Hoy, 11 de abril de 2021, se cumplen 355 años del nacimiento de José Patiño y Rosales, uno de los políticos más famosos del siglo XVIII y al que sacó de quicio un duende, si como lo oyen, un ser fabuloso por su invisible presencia pero que torturó a la plana mayor del gobierno de Felipe V.
Nos trasladaremos al Madrid de 1735 para comprobar cómo el ministro José Patiño había conseguido todo tipo de honores. Eso sí, a un altísimo precio: conspiraciones, maledicencias incluso escándalos como la falsificación de su propia firma.

Si tenía poco con sus enemigos políticos, José Patiño tuvo que lidiar con críticos duendiles.

Tantos eran los disgustos que Patiño pasó a la historia por la famosa frase: "el rey me da sombrero cuando ya no tengo cabeza". Haciendo referencia a que el título de Grande de España le llegaba cuando ya apenas podía disfrutarlo.
Fue entonces, cuando en plena oleada de disgustos, apareció el dichoso duende describiéndose así mismo de este modo:

Yo soy en la Corte
un crítico Duende
que todos me miran
y nadie me entiende;
cuando meto ruido
en el Gabinete
asusto a Patiño
y enfado a los Reyes

Y no era para menos, pues más que un ser fabuloso, el Duende Crítico era un periódico. Un pasquín manuscrito que cada jueves (desde el 8 diciembre de 1735 al 17 mayo de 1736) aparecía en los sitios más recónditos de Madrid, del original se hacían copias que acababan circulando por todas las tertulias en el Madrid. Como era de esperar provocó que el gobierno le buscase hasta debajo de las piedras.
Al cardenal Molina le acusaba de robar dinero del estado, a Patiño de adoctrinar al rey con el Catecismo Político Patiñiano amén de otras tantas lindezas que generaron toda una investigación para encontrarle.

El cardenal Molina, acusado de mangonear en el impuesto de cruzada, fue uno de los más enérgicos buscadores del duende.

En ese año de 1735 las cosas con Portugal andaban tensas y precisamente ese parece ser el motivo que da pie a las andanzas del Duende. Aun así, para el gobierno no sería nada fácil descubrir quién o quiénes se encontraban tras este pseudónimo.
Se produjeron detenciones de todo tipo de personajes, José Antonio Campaña, Ignacio de las Cuevas, Francisco Larrea e incluso mujeres como Ana Dorado, pero el autor de los jueves seguía campando a sus anchas.
Uno de los sospechosos era precisamente portugués, un carmelita descalzo llamado fray Manuel de San José, un personaje al que se le incautaron varios manuscritos del Duende Crítico en su celda. Algunos autores afirman que el escándalo que se le venía encima a la orden del Carmen provocó que el general de la orden, José Velarde y Gómez, muriese de una apoplejía el 2 de junio de 1736, tan solo 3 días después de la detención del “duende”.
Patiño no tardaría mucho más ya que murió en noviembre de ese año.

El 12 de abril de 1736 el duende se jactaba diciendo “aleluya, aleluya que el duende se sale con la suya”. Fuente: Todocoleccion

Pero la vida del Duende, no se iba a detener por una simple prisión conventual. Cuando sus superiores fueron a buscarle al madrileño convento de san Hermenegildo donde estaba preso bajo dos puertas con llave se encontraron que había huido. Dejó una carta al general de los carmelitas argumentando que solo tenía que responder ante la justicia de los carmelitas, no ante el rey como parecía sentenciado, sea como fuere fray Manuel salió de España esquivando la justicia.
El misterio del duende quedó desvelado aunque quedan pendientes muchos enigmas sobre la verdadera vida de este pionero de la sátira política, en el mismo siglo XVIII se escribieron biografías de fray Manuel, pero investigadores contemporáneos como Miguel Ángel Lizaso Tirapu, ponen de manifiesto sus posibles implicaciones en el mundo del espionaje e incluso como el nombre de seglar con el que tradicionalmente se le ha conocido Manuel Freyre de Silva, fuese en realidad  Manuel Ferreira Carballo, según lo cual pudo incluso ser prisionero en la Bastilla. Un enigma resuelto, pero con muchos cabos sueltos y aun por desvelar.

Vista del convento de san Hermenegildo, lugar donde se le perdió la pista al Duende Crítico. Detalle del cuadro de Antonio Joli.