Trump es oficialmente el nuevo presidente de Estados Unidos. Las reacciones han sido mixtas, pero lo que queda claro es que su presidencia va a cambiar el panorama geopolítico con países latinoamericanos. Con una focalización hacia la inmigración ilegal en la política exterior de Trump, no es fácil de predecir cuál va a ser la dirección que el ultraderechista tome en esta ocasión.

Trump ha hecho campaña activa en contra de la inmigración, empleando discursos radicalizados en los que llama a los inmigrantes ilegales "alienígenas". Pese a que este término se dirige, generalmente, hacia la población latinoamericana, no es la región con el mayor número de inmigrantes a Estados Unidos -componen el 27%-, según el Pew Research Centre. El reforzamiento del Acto de Inmigración y Nacionalidad (INA) forma parte del Proyecto 2025, documento que destaca que si "el presidente encuentra que la entrada de cualquier alienígena […] a Estados Unidos podría considerarse un detrimento a los intereses de Estados Unidos", podrá "suspender la entrada de todo alienígena" o "imponer las restricciones que encuentre necesarias".  La Agenda 47 de Trump apoya esto, convocando que se "deportarán alienígenas ilegales".

Muchas promesas incumplidas

Parte de la campaña de Trump en 2016 se centró en la construcción de un muro en la frontera con México; promesa que terminó por no cumplirse. Esta vez, ha prometido seguir construyendo el muro y parece que va armado con un plan más detallado. Ha nombrado a Tom Homan, uno de los involucrados en el Proyecto 2025 y conocido por su política antinmigrante, como su "Cazar de la frontera" para emprender deportaciones masivas. A su vez, de acuerdo con MSNBC, algo que podría ocurrir con el regreso de Trump a la Casa Blanca es la aplicación de una política vengativa: dentro del abanico de posibilidades, el presidente electo podría perseguir a los casos abiertos de inmigración que su Administración "dejó preparados", pero de los que Biden eliminó los procesamientos y audiencias.

Este mandato guarda similitudes económicas con su campaña de 2016, donde pretendía y sigue intentando fomentar la industria de manufacturación americana a través de políticas proteccionistas. A diferencia a su campaña anterior, esta vez propone medidas mucho más duras que afectan directamente a países latinoamericanos, subiendo aranceles y usándolos como amenaza. En concreto, propone que, si países latinoamericanos, específicamente México, no toman medidas para parar la inmigración, tomara represalias a través de aranceles, según NBC News.

¿Latinoamérica puede unirse con una moneda común?

Brasil y Argentina anunciaron el año pasado su intención de lanzar una unión monetaria llamada "Sur". La propuesta fue rechazada contundentemente, pero lo que destacó de esta iniciativa es la intención de desdolarizar el continente. Esta intención va acorde con los movimientos en varios países latinoamericanos, que buscan independizarse de las influencias norteamericanas. Aún así, la propuesta emanó de solo dos países cuyas economías son las mayores del continente. La adopción de una moneda común sería indudablemente más difícil para economías más pequeñas o pobres.

Sin tomar en cuenta la amenaza arancelaria de Trump, se necesitarían muchas garantías y acuerdos robustos para establecer tipos de cambios estables que permitan el abandono de sus respectivas monedas. Tampoco se puede dejar de lado la renuncia a una parte importante de la independencia de cada país, dado que una moneda común conllevaría una nueva administración central que estaría a cargo de la emisión y control de dicha moneda.

El ejemplo de la creación del euro, donde se tardó más de 30 años para que se pusiera en marcha, demuestra la dificultad de emplear una moneda común. Además, las circunstancias para el euro eran diferentes y muy particulares; existía el equilibrio suficiente y un clima geopolítico que admitía la creación de una moneda común. América Latina no tiene la estabilidad necesaria para que este modelo se reproduzca, según el CSIS.

