El proceso de escucha de Yolanda Díaz ha finalizado. La vicepresidenta segunda del Gobierno es oficialmente candidata a La Moncloa. Tras cerca de un año recorriendo los rincones de España -25 actos en 17 comunidades autónomas-, reuniéndose con diferentes sectores sociales y desesperando a los cerca de quince grupos llamados a formar parte y unir fuerzas en esta carrera electoral, la titular de Trabajo ha arrancado su travesía rodeada de unos pocos curiosos, muchos conocidos, cientos de asistentes y miles de ojos pendientes de sus palabras.

El metro de República Argentina, el más próximo al espacio deportivo escogido para el lanzamiento del movimiento, era un hervidero una hora antes: nadie sabía cuál era la salida correcta, por lo que la masa preguntaba por el Magariños sonriendo y guiñándose un ojo. Se seguían unos a otros, tenían ganas de hablar, cruzaban por el mismo paso de cebra equivocado y volvían sobre sus pasos sin percatarse con una ilusionada inocencia que solo un tema era capaz de alterar: Pablo Iglesias, el innombrable, el líder mesiánico que en otro tiempo profesó esta inspiración, el otrora vicepresidente que decidió que Yolanda Díaz sería su heredera. El único que, ahora, junto a su núcleo duro, es capaz de descapitalizar el apoyo a la ya candidata a la presidencia del Gobierno Yolanda Díaz.

Podemos, sin el Unidas delante, se parte, se fractura intramuros entre los que quieren sumar y los que, por el contrario, insisten en recibir el respeto que merecen, el que creen que les corresponde como fuerza transformadora -que no transversal, he aquí el debate- que ha facilitado que la vicepresidenta segunda, ahora, pueda presentarse en plena calle Serrano sin tener que recorrer universidades, asambleas, manifestaciones; sin tener que improvisar en el Teatro del Barrio como hicieron un grupo de intelectuales y profesores de universidad en 2014, cuando todo tomó forma de cara a las europeas de ese mismo año. El preludio de todo. El ayer del mañana.

La cita ha contado con toda la intrahistoria predecible: ovaciones a las puertas para los diferentes líderes de la izquierda que han decidido acudir a la cita, algún rejón lanzado al aire para acordarse de los que no lo han hecho, gente de comunicación de la variada conjunción de partidos que se arma en bloque moviéndose de forma certera y rápida para hacer diferentes peticiones y muchos llamamientos a la unidad frente a un horizonte, el electoral, en el que la reedición de un gobierno de coalición progresista está en juego y Sumar, la plataforma que pretende reagrupar a todas las sensibilidades a la izquierda del PSOE, es la gran incógnita, la gran oportunidad, el lugar al que todos miran para tratar de despejar sus propias hipótesis electorales.

Con este telón de fondo, y acompañada por casi todos los agentes invitados a sumarse a esta revuelta de las sonrisas publicitada como un tráiler de Gladiator (“hay que estar en los momentos en los que se está haciendo historia”, “este día 2 empieza todo”), Yolanda Díaz ha cogido la palabra para dirigirse a sus pacientes feligreses, que, entre saludos, fotos y conversaciones, la habían esperado cerca de una hora al ritmo de La revolución sexual, Rigoberta Bandini, chanelazos y otras referencias fácilmente rastreables en el Spotify de cualquier recién llegado del Benidorm Fest -incluso se ha colado una cuña publicitaria de Cafés La Estrella-.

“Gente de corazón bueno”, que es como los ha definido en el inicio del acto Jen Herranz, creadora de contenido especializada en videojuegos e internet. “Dicen que qué ha estado haciendo Yolanda todo este tiempo. Pues aprobar el SMI, aprobando la reforma laboral y viendo cómo bajaba y bajaba el paro. Y siempre con los datos, dato va y dato viene”, ha proseguido Herranz, quien leía un discurso que no le había dado tiempo a aprenderse después de que la vicepresidenta segunda la llamase el jueves por la noche, a menos de tres días de hacer de maestra de ceremonias en este evento.

