A punto de partir hacia los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf tengo tiempo para compartir algunas ideas, algunos pensamientos que han ido surgiendo de la experiencia que estamos viviendo estos días.

Hace una semana comenzamos un proyecto, lo que lleva siendo una idea por más de veinte años es ahora una realidad: hemos conseguido crear un grupo de compañeros y compañeras que conforman una delegación para realizar una visita de estudio a Marruecos, los territorios disputados y los campamentos de refugiados de Argelia. La delegación se compone por miembros de las juventudes socialistas de marruecos, miembros de los jóvenes del Frente polisario y los que representamos a la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas. Por primera vez en la historia hemos conseguido que un grupo como éste tenga la posibilidad de visitar Marruecos, las zonas disputadas (lo que desde el Polisario se llaman "territorios ocupados" y desde el gobierno de Marruecos "la región del sur") y ahora estamos a punto de llegar a los campos de refugiados de Tindouf, en Argelia. Un hecho histórico que esperemos siente precedentes para mantener este compromiso y suponga pasos de acercamiento hacia la paz.

En una semana de convivencia hemos visto cómo ha surgido la amistad entre personas que por razones políticas hasta ahora no eran capaces de mantener una conversación. Se odiaban sin conocerse. Les hemos visto abrazándose, llorando, riendo y compartiendo todo lo compartible durante un viaje como éste. No ha sido fácil, sobre todo por una simple razón: la falta de confianza entre las partes. Lo que para cualquiera puede suponer un simple error, confusión o simple accidente, durante estos días se ha convertido en prácticamente un conflicto de estado. Sin conocerse previamente, había recelo en sus ojos, desconfianza continua y mucho rencor.

Lo más habitual entre los compañeros marroquíes socialistas y los del frente polisario es desconfiar. De lo que sea. Y cualquier pequeña cuestión sin importancia adquiere dimensiones desorbitadas que terminan siempre en disputas políticas. Precisamente para evitar que esto pasara estábamos allí como observadores distintos compañeros ajenos al conflicto (un venezolano, una uruguaya, una española y un alemán). Relajando el ambiente, clarificando, dando información concreta y tratando de crear confianza entre ellos. Huelga decir que el esfuerzo en muchos casos nos ha dejado agotados.

Y como en cualquier relación personal la base para la confianza es la sinceridad, la buena voluntad y mantener el compromiso acordado. Lo que funciona en las relaciones personales funciona también entre las organizaciones y entre los estados. Cuando esa confianza se pierde cualquier cosa se saca de quicio, se generan problemas donde no los hay y se termina entrando en discusiones basadas en