Habrá segunda vuelta. El presidente de Brasil, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha conseguido vencer a la demoscopia y resistir a la oleada progresista en la primera vuelta de las elecciones. Lula da Silva se ha impuesto, pero no ha superado el 50% de los votos en una primera vuelta que refleja la división de un país que se jugará su futuro, de forma definitiva, el próximo 30 de octubre.

“Vamos a ganar, esto es solo una prórroga”, decía da Silva una vez que el escrutinio, eterno y más largo de lo esperado, avanzaba y reflejaba con certezas cuál sería el resultado final. “Hay voluntad de cambio, pero algunos cambios pueden ser a peor”, indicaba, por su parte, el todavía presidente Jair Bolsonaro.

Empieza así una nueva campaña electoral en el que los dos grandes aspirantes a alzarse con la presidencia del país carioca tratarán de retener a sus fieles y movilizar a los indecisos. Lula da Silva parte con ventaja, pero en su equipo no se fían: “Todo está abierto”, indicaban este mismo domingo, a medida que avanzaba el escrutinio, en la sede del Partido de los Trabajadores. De hecho, en la sala de máquinas del partido, donde se observaba cómo cambiaban los resultados a medida que se contabilizaban los votos, hubo nervios hasta el final. En algunos momentos de la noche, el presidente Bolsonaro aventajó a su candidato -el favorito según todas las encuestas- en hasta cuatro puntos porcentuales. Finalmente, la izquierda respiró aliviada, aunque con una nueva vuelta pendiente en la que el escenario sigue siendo una incógnita.

Por el momento, y más allá de las encuestas, el resultado que precede a la gran cita del 30 de octubre es el siguiente: con el 99% del voto escrutado, Lula da Silva se ha impuesto con el 48% de los votos, mientras que su rival, Jair Bolsonaro, ha conseguido el 43%, un porcentaje muy superior al que vaticinaban las encuestas. En tercera posición, y siendo la gran sorpresa de la noche gracias a su 4%, quedó la senadora Simone Tebet, líder del Movimiento Democrático Brasileño (MDB). Considerada la defensora del agronegocio, la candidata rentabilizó su gran preparación en los debates televisados.

Una campaña de dudas, al estilo de Trump

Los resultados ponen fin, al menos momentáneamente, a las dudas que Bolsonaro ha sometido sobre la seguridad del sistema de votación brasileño. Al más puro estilo Donald Trump, expresidente de los EEUU, Bolsonaro negó a lo largo de su campaña electoral el resultado que presagiaban los sondeos, indicando que "había algo raro" que le hacía pensar en un posible fraude. 

El límite para fiarse de los resultados era el 60% de los votos. El todavía presidente, al menos hasta el 30 de octubre, indicó que si no alcanzaba ese porcentaje en el recuento no se fiaría del sistema de seguridad. Frente a esta campaña de dudas y fraude ha trabajado Lula da Silva y su partido, que han llamado en numerosas ocasiones a la población a acudir a las urnas y desbancar al ultraderechista del poder. “Tenemos que ganar las elecciones en primera vuelta porque Brasil no aguanta 20 días más de esta gente armada”, dijo el diputado estatal de Paraná por el PT, Luiz Henrique Dias da Silva.