Imagen de un piso de París con velas en la ventana, un gesto que se repetirá por toda la capital gala como señal de duelo.



"Las zonas del centro, próximas a la sala Bataclan están de moda para los jóvenes. Allí se hace lo que en España se conoce como botellón, compran comida rápida y la comen en la calle... es uno de los lugares por donde salen. Creo que por eso atentaron allí". Las palabras son de un español que reside en la ciudad que desde el viernes ocupa las primeras páginas de periódicos y programas de televisión de todo el mundo.

José Manuel Ribo, es un parisino más. Esa categoría se la otorgan los más de 30 años viviendo en la Ciudad de la Luz, un sobrenombre al que sus habitantes darán todo el sentido con velas en las ventanas en señal de duelo. Conoce bien los distritos donde se produjeron los atentados. La diferencia con lo ocurrido con la revista 'Charlie Hebdo' es que en aquel momento se atentó contra la libertad de expresión, pero "ahora se ha atacado la libertad y felicidad de los franceses".

No es un día cualquiera
Como cada mañana, este sábado salió de su casa; pero no era una mañana cualquiera. Era la siguiente al día del atentado más sangriento de la historia de Francia con, hasta ahora, 129 fallecidos. José Manuel es profesor de piano y al despertarse le entró la duda de ir o no a impartir sus clases. Él mismo se respondió: "No podemos permitir que estos bárbaros cambien nuestras vidas". La decisión estaba tomada.

Panel en París para informar a los familiares de las víctimas.



Sin embargo, su pesadilla como la de sus vecinos parisinos comenzó poco después de las 9 de la noche anterior. Hablando por internet con su hermano en España, la comunicación se cortó de repente y la retomó vía telefónica. "Yo creo que internet falló como consecuencia de los primeros ataques. No lo sé, pero todo sucedió prácticamente a la vez".

A partir de ese momento se sucedieron las llamadas y las noticias. Mientras seguía atentamente lo que iba contando la televisión, "no teníamos más información que la que daban los medios de comunicación", tranquilizaba a familiares y amigos que, alarmados, iban poniéndose en contacto con él. Al mismo tiempo, repasaba mentalmente quién de sus conocidos podía haberse visto afectado o necesitaba ayuda.

"Oyeron los disparos"
"A las 10.30 hablé con un amigo que se encontraba en la calle porque su casa está cerca de uno de los sitios donde se produjo un ataque. Le envié un mensaje para que si no podía llegar a su apartamento, viniera al mío". José Manuel tiene además una amiga con cuatro hijos que reside en las proximidades del lugar de otro de los atentados y uno más que estaba en la terraza de una cafetería cercana, porque "el buen tiempo invitaba a salir". "Oyeron los disparos y la policía les indicó que se metieran dentro del establecimiento".

"Las calles vacías..."
Hoy recorrió impactado y nervioso el camino que lleva hasta las casas de sus alumnos. "La calles estaban vacías, no eran lo mismo". Llegó tarde a todas y cada una de sus clases porque "hoy sólo se habla de este tema". Una y otra vez, en todas las conversaciones que ha mantenido la pregunta que queda en el aire es la de ¿A dónde vamos? "No sabemos qué libertades nos van a coartar". En un principio los parisinos no están dispuestos a renunciar a esa libertad de la que siempre han presumido los franceses , pero "hay muchísimo miedo y ese miedo ha llevado a radicalizar el discurso antimusulmán".

Hay quien le ha dicho que "es verdad que no todos los islamistas cometen atentados, pero todos los atentados han sido cometidos por islamistas".

Cada semana un atentado
Hace tiempo que la policía francesa asegura estar desbordada. "La sensación es de desorden, están sobrepasados". Dicen en los medios de comunicación que cada semana se aborta un atentado en Francia. "Esta vez fallaron. Se sabía que iba pasar algo, pero no en dónde".