El corazón de la emblemática ciudad de San Francisco, conocida mundialmente como un epicentro de la innovación tecnológica y el progreso, oculta una compleja realidad paralela alejada del imaginario popular, que contrasta drásticamente con sus imponentes rascacielos y los gigantes tecnológicos que allí se establecen, como Apple, Alphabet, Nvidia o Meta. Este foto reportaje se sumerge en las sombras de la urbe californiana para explorar la creciente presencia de personas sin hogar que sobreviven en condiciones extremas en las mismas calles que albergan algunas de las mayores fortunas del mundo.

Antes de la pandemia, San Francisco se perfilaba como una de las principales metrópolis del mundo, con un vibrante ecosistema de innovación y desarrollo tecnológico. Empresas de renombre global establecieron sus sedes en la ciudad, atrayendo inversiones millonarias que impulsaron la economía local. Este auge permitió a las autoridades destinar recursos a la mejora de espacios públicos y servicios, elevando la calidad de vida de sus residentes. En este contexto de prosperidad, la ciudad se consolidó como un referente de modernidad y progreso, atrayendo tanto a profesionales del sector tecnológico como a turistas de todo el mundo.

Sin embargo, la pandemia de COVID-19 marcó un punto de inflexión en este escenario. El aumento del trabajo remoto, inicialmente una medida adoptada ante la emergencia sanitaria, se mantuvo en muchas empresas, permitiendo a los empleados trasladarse a ciudades más asequibles. San Francisco ya era una de las ciudades más caras de EEUU, pero tras el impacto económico, el alto costo de vida se hacía más inasumible, convirtiéndose en un factor clave para que muchos decidieran abandonar la ciudad. El Índice Numbeo más reciente del coste de vida situaba la ciudad de San Francisco en el cuarto puesto entre las ciudades con el coste de vida más alto del mundo, solo superada por Ginebra, Zúrich y Nueva York.

Esta combinación de factores aceleró la salida de habitantes de San Francisco, provocando una disminución de la población del 9,42% desde el año 2020. En ese año, el censo registraba 870.518 residentes, mientras que en la actualidad la población se sitúa en 788.478. Aunque esta cifra refleja las dinámicas cambiantes de la ciudad, también pone de relieve los problemas estructurales que enfrenta: el alto costo de la vivienda, problemas de seguridad pública, la falta de accesibilidad económica, el deterioro de los servicios, y las crecientes dificultades para mantener una calidad de vida adecuada.

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El declive poblacional también ha dejado más expuesta una realidad que contrasta profundamente con la imagen de innovación y riqueza de San Francisco: la crisis de personas sin hogar. A pesar de ser un epicentro mundial de la tecnología y el desarrollo económico, la ciudad ha experimentado un aumento en la cantidad de personas que viven en las calles. Según el Informe 2024 PIT Count, publicado en agosto de 2024 por el Gobierno de la ciudad, San Francisco cuenta actualmente con más de 8.300 personas sin hogar, lo que representa aproximadamente el 1% de su población total. Esta cifra no solo es un recordatorio de los desafíos sociales que enfrenta la ciudad, sino también una señal del aumento de la brecha entre la opulencia de la industria tecnológica y la creciente desolación de aquellos que no logran acceder a una vivienda digna.

Esta problemática queda agravada por la proliferación y fácil acceso a los opioides sintéticos (fentanilo) en las calles del país durante los últimos años. En concreto, en la ciudad californiana, las consecuencias han sido fatales, siendo esta droga la principal protagonista de las 752 muertes por sobredosis (623 por fentanilo) reportadas en el informe de Office of the Chief Medical Examiner.

Mientras los imponentes rascacielos simbolizan el éxito de la industria tecnológica, las aceras reflejan una crisis social en expansión. Este contraste es el enfoque del fotorreportaje “San Francisco: De La Innovación A La Desolación”, que explora la desconexión entre el auge económico y la situación de vulnerabilidad extrema en la que viven miles de personas. Este trabajo periodístico expone los distintos agentes que condicionan el día a día en las calles, centrándose en las historias humanas detrás de cada rostro, plasmando la realidad de las grandes avenidas, centrándose en transmitir las narrativas que han llevado a estas personas a enfrentarse a situaciones adversas.

A través de una mirada profunda, se arroja luz sobre una cara poco explorada de La Bahía, evidenciando la brecha entre opulencia tecnológica y la desolación de aquellos olvidados que hacen por sobrevivir en las calles de una ciudad que simboliza, simultáneamente, el sueño americano y una cruda realidad. Pese a haber recibido gritos y alguna amenaza por parte de ciertos individuos al transitar por el barrio de Tenderloin especialmente, incluso en momentos en los que no estaba siquiera tomando fotografías y solo llevaba la cámara en mano, quiero destacar la amabilidad de las personas con las que he tratado, en su mayoría dispuestas a colaborar en el proyecto.

Habiendo visitado en tres ocasiones la ciudad de San Francisco, uno no se acostumbra al sentimiento sobrecogedor que irradia volver a toparse con esa realidad de las calles, y como allí está normalizado que haya campamentos de tiendas en medio de la ciudad, decenas de personas bajo los efectos de las drogas tiradas en las aceras, mientras si te paras durante tres minutos en el mismo cruce en el que hay cuatro tiendas de campaña, puedes ver pasar algunos de los vehículos más innovadores del mundo. Todo esto ha llevado a momentos de gran reflexión personal.

La diferencia entre hombres y mujeres sin hogar en las calles es sustancial: ellas son minoría y están en lugares más aislados, algo que tampoco considero sorprendente como forma de autoprotegerse de zonas donde las adicciones y las enfermedades mentales son recurrentes. Tras escuchar las historias de distintas personas sin hogar, además de los testimonios de trabajadores de algunas asociaciones, se puede concluir que el riesgo de quedarse en la calle en San Francisco es mayor del que puede parecer; un disparo en los precios del alquiler, una emergencia médica o un despido inesperado pueden resultar en una situación de sinhogarismo en una ciudad donde el precio de la vida es uno de los más elevados del mundo.

Trabajadores sociales de Coalition On Homelessness contaban cómo la población latina sin hogar se disparó en California a raíz de la pandemia, familias principalmente dedicadas a ofrecer servicios de restauración se veían obligadas a vivir en la calle, en coches o en albergues. La falta de acceso a vivienda asequible y programas de apoyo social adecuados contribuye significativamente a la persistencia del problema de la falta de vivienda en San Francisco. El aumento del precio de la vivienda en el centro de la ciudad, la crisis del fentanilo, la situación de los sin techo y la posibilidad del trabajo remoto provoca que la mayoría de las familias migren a las afueras buscando tranquilidad. No se ven en el centro urbano muchas familias locales.

Víctor Revenga es periodista, fotógrafo y director creativo en Wevolv

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