Hambre, violencia y destrucción. La Franja de Gaza aúlla de dolor, grita a la desesperada por un mínimo de humanidad; una humanidad que Israel no está teniendo ni un mínimo atisbo. El argumento que rezaba ‘en defensa propia’ tras los ataques de Hamás del 7 de octubre de 2023 han quedado desfasados y completamente injustificados. Las imágenes de dolor, desgarro, niños desnutridos y ruinas por doquier son pruebas más que irrefutables para hablar de genocidio.

Hablaremos de cifras, cuando ya son más de 59.900 los palestinos asesinados en Gaza en estos dos años desde la ofensiva militar del Gobierno de Benjamín Netanyahu, sin olvidar las 145.233 personas heridas por los continuos bombardeos, según ha confirmado este lunes el Ministerio de Sanidad gazatí. Pero no hace falta hablar de números, porque detrás de estos hay nombres de hombres, mujeres y en torno a 17.000 niños inocentes que no volverán.

Las guerras y conflictos armados llevan consigo una tónica de aniquilación que difícilmente es fácil de describir, pero lo distintivo de lo que Israel está llevando a cabo en Gaza es una muestra de un nivel de destrucción pocas veces antes visto. Según los datos aportados por las autoridades palestinas, 8.755 personas han muerto desde el pasado 18 de marzo, fecha en la que Netanyahu ordenó romper con el alto el fuego pactado en enero, relanzando con aún más brutalidad su ofensiva militar.

De las cifras de fallecidos, 100 son de las últimas 24 horas y, de los mismos, 25 personas han sido tiroteadas por las tropas israelíes cuando trataban de conseguir una escasa ración de comida en los puntos de ayuda humanitaria. ¿Hasta qué punto ha llegado la barbarie para disparar a gente desarmada y hambrienta?

Las imágenes del hambre son las que llevan inundando las noticias internacionales y las redes sociales en las últimas semanas. La comida en Gaza escasea, no sólo de los recursos naturales del territorio, debido a que las fuerzas israelíes han privado hasta el paso de los civiles al mar para pescar, sino también la llegada de ayuda humanitaria desde el exterior, condenando así a miles de familias a sobrevivir con casi nada que llevarse a la boca. 147 palestinos han fallecido por hambre o desnutrición; 88 de ellos, niños.

Gaza se muere ante los ojos impasibles de una comunidad internacional ralentizada, que debate mucho pero hace poco, que pide enérgicamente el cese de la violencia pero no intermedia eficazmente para que se materialice. Los palestinos viven atrapados en su tierra, sin poder salir ni por mar, tierra ni aire; dos millones de personas que se han tenido que desplazar forzosamente a una parte de la Franja por la presión israelí. Muchos han comparado esta agonía con otros episodios de la historia reciente, incluso con películas como ‘La zona de interés’. Y es que debería ser precisamente eso, ficción. ¿Cómo es posible que se permitan escenas de este calibre en pleno XXI?

Ya sea en Occidente por parte de Europa o más allá del Atlántico en voz del gigante Estados Unidos, las palabras brotan en manada en boca de unos y de otros, pero las acciones eficaces para frenar la ambición genocida de Netanyahu brillan por su ausencia.

Cierto es que, desde la comodidad de las redes sociales, son muchas las opiniones que confrontan y se diluyen. Por un lado, son muchos los que condenamos las imágenes que nos llegan desde Oriente Medio, nos sumamos a campañas de apoyo y difundimos todo lo posible porque ésta agonizante realidad no caiga en el olvido, porque Gaza pueda resurgir de las cenizas en un horizonte próximo. Sin embargo, en la otra cara de la moneda, resuenan argumentos de corte más político, aún incluso el de “Israel tiene derecho a defenderse”. ¿Ha caído en el olvido aquel planteamiento de Trump y Netanyahu de convertir la Franja en un resort de lujo? ¿O el discurso de la actriz de Hollywood, de origen israelí, Gal Gadot, situando el foco en los rehenes de Hamás y omitiendo los miles de niños palestinos asesinados por Israel?

No caben razones políticas en el genocidio de Gaza, los palestinos no piden un debate sosegado; piden humanidad y auxilio.

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