La escalada de tensión en Oriente Próximo alcanza un grado más después del ataque masivo con misiles que el pasado martes llevó a cabo Irán sobre Israel. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, no tardó en salir al paso y prometer que habría represalias, una amenaza que encuentra el respaldo de su aliado Washington y ante la que Tehéran espera pacientemente.

El marco internacional va de giro en giro -aunque los daminificados siempre son los mismos- desde que hace ya casi un año Israel intensificara los bombardeos contra Palestina y la Franja de Gaza justificando la ofensiva como defensiva tras el atentado de Hamás. Si en los últimos días era Líbano quien entraba en juego sin buscarlo -Tel Aviv invadió el sur del país causando también miles de muertes y un éxodo sin precedentes- ahora es Irán quien, de nuevo, salta a la palestra.

El mundo se tambalea y el pie del que más cojea ahora mismo es Oriente Próximo. Entretanto, la acción de Teherán es calificada por los expertos en la materia como poco menos que de torpe, ya que los misiles balísticos han servido desde un punto de vista estratégico para si acaso exacerbar todavía más los ánimos bélicos en esta zona del planeta.

Irán ya intento algo similar allá por abril y, de nuevo, encontró la respuesta del país de Netanyahu y del de Joe Biden. Ahora, Teherán percibe la reacción del sistema antiaéreo israelí conocido como la Cúpula de Hierro y de Estados Unidos a partir de sus aviones y baterías navales. Por lo tanto, no ha tenido efectos prácticos, pero sí ha recibido -o lo hará- la contestación de Tel Aviv con el respaldo de Washington.

El ataque duró poco, pero sirvió para agravar aún más los ánimos y que Israel encuentre legítimo lo que todavía vende como defensa a pesar de atacar de forma indiscriminada durante casi 365 días enclaves en los que también se asienta población civil.

De hecho, aunque la Guardia de la Revolución Islámica iraní anunció un éxito sin precedentes, la realidad es que los misiles -a pesar de ser mucho más rápidos y difíciles de derribar que los que empleó en abril tras el ataque sobre Damasco- tampoco causaron daños cuantiosos.  

Así lo refleja, sin ir más lejos, que la respuesta militar israelí y estadounidense no haya sido devastadora, aunque ninguna de las partes niega la “escalada significativa” -en palabras del asesor de Seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan- de tensión en la que los misiles se han traducido en la zona.

La oportunidad que esperaba Netanyahu

Los ayatolás han vendido a bombo y platillo el ataque y han dado gracias a Dios porque les deja “cerca” de la “conquista”, pero la realidad es bien distinta, y es que los misiles han pasado de ser un arma bélica a algo incluso más contundente en el contexto actual: un discurso para Netanyahu a quien, ahora sí, se le pone la alfombra roja para postularse como víctima ante la opinión de los defensores a ultranza de su país y de la acción que lleva un año perpetrando; ataques que el responsable israelí sigue haciendo pensar, van contra objetivos militares, a pesar de haber causado ya la muerte de miles y miles de civiles que considera daños colaterales.

Habéis cometido un gran error y lo pagaréis

Así pues, el lanzamiento de misiles balísticos son en última instancia propaganda para el ministro ultraderechista y sus paisanos, una justificación para devolver el golpe con más fuerza e intentar Israel cumplir el pretérito que lleva años persiguiendo, aunque desde octubre de 2023 ha operado de manera mucho más dura y todavía con menos miramientos: terminar con los enemigos jurados de su país, el Eje de Resistencia islamista que él califica como “eje del mal”. No escatimó el político israelí en sus amenazas. “Habéis cometido un gran error esta noche y pagaréis por ello”, emitió al poco de producirse los últimos hechos.

No es una respuesta a la operación “flechas del norte”

Irán trató de contener la respuesta de Netanyahu explicando que su ataque no fue una respuesta a la invasión en Líbano -la conocida como “flechas del norte” y que Israel calificó como “incursión terrestre limitada, localizada y selectiva”- que EEUU habría pedido en primera instancia no cometer aunque después terminó defendiendo.

Por el contrario, las fuerzas iraníes han acentuado que se trata de una manera de responder al asesinato el pasado 31 de julio del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en la propia capital iraní; y del dirigente supremo de Hizbulá, Hasán Nasrala, en septiembre.

Han sido dos semanas de bombardeos desde Tel Aviv hacia Líbano, que han dejado un millón de desplazados de una población de apenas cinco millones y medio de personas: el mayor éxodo en la historia de un país de apenas cinco millones y medio de personas.

En cualquier caso, Teherán mantiene que el lanzamiento de misiles forma parte de una ‘cuenta pendiente’ que Irán tenía con Israel -nada que ver con lo de Líbano- que, eso sí, no ha salido según lo esperado por las fuerzas iraníes.

Y entretanto, EEUU

Más allá de los países directamente implicados en el conflicto, los hechos de las últimas horas han servido para reforzar que tampoco EEUU decaerá en su apoyo incondicional a Israel, a pesar del genocidio que está llevando a cabo en Gaza y que ha extendido a otras partes. De hecho, está siendo el principal defensor de las acciones israelís tanto en lo discursivo como en lo material.