Tal día como hoy, pero del año 1492 se publicó el edicto de Granada, un manifiesto en contra de los judíos que nos hace reflexionar sobre las paradojas que tiene la historia, y cómo los perseguidos se vuelven perseguidores con más saña aún que con la que a ellos les sometieron.

Si alguien esta pensando en la actual situación de Israel desengáñese, porque en esta sección nos ocupamos del pasado, y es precisamente de eso de lo que hablaremos, del “odium theologicum” o más sencillamente “la fe del converso”, la radicalización de una postura hasta llegar a la más pura hipocresía.

Entre correligionarios cristianos donde sólo imperaría el amor no se dudó en representar a los evangelistas apedreando al papa

Entre correligionarios cristianos donde sólo imperaría el amor no se dudó en representar a los evangelistas apedreando al papa.

La llamada fe del converso se aprecia perfectamente en paganos que se integraron en el cristianismo, como Agustín de Hipona, para acabar siendo adalides de la lucha contra las herejías, o políticos moderados que ante la llegada de un sistema totalitario se transforman en los más recalcitrantes. De este modo el cambio de religión propicia este tipo de comportamientos, lo vemos en casos como Nicholas Donin, que tras abandonar su judaísmo alentó la persecución de su antigua comunidad.

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Quizá lo más llamativo de estos fanatismos es que muchos de los casos más extremos fueron protagonizados por estos antiguos conversos y la historia de España nos da buenos ejemplos. Tal como evidenció el historiador Enrique Soria Mesa en su magnífico libro 'La realidad tras el espejo', la integración de judíos conversos en ámbitos religiosos se podía entender como una forma de eludir sospechas y demostrar una verdadera conversión, pero hay una vuelta de tuerca cuando los conversos pasan a ser inquisidores.

El edicto de Granada que propició la expulsión de los judíos fue redactado por un converso

El edicto de Granada que propició la expulsión de los judíos fue redactado por un converso.

Un buen ejemplo de inquisidores conversos lo encontramos en la familia Coronel. Este linaje que comienza en 1492, con la conversión del rabino Abraham Señor, el cual, dio origen a toda una saga fácilmente rastreable, en la que por ejemplo encontramos a Gabriel Coronel. Este vecino de la localidad guadalajareña de Hita alcanzó el rango de familiar del Santo Oficio (una especie de delator) , del mismo modo, en 1643 uno de sus parientes, el licenciado Coronel, fue declarado comisario de la Inquisición de Toledo.

Lógicamente infiltrarse en los cargos menores podrían entenderse como una estrategia para no levantar sospechas, o incluso como una maniobra para tratar de salvar algún familiar en apuros, pero cuando nos encontramos con conversos en el puesto de inquisidor general... el enfoque es diferente.

El primer ejemplo, sería fray Tomás de Torquemada, primer inquisidor general y de evidentes orígenes judíos, como así señalaron tanto fray Hernando del Castillo cómo Hernando de Pulgar quienes atribuían antepasados judíos a los Torquemada.

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Del siguiente inquisidor general, Diego de Deza, se le atribuye ser descendiente del famoso converso Rui Capón, pero nada seguro. Otras veces los inquisidores compartieron cargo con destacados conversos como Jaime de Conchillos, sobrino del adinerado judeoconverso Lope de Conchillos y a la vez obispo de Lérida, cargo este, que también ocupó el inquisidor Juan de Enguera.

Fray Tomás de Torquemada gran antisemita de origen judío, junto con Fernando el Católico

Fray Tomás de Torquemada gran antisemita de origen judío, junto con Fernando el Católico (cuya abuela materna también pudo ser judía)

Aunque ser obispo y judeoconverso no implica ser un antisemita, hubo ocasiones en las que así ocurrió. El ejemplo más evidente es Francisco de Mendoza y Bobadilla, que, además de ser cardenal, fue autor de uno de los mayores panfletos difamatorios contra los judeoconversos como fue El tizón de la nobleza. Un manual con el que coaccionar a toda la nobleza que en mayor o menor grado tenía algún parentesco judío. Lo llamativo de este caso es que Francisco de Mendoza estaba haciendo exactamente lo mismo que hicieron los enemigos de su antepasado el marqués de Moya, a quien trataron de hacerle la vida imposible en Segovia acusándole de ser judeoconverso.

Aunque fue prohibido, El tizón de la nobleza circuló de forma manuscrita por toda España

Aunque fue prohibido, El tizón de la nobleza circuló de forma manuscrita por toda España.