Tras ella, presentes sobre la tarima, y haciendo de teloneras de Yolanda Díaz, Helio Roque, un joven influencer que no ha dudado en arremeter contra aquellos que se refieren a los de su edad como generación de cristal; Maite Navarro, propietaria de un pequeño comercio valenciano que decidió reducir el precio de la compra para ayudar a sus vecinos a capear la inflación; Teresa Fuentes, sindicalista; la escritora Gioconda Belli, que no ha dejado a nadie indiferente con su punzante poema (“aléjate de las alimañas y moscardones que te hurgan el alma (…) aléjate de quien te prometa un reino terrestre a cambio de la sonrisa complaciente”); y Carla Antonelli, exdiputada socialista e histórica activista por los derechos trans ("Yolanda, vas a ser la próxima presidenta de España. Solo te quiero pedir que no permitáis que todos, todas y todes vivamos nuestros propios sueños"). Acabados los prolegómenos y hechas todas las reivindicaciones (desde la salud mental hasta los derechos LGTB e incluso un ‘¡Viva Murcia!’), llegaba el turno de la protagonista de la cita. "Acabo yo y empieza la historia", sentenciaba Antonelli. Turno de Yolanda. Habla la candidata que quiere convertirse en la primera presidenta del Gobierno de la historia de España.

Sin tutelas: "No soy de nadie"

De blanco impoluto, con la pureza del que empieza algo. Pelo recogido, puente Galicia-Madrid y gritos de "presidenta, presidenta": "Bienvenidos todos; también los se han tenido que quedar fuera. Somos el futuro y ya estamos aquí. Tenemos un país con sed de cambio: nuestro país ama, es diverso, alegre. Y sí, estaremos a la altura", ha subrayado la candidata. "Cuando empezamos en Matadero, la gente no entendía el verbo escuchar. Parece sencillo, pero es la base de otra forma de hacer política", ha reivindicado. 

Otra forma de hacer política en la que, además, tienen especial relevancia los agradecimientos. Uno por uno, sin dejarse a nadie, deteniéndose en aquellos que más presencia e importancia tendrán en la conformación de un espacio aún en proceso de quinielas abiertas. Entre gracias, vivas y enhorabuenas, más de un bofetón: "Gracias Alberto [Garzón], por estar donde hay que estar". "Gracias Íñigo [Errejón], por tu inteligencia con este país", proseguía. "Gracias Mónica [García], por enseñarnos la dignidad de lo más importante, que es la sanidad pública", remataba, provocando que en la presentación de Sumar se produjese una imagen difícilmente asumible por Podemos, con 600 personas vitoreando a quienes celebraban como próxima "presidenta" de la Comunidad de Madrid. Lo mismo sucedía con Rita Maestre, Ada Colau o Joan Ribó. También se ha celebrado, como último crochet político a Pablo Iglesias, la mención especial que Díaz ha querido hacer con Elizabeth Duval, tertuliana que mantuvo una fuerte discusión con el exlíder de Podemos hace apenas una semana. 

"La política con mayúscula es decirle a la gente que les vamos a dar tranquilidad. Y mirad, ya lo sabía antes, pero he aprendido en este tiempo que la política no es votar en contra de una reforma laboral por puro politiqueo. Nosotros no queremos politiqueo, sino política de la grande", ha indicado Díaz, perfilando así su estrategia. "Me siento muy orgullosa de aprobar la primera reforma laboral que no ha recortado ningún derecho. Queda mucho por hacer, especialmente con la gente joven. No es verdad que estén desconectados de la política, que no quieran trabajar", ha soslayado, posteriormente, dando entrada a su discurso a grandes reivindicaciones sociales como el ecologismo, el feminismo, los derechos de las personas LGTBIQ o los animales. 

"Nos vamos a dar las manos. Manos muy plurales. No se puede cambiar la vida sin esperanza. Yo lo hago por nuestros padres, nuestros abuelos, aquellos que mantuvieron la esperanza. Lo hacemos por nuestras hijas, para que puedan seguir el hilo de nuestras utopías. Lo hacemos por esa España de las mujeres que es más real que nunca: por las madres de la Constitución, por las maestras, por las sanitarias, por las mariscadoras, las abogadas, las peluqueras o las empleadas del hogar", sostenía, prometiendo "una carta de derechos" con medidas en favor de reducir el precio del alquiler, tener acceso a la salud mental y bucodental y seguir subiendo el salario de los ciudadanos. 