El caso de Brasil y su participación en los BRICS

Por otra parte, si se habla de uniones comunitarias a gran escala en Latinoamérica, no hay que olvidarse de que Brasil ya está integrado en una a nivel mundial: los BRICS+ (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Egipto e Irán), con las relaciones geopolíticas que ello conlleva. En especial, son relevantes dos agentes en este caso: Rusia y China. El primero, por las tensiones con la OTAN en el marco de la Guerra de Ucrania, que ahora pueden entrar en una diferente fase con la presidencia de Trump, y el segundo, por su ganancia de terreno como socio comercial fiable para el mundo occidental y las consiguientes mejoras en las relaciones geopolíticas entre ambas potencias.

Brasil, por su parte, ha sido un agente importante de construcción de relaciones internacionales en el mundo moderno, impulsando nuevas coaliciones en el marco de la cooperación sur-sur global. Según autores como Eduardo Pastrana Buelvas, "Brasil es una potencia regional que busca un lugar central en el direccionamiento político y económico de América del Sur, de tipo coalicionista o liderazgo consensual por la naturaleza pluralista de su régimen político y el credo socialdemócrata del PT", por lo que en una futurible unión latinoamericana, su rol sería de peso atendiendo a diferentes variables que así se lo conferirían. A su vez, la actitud de Brasil de cara a las relaciones con las grandes potencias ha sido de abandono de todo discurso de confrontación, buscando mantener una política exterior independiente y presentándose como un cooperante de la estabilidad sistémica, haciendo de la región un entorno pacífico. En este sentido, se espera que esta dinámica se mantenga de cara a ambas cosas: a la nueva presidencia de Donald Trump y a una potencial unión entre coetáneos latinoamericanos. 

Milei y el auge de los extremismos

Por otra parte, el regreso al poder de Trump, junto con el ascenso de Javier Milei en Argentina y otros representantes de extrema derecha en otras partes del globo, pone sobre la mesa una cuestión: ¿Están cobrando más fuerza los extremismos? El mandatario argentino ha sido el primer presidente extranjero en reunirse con Trump en su nueva presidencia, en un encuentro que se antojaba previsible ante las muchas similitudes entre ambos políticos populistas.

"La relación entre Milei y Trump es inmejorable", expresaba el doctor en Relaciones Internacionales de la Universidad Johns Hopkins Roberto Russell, también exdirector del doctorado de Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella. "Es probable que Milei descubra que el alineamiento automático no suele traer muchas recompensas, solo dolor y acusaciones de traición", argumentaba por su parte Anthony Pereira, director del Centro de América Latina Kimberly Green, de la Universidad Internacional de Florida. Por parte de Trump, recordar que el líder del Partido Republicano elogió la labor de Milei al frente del país sudamericano.

Sin embargo, a pesar de sus muchas similitudes, Pereira también sostiene que "Trump no comparte la pasión de Milei por la economía de la Escuela Austríaca y, en la medida en que entiende de economía, Trump favorece el nacionalismo económico y el proteccionismo a través de aranceles e inversiones en Estados Unidos".

Un puzzle complejo: Cada país es diferente

Por último, cabe destacar que Latinoamérica es un continente muy particular, definido por un concepto principal: la multipolaridad. En esta región conviven naciones con modelos políticos que están en las antípodas, con situaciones socioeconómicas muy diferentes, con puntos de desarrollo diferentes y con monedas diferentes, además, por supuesto, de las particularidades geopolíticas que experimenta cada uno, como por ejemplo Cuba o Venezuela y sus respectivos embargos comerciales.

A su vez, cada país tiene sus propias particularidades internas: la lucha contra el narcotráfico en países como México o Colombia, Argentina y sus complicaciones económicas, El Salvador y las decisiones políticas de Nayib Bukele... Son muchos los factores que tienen que alinearse interna y externamente para alcanzar una plena unión entre países tan diferentes y con circunstancias tan distantes entre sí. El futuro determinará el rumbo del continente, pero la segunda presidencia de Trump es, sin duda, uno de sus primeros exámenes a corto y medio plazo.