Los estrategas de la campaña socialista supieron darle la vuelta al ofensivo mote ‘Perro Xanche’ con el que la derecha ha estado partiéndose el pecho durante semanas. La diversión les duró hasta anoche, cuando el recuento de papeletas certificaba el triunfo de la mayoría parlamentaria que hace cuatro años invistió presidente al secretario general del Partido Socialista. El 23-J ha sido el día de la venganza de ‘Perro’ Sánchez al truncar las expectativas de un Alberto Núñez Feijóo que ya se veía en La Moncloa. Tan seguro estaba el gallego de ser el próximo inquilino del palacio madrileño que hasta se comprometió a renunciar al liderazgo del PP si no era presidente del Gobierno de España. Las urnas han dicho que no lo va a ser.

El 28-M pareció anunciar un cambio de ciclo político que el 23-J ha frenado en seco. A Sánchez le ha salido bien el audaz movimiento de convocar elecciones generales al día siguiente de su derrota. La victoria del PP en municipales y autonómicas hace dos meses era solo el encuentro de ida de una competición a doble partido; en el de vuelta, celebrado este domingo, el ganador de mayo no ha revalidado su victoria, y ello a pesar de que la mayoría de encuestas –no, por cierto, la del CIS, que esta vez acertó– daban por segura la mayoría absoluta de las derechas. 

Le ha sucedido al PP en estas elecciones lo que al City de Guardiola en la Champions del año pasado: ya tocaba con la punta de los dedos su pase a la final cuando, sorpresivamente, el Madrid lograba remontarle en los últimos compases del histórico partido disputado en el Bernabéu. Guardiola nunca olvidará aquel 4 de mayo de 2022, como Feijóo nunca olvidará este 23 de julio de 2023. Las derrotas que no están en nuestros cálculos son las más amargas.

El PP ganó pero la disputa de ayer no era entre partidos, sino entre bloques: el de la derecha y la ultraderecha, por una parte, y el de las izquierdas y los partidos nacionalistas e independentistas, por otra. Los primeros suman 170 escaños frente a los 172 de los segundos. PP y Vox se quedan a solo seis escaños de la mayoría absoluta, pero no tienen forma humana de conseguirlos. A Pedro Sánchez y Yolanda Díaz les faltan cuatro, pero si Junts se abstiene en la segunda votación de investidura, Sánchez sería de nuevo presidente.

Los 7 de Puigdemont podrían, ciertamente, bloquear la investidura de Sánchez votando en contra en vez de abstenerse, pero ello desencadenaría una repetición electoral cuyas severas contraindicaciones deberá sopesar muy detenidamente el político fugado. Por su parte, también es seguro que Esquerra, a la que ayer no le fue nada bien, elevará el precio de su apoyo a Sánchez. La investidura de 2023 será, pues, bastante más cara que la de 2019, pero impedirla no les saldría precisamente gratis a quienes decidieran hacerlo.