"Mi razón para seguir trabajando es mi hija Carmela. El neoliberalismo ha fracasado", ha resumido. Un discurso plagado a las referencias constantes al abrazo necesario entre la izquierda y la esperanza compartida de seguir protegiendo derechos frente a la derecha. Un aviso a navegantes. Una advertencia a Podemos: el futuro se está haciendo ya y es el momento de subirse. "Yo soy libre y nadie puede detener la marcha de mis pensamientos", decía Yolanda Díaz, citando a Rosalía de Castro. "No soy de nadie. Soy de Sumar y no soy de nadie... Estamos cansados de tutelas", exclamaba la candidata, ganándose la ovación de un Magariños abarrotado y que con cada aplauso clavaba un puñal en el pecho de quien pone palos en las ruedas. 

"Vamos a Sumar con todos y todas. Creo que me conocéis, creo que la política de verdad es otra cosa: es honestidad, algo más fácil de lo que parece (...) He dicho que me iba a tomar un tiempo. He dicho que recorrería toda España. Voy a dar un paso adelante. Quiero ser la primera presidenta de España. Si vosotros queréis, ¡lo vamos a conseguir! ¡Es el turno de las mujeres! ¡El futuro es hoy, se llama Sumar y lo vamos a conseguir!", sentenciaba, formalizando así su candidatura y desatando la locura en el pabellón desde el que una nueva fuerza, la más importante de las próximas elecciones nacionales, arranca su camino.

La lista de invitados

Más País, Más Madrid, Compromís, Equo, Alianza Verde, Proyecto Drago, la Chunta Aragonesista, Batzarre, los comunes, las mareas, anticapitalistas, dirigentes europeos e incluso críticos de Podemos que, saltándose las directrices de la dirección, han decidido que no podían perderse el inicio de este movimiento. Un sinfín de sensibilidades, un sinfín de resultados posibles. Y entre tanto apoyo, las grandes ausentes: Ione Belarra, secretaria general de Podemos, e Irene Montero, cojefa del movimiento y ministra de igualdad.

De nada sirvió la última plegaria lanzada por la formación morada este mismo sábado, después de la reunión mantenida en el Consejo Ciudadano Estatal, su máximo órgano de dirección: “Podemos es el motor de los principales cambios de este país”, indicó Belarra, justificando con esta premisa que era necesario que Yolanda Díaz, en su condición de líder de Sumar, pactase un compromiso en el que garantizar unas primarias abiertas con las que dar forma al espacio rápidamente, a tiempo para que todos los presentes puedan capitalizar la suma en las elecciones autonómicas. Frente a ella: el pacto “multilateral” que defiende Díaz, hablar del qué por el momento y dejar el cómo para después del 28M.

En la misma dirección se han ido manifestando los diferentes invitados que han decidido acudir. Una de las primeras ha sido Ada Colau, alcaldesa de Barcelona: “Yolanda Díaz está ilusionando a miles de personas, para refrescar la política, para hacer que la política esté al servicio de la gente. Todo el mundo es necesario, lo hemos dicho muchas veces (...). La gente nos pide eso, nos pide que estemos juntas y hoy es un día para estar juntas”, ha reclamado la de los comunes, pidiendo a Podemos, además, que esté presente la próxima vez.

Discurso fácilmente homologaste al de Mónica García, líder de la oposición en la Comunidad de Madrid: “Se respira ilusión y futuro. Fuerza progresista que cambie las cosas. Cambiar la vida de la gente. La vida se cuenta con ausencia, pero sobre todo con presencias”. Y no faltaba razón: presencia ciudadana, presencia política y presencia televisiva, con un Jorge Javier Vázquez emocionado y presente en primera fila junto a otros rostros de la comunicación con Inés Hernand. Poder, ilusión y visibilidad. Tres ingredientes y ocho meses por delante para sumarse a los cambios y “dejar de ser sabelotodos”. Empieza la campaña, arranca la guerra electoral.