Corrían días oscuros en Génova, cuando Pablo Casado salió al paso de todas las filtraciones que apuntaban a una suerte de espionaje a Isabel Díaz Ayuso por un contrato sombrío con una empresa en la que figuraba el hermano de la prensa y cuyo objeto era la compra de mascarillas en plena crisis del coronavirus. El entonces líder del Partido Popular no titubeó ante los micrófonos de la Cadena COPE. En el programa que presenta Carlos Herrera, el ex jefe de la oposición aireó públicamente un caso de mordidas -similar al de la causa que gira en torno al ex asesor de José Luis Ábalos-, pero que acabó con la líderesa madrileña bajando el pulgar para la decapitación pública del que en tiempos fue uno de sus amigos íntimos. El resto, como suele decirse en estos casos, es historia.

Arrinconado por un aluvión de titulares que apuntaban a una suerte trama de espionaje interna en Génova, Pablo Casado acudió a los estudios centrales de COPE en una jornada que sería la puntilla a su escueta carrera política. El entonces líder del Partido Popular se puso frente al micrófono azul de la emisora de los obispos y ante la presencia de Carlos Herrera para explicar el expediente que se le abrió a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para investigar el cobro de 280.000 euros por parte de su hermano Tomás a través de una sociedad cuyo propietario mantiene amistad con su familia. De hecho, fue el Gobierno regional el que adjudicó el contrato por un montante de 1.500.000 euros para la compra de mascarillas durante los meses más duros de la pandemia del coronavirus.

Aparecieron las primeras informaciones a modo de filtraciones que desde Sol interpretaron como el inicio de una guerra sucia que se cobraría la vida de Pablo Casado. Fue precisamente en esa entrevista en Herrera en COPE, donde el expresidente de los populares cargó su fusil contra la que fuera uno de sus apoyos “durante 17 años”. Lejos de acabar con la vorágine de reproches y acusaciones cruzadas entre las partes, que oscilaban entre el “espionaje” y la “traición”, se recrudeció la tormenta.

Señalamiento y…

Casado posó el dedo sobre su compañera, denunciando públicamente la cantidad de la presunta mordida cobrada por su hermano y que ascendía a un total de 280.000 euros. No titubeó al cuestionar la “ejemplaridad” de la baronesa conservadora ante lo que se preveía como un posible caso de tráfico de influencias en la Comunidad de Madrid, habida cuenta de la mediación de Tomás Díaz Ayuso en la adjudicación del contrato sanitario.

“La cuestión es si es entendible que cuando morían 700 personas al día se pueda contratar a tu hermano y que reciba 300.000 euros de beneficio”. Casado cargó, apuntó y disparó contra la inquilina de Sol, fortalecida un año antes al quedarse al borde de la mayoría absoluta en aquellos comicios que liquidaron las últimas trazas de Ciudadanos en la política regional. El jefe de filas fue con todo en su ofensiva tras verse acorralado por la presión de las baronías, sabedor asimismo de que la “transparencia” es una de las fallas argumentales de Ayuso en una operación que desde su entorno rebajan al negar trato de favor hacia Tomás.

Negó la mayor sobre una presunta cooperación eventual con Moncloa, tal y como filtraban desde el entorno de Ayuso. “No me filtraron el dossier”, admitió Casado, percutiendo en que tenía conocimiento del asunto desde ese mismo verano. De hecho, aseguró que informó personalmente a la presidenta madrileña sobre la existencia de un informe que sugería “irregularidades” en la adjudicación de contratos del Gobierno regional. “Me dijo que recabaría toda la información posible”, precisó el entonces jefe de la oposición, quien continuó salpicando con sospechas la figura de su compañera de partido.

Casado sólo pretendía que “aclarase” una cuestión que podría volverse contra el Partido Popular en su totalidad, habida cuenta de que 280.000 euros suponen un “importe lo suficientemente importante” como para que alguien pueda aferrarse a que “tráfico de influencias”. "A mí me llegó una información a finales de diciembre con datos fiscales y bancarios. Se podría inferir que venía de una institución pública", apuntó.

...golpe de Estado

La rebelión se gestaba lentamente. A medida que crecían las filtraciones y los reproches cruzados a sotto voce. Hasta que trascendieron a la esfera pública. Concretamente, a raíz de esta entrevista en la que Casado puso precio a la presunta comisión que se embolsó el hermano de la presidenta de la Comunidad de Madrid. El resto es historia. Los barones arrinconaron a la dirección nacional del Partido Popular, hasta el punto de forzar la dimisión en diferido de su líder.

Casado cayó por la conjunción inesperada de alianzas en torno a una Ayuso que desde el primer momento se vio con la fuerza suficiente como para aguantar el pulso a Génova. El aparato dejó de estar en manos de la dirección nacional a golpe de filtración, precipitando la muerte política del líder que, un par de meses después, certificaría el gallego Alberto Núñez Feijóo en el Congreso de Sevilla y que, a la postre, abrió una nueva etapa en la fuerza conservadora.

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