Los recientes acontecimientos en el Congreso de los Diputados, hacen que esta semana hablemos necesariamente de los errores en la historia de España.
Pero ojo, no hablamos de olvidos puesto que la dejadez podría no ser exactamente un error. La diferencia entre olvidos y errores se entiende con dos historias: La caída de Constantinopla y la historia de santa Úrsula.
La ciudad y en consecuencia el imperio romano de oriente, cayó en manos de los turcos por el despiste de no cerrar una puerta de la muralla, y sin embargo la historia de santa Úrsula cambió de tener 11 mártires vírgenes a 11.000, por haber confundido la M (abreviatura de mártires) con la M de 1000 en números romanos.
En esta última línea nos vamos a mover hoy, en fallos garrafales que cambiaron la historia de España.

Por error, santa Úrsula pasó de tener 11 sirvientas a 11.000. Y eso que entonces no había reforma laboral. 

Leovigildo, el rey al que cambiaron la cara

La plaza de Oriente, el Retiro y otros lugares de España están decorados con una serie de esculturas de los reyes de nuestro país, destinadas originalmente a la cornisa del Palacio Real. Los avatares de la historia quisieron que durante décadas estos reyes pétreos estuviesen almacenados y a la hora de volverlas a colocar surgió una terrible duda: ¿Cómo saber quién era quién, si los nombres se habían quedado en las peanas de la cornisa? ¿Qué cara tenía Witiza? ¿Cuál era el aspecto de Suintila?
Ante tal desbarajuste, se pusieron los nombres cometiendo errores evidentes. Y el más claro es Leovigildo que siendo el único rey con este nombre resulta que tiene dos esculturas, una en la Plaza de Oriente y otra, (la verdadera que nunca llegaron a quitar) en lo alto de la cornisa.

Entonces, ¿qué cara tiene Leovigildo? ¿La escultura que le hicieron originalmente (a la izquierda), o la que, por error, le atribuyeron luego (drerecha)?

Las Navas de Tolosa, animar a unas tropas que no son las tuyas

El ejemplo perfecto nos remonta a 1212 cuando en pleno fragor de la batalla de las Navas de Tolosa, el rey de Castilla, Alfonso VIII, vio con espanto cómo unos soldados batían en retirada un pendón en el que aparecía un oso negro.
Pensando que serían las tropas madrileñas huyendo del enemigo les arengó para que volviesen a la vanguardia, pero cuando se quiso dar cuenta en primera línea de fuego había otro pendón con otro oso y esa vez, sí, dirigido por el alférez madrileño, Sancho Fernández Cañamero.
¿Qué había ocurrido? El rey de Castilla había dirigido por error a las tropas del señor de Vizcaya cuyo emblema era parecido al de los madrileños. Un error militar decisivo en la contienda pues el regreso de tales tropas sirvió para abrir brecha en las filas almohades.

El fragor de la batalla es el campo perfecto para cometer errores... que no siempre tienen malas consecuencias.

El morado ¿de Castilla?

En muchas ocasiones se dice que la franja morada de la bandera de España parte de un error de la 2ª República y aunque tal decisión quedó plasmada en el decreto de 28 de abril de 1931:
(…) dos colores y se le añade un tercero, que la tradición admite por insignia de una región ilustre, nervio de la nacionalidad (…)”.
La historia tiene más miga… Empecemos por aclarar ¿a qué región ilustre se refiere el decreto? No lo sabemos, pero lo lógico es que fuese Castilla y he ahí el error, ningún pendón de Castilla era morado si no carmesí. ¿de dónde viene entonces tal error?
La prueba de que no es un error de la República nos lo demuestran otros organismos (como el Real Madrid sin ir más lejos) que ya habían adoptado el morado como símbolo castellano. Esto nos hace remontar el error al 6 de mayo de 1707, donde se aprobó la creación de una serie de emblemas para la Guardia de Alabarderos diciendo: “que la bandera de la Compañía Coronela fuese morada, que es color de Castilla”.
Es decir, que como el morado se incluyó por Real Decreto, la responsabilidad en última instancia la tuvo el rey Felipe V que con su error dio alas a la creatividad, poco rigurosa, de la Republica.

¿Y si el morado de la bandera republicana hubiese nacido de un error de Felipe V?