Lo vivido en la jornada del domingo, 14 de septiembre, quedará en el recuerdo de todo un país. El "circo" de La Vuelta, como comúnmnente se conoce a la gran infraestructura que mueve de una ciudad a otra esta competición ciclista, se vio obligado a frenar su pedaleo y decir adiós al triunfal, y habitual, paso final por la capital española, donde los ciclistas suelen darse un baño de masas tras tres semanas de competición en los que han rodado por el territorio nacional.
Un baño de masas que fue frenado por la indignación popular y por el impulso de denuncia a una de las mayores injusticias que el mundo presencia a día de hoy: el genocidio que Israel, liderada por Benjamín Netanyahu, perpetra sobre la franja de Gaza y la población Palestina. Los corredores no disfuraton de ese baño de masas, pues vieron bloqueado su avance por las céntricas calles madrileñas debido a la presencia de una marea de gente que quiso decir "basta". Lo lograron, frenaron una competición deportiva que es seguida internacionalmente y pusieron el grito en el cielo por personas que agonizan mientras muchos, con poder, apenas reaccionan y otros no muestran empatía alguna con esta masacre. Motivadas por la presencia del equipo Israel Premier Tech, las protestas han venido boicoteando La Vuelta a España en sus últimos días de competición, alcanzando su cumbre en esta etapa final en Madrid, donde el pueblo mostró no estar dispuesto a que se siga haciendo la vista gorda mientras mueren mujeres, niños y hombres sin culpa alguna.
Como se hacía mención, las manifestaciones surgieron por el hartazgo a seguir presenciando una clase política, que apenas mueve ficha para actuar sobre este genocidio, y una parte de la población que se muestra indiferente o que llega a considerar, incluso, que esta masacre no es tan grande como se anuncia. Ante la presencia de este tipo de personas, en las calles y en las redes sociales no dejan de escucharse comentarios críticos con las protestas, donde destacan, como suele ser habitual cuando en las conversaciones entran en juego las luchas sociales, las típicas frases conocidas coloquialmente como de "cuñado", "casposas" o "rancias".
Para aquellos que deban enfrentar estas proclamas en debates de sobremesa o en grupos de mensajes de amigos, familia o trabajo, el político catalán Gabriel Rufián mostraba ayer su apoyo a las protestas que frenaron La Vuelta a España elaborando una guía de respuestas a estos argumentos un tanto llamativos. De esta manera, en su perfil de 'X' propuso réplicar a frases como "no es un genocidio, es una guerra" presentando la evidencia mayor de que "en una guerra no se bombardean casas, escuelas y hospitales o se mata a la gente de hambre"; mostrar extrañeza argumentado que resulta raro escuchar aquello de "no hay que mezclar política y deporte" trayendo el recuerdo de que "con Rusia no hubo problema y no participa en eventos deportivos. Acuérdate que tienes la banderita de Ucrania en el perfil"; y que a aquellos que consideren que "son protestas violentas propalestina" hacerles ver que "sobre todo son protestas prohumanidad porque asesinar a niños está muy mal. Incluso peor que tirar una valla".