Gabriel Rufián no ha dudado en reaccionar con un tuit contundente a la polémica entrevista publicada este lunes por El Confidencial, en la que Marcial Dorado —el narcotraficante gallego cuya estrecha amistad con Alberto Núñez Feijóo persigue al líder del PP desde hace años— asegura que el PSOE le ofreció dinero para “soltar una bomba contra Feijóo antes de las generales”. Rufián, lejos de alimentar teorías de conspiración, fue directo al fondo del asunto: “Pero si es un narco”, zanjó en redes, desmontando con una sola frase el intento de la diputada Ester Muñoz de desviar la atención del pasado del líder popular, quien durante años compartió cenas, viajes y fotografías con Dorado.

Muñoz había escrito en su cuenta de X un mensaje dirigido hacia el titular del medio: “¿Mafia o democracia?”, intentando presentar a su partido como víctima de una operación sucia por parte del PSOE, usando como portavoz nada menos que a un narcotraficante que compartió amistad con Feijóo, en un claro intento de desviar la atención sin aludir al contenido real de la entrevista.

En la conversación con El Confidencial, Dorado relata sus encuentros, viajes y relaciones con el líder del PP, desde la década de los 90 hasta la ruptura definitiva de su vínculo en el año 2002, unos tres o cuatro años antes de ser procesado.

Y es aquí donde la política se cruza con lo personal. Aunque Feijóo haya intentado durante años minimizar aquella relación, Dorado habla de confianza, de vino compartido, de fines de año celebrados juntos en Estoril (Portugal).

Un vínculo cercano y normalizado

Marcial Dorado sitúa su primer contacto con Alberto Núñez Feijóo en 1993 o 1994, en una cena en Santiago organizada por Manuel Cruz, chófer del entonces consejero de Industria. “No hablamos de nada importante”, recuerda. Lo que comenzó como una cena casual se convirtió pronto en una relación frecuente, casi familiar. Salidas con sus parejas, cenas en Santiago, en Vigo, en la Isla de Arousa. “Era todo visible, no había nada que ocultar”, afirma Dorado.

Los encuentros se intensificaron hasta incluir escapadas conjuntas, como viajes a Estoril, fines de año en hoteles, excursiones a los Picos de Europa con otras parejas y salidas en yate. “Yo me lo podía permitir. Si alguien no podía pagar, yo lo hacía. Pero nunca hubo nada más”, dice.

Las famosas fotos surgieron en su casa de Bayona. “Se repartían después. Yo las tenía en casa, pero no en álbumes, sino en sobres, junto a papeles de las fincas, de la bodega…”. Pero desaparecieron tras un registro en 2003. “Se las llevaron. Nunca me las devolvieron”, reclama. Según él, “No tenía ninguna condena. La primera fue en 2005”.

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