El impulso incansable del gobierno israelí de exterminar al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) es el epicentro de la motivación detrás de su ofensiva en la Franja de Gaza, pero esta organización una vez fue su aliada.
Con más de 62.000 muertes en la Franja, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, instó este miércoles a que se acelerase la implementación del plan militar de tomar la ciudad de Gaza, región que alberga casi la mitad de la población gazatí. Esto involucra la captura de la población y su desplazamiento forzoso hacia el sur de la Franja, una operación que ha recibido denuncias y críticas tanto de gobiernos como de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Netanyahu ha explicado que esta operación busca “tomar el control de la última fortaleza terrorista y derrocar a Hamás”, una misión que ha sido la columna vertebral de las operaciones israelíes en la Franja desde que Hamás lanzase un ataque el 7 de octubre de 2023 que cobró la vida de más de 1.000 civiles del Estado judío. Sin embargo, es una misión que está operando en paralelo con intentos de alcanzar un alto al fuego.
Innegablemente, Israel está bajo inmensa presión internacional, donde incluso uno de sus aliados más cercanos, Alemania, ha empezado a desmarcarse de sus operaciones. Su canciller, Friedrich Merz, anunció hace dos semanas que suspendería parcialmente su envío de armamento a Israel que pudiera utilizarse en Gaza. Aunque la decisión se encontró con resistencia interna, Merz afirmó que, mientras defendía que Israel tiene derecho a la autodefensa, encontraba “cada vez más difícil ver cómo se puede conseguir” un alto al fuego con las escaladas militares.
En los movimientos de países occidentales de reconocer al Estado palestino -actualmente, 147 países lo reconocen-, especialmente los anuncios más recientes de Francia, Reino Unido y Canadá, Netanyahu y miembros de su gobierno han acusado a estos países de “apaciguar” a organizaciones terroristas. Mientras que Hamás es reconocido por la Unión Europea y Estados Unidos como una organización terrorista, todos los miembros de la Unión (excepto Alemania) junto con Canadá exigen la eliminación de Hamás de todos los órganos gubernamentales de Palestina y buscan su desarme.
Con el reciente anuncio de Australia de unirse a los países que reconocen al Estado de Palestina, Netanyahu criticó la “debilidad” de su gobierno frente a los “monstruos de Hamás”. “Cuando la peor organización terrorista del mundo, estos salvajes que asesinan a mujeres, las violan, les cortan las cabezas a los hombres…cuando esta gente aplaude al primer ministro de Australia, sabes que algo va mal”, alertó el primer ministro israelí este jueves en una entrevista con Sky News Australia.
Netanyahu financiaba a Hamás
La estrategia de los gobiernos liderados por Netanyahu siempre se ha enfocado en la división de Palestina para impedir el establecimiento de un Estado consolidado. Incluso ahora, las estrategias de su gobierno en diferentes partes de los territorios son drásticamente diferentes: su misión en Cisjordania es “reclamar” territorio que el gobierno del Estado judío afirma ser suyo a través de asentamientos, mientras que el conflicto en Gaza busca la eliminación de Hamás.
En esta búsqueda, y para combatir el poder del presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, que buscaba establecer un Estado, Israel giró la mirada hacia Hamás, una pequeña organización que surgió como un brazo de la Hermandad Musulmana. Hamás había ganado elecciones democráticas en 2006 en Gaza, pero la división geográfica del territorio y las cuestiones internas llevaron a que tanto la Autoridad Palestina como Hamás se identifican como el poder del Estado. Israel vio esta división como una oportunidad, y empezó a financiar al grupo a través de Catar.
“¿Por qué se hizo? Porque queríamos mantener divididos a Hamás y a la ANP”, explicó Netanyahu en una comparecencia en mayo. Incluso el ultraderechista dirigente del partido sionista y ministro de Finanzas, Bazalel Smotrich, describió en 2015 a Hamás como un activo para el gobierno israelí. Por ello, y a través de maletas que contenían miles de riales que transitaban la frontera con Gaza, la organización se convirtió en una entidad con la que Israel podía -y puede- mantener negociaciones diplomáticas.
Netanyahu afirma que las transferencias de dinero fueron recomendaciones de los servicios de inteligencia del Shin Bet (agencia de inteligencia de Israel) y el Mosad (instituto de inteligencia y operaciones especiales de Israel) y que las trasferencias a Catar se detuvieron en septiembre de 2023, un mes antes del ataque de la organización.
Una investigación de la Shin Bet este pasado marzo reveló que Catar sigue financiando a Hamas, donde este país envía 30 millones de dólares (casi 26 millones de euros) mensuales a la Franja destinados al brazo armado de Hamás. Netanyahu, enfrentando críticas internas, concluyó que Catar no es “amigo” de Israel, pero no ha dado más detalles sobre los motivos por los que su gobierno dejó de financiar a Hamás.