biblia, concretamente en el sexto capítulo del Deuteronomio donde ya se habla de Israel como “la tierra que fluye leche y miel”.

Los lugares idílicos que promulgaban las religiones fueron puestos en duda durante el Renacimiento

Los lugares idílicos que promulgaban las religiones fueron puestos en duda durante el Renacimiento, satirizados con ejemplos como Narragonia, el país de los tontos del que habla Sebastian Brant.

Esta exageración lo único que propició en la Europa cristiana fue el cachondeo y la chanza dando pie a lugares satíricos en el siglo XV, como montaña Hirßbrey de la que habla el poeta y zapatero alemán Hans Sachs, o el país de los tontos que relata el humanista alsaciano Sebastian Brant. Lugares en los que está castigado trabajar y donde pagan por dormir, en definitiva el ecosistema perfecto de los holgazanes.

De esta manera el libro de Sebastian Brant: La nave de los locos (aunque sería más correcto decir la nave de los tontos), popularizó la idea de un lugar idílico al que solo los idiotas pretenden llegar. En poco tiempo estos enclaves se asociaron a comarcas reales como así pasó con la región francesa de Lauragais a quien pronto se le denominó el “país de la cocagne” que sería algo así como el pais de las tortas y que dio origen a nuestra popular expresión de la cucaña.

Tanto el país de los tontos, como el país de las tortas, influyeron en artistas como El Bosco o Pieter Brueghel, quienes plasmaron con sus pinceles los disparates cometidos en estas geografías del despiporre.

En el país de la cucaña que pintó Pieter Brueghel solo hace falta abrir la boca para que te caigan pasteles o vino desde los tejados

En el país de la cucaña que pintó Pieter Brueghel solo hace falta abrir la boca para que te caigan pasteles o vino desde los tejados.

Incluso siglos más tarde el cartógrafo Johann Baptist Homann plasmó en un mapa este mundo del descontrol dividido por provincias tan singulares como: Furlandia (la tierra de los hurtos), Lucronia (tierra de la gula), Venerea maer (mar del vicio), Mare Ebrium (mar de la borrachera).

Por lo tanto, no es de extrañar que en el año 1547, cuando las noticias de todas estas geografías del disparate habían llegado a España el genial dramaturgo Lope de Rueda las llevase a la escena. En concreto con un entremés titulado La Tierra de Jauja.

La tierra de Jauja

El topónimo que ha dado origen a nuestra expresión coloquial para referir el descontrol parece que Lope de Rueda lo tomó de la localidad cordobesa de Jauja aunque desconocemos su motivación.

No obstante, también existe una localidad candidata en Perú, también llamada Jauja, pero que a tenor de los nombres que le rodean, varios de ellos indudablemente españoles, hace pensar en la Jauja peruana como un recuerdo de la toponimia cordobesa.

Sea como fuere, Lope de Rueda conoció más la localidad andaluza que la americana y aunque geográficamente las dos Jaujas (la cordobesa y la satírica) comparten algunos parecidos como estar en la confluencia de dos ríos, para nada se parecen en cuestión de calidades.

Mapa de Johann Baptist Homann donde se refleja con todo detalle la geografía de la inmoralidad

Mapa de Johann Baptist Homann donde se refleja con todo detalle la geografía de la inmoralidad.

La jauja literaria se sitúa entre dos ríos, (uno por el que fluye leche y otro en el que fluye miel), por si esto fuera poco, en la confluencia de ambos una fuente hace brotar mantequilla y requesones. Los árboles son de tocino y dan como fruto buñuelos, y el empedrado de sus calles está hecho de yemas y sus junturas pasteles.
También hay hornos gigantes donde salen, capones, gallinas, perdices… sin faltar natillas, arroz con leche y un sin fin de manjares que en realidad sirven para embaucar a Mendrugo, el protagonista del entremés que escribió Lope de Rueda.

Básicamente para lo que usa Lope de Rueda este mundo fantástico es para poner de manifiesto las artimañas con las que los dos ladrones (Hozingera y Panarizo) roban todo lo que tiene a Mendrugo.

En este caso, lo que hacen los manipuladores es devorar la cazuela del bobalicón Mendrugo, quien, al finalizar el acto, entiende que la culpa ha sido suya por creer que existe la tierra de Jauja. Así lo pone de manifiesto en su última frase cuando dice: “Si había tanto que comer en su tierra, ¿para qué me comían mi cazuela?”.

La Jauja real, en la provincia de Córdoba

La Jauja real, en la provincia de Córdoba, cuenta con encantos que nada tienen que envidiar a los narrados por Lope de Rueda. (Fuente: www.lagodeandalucia.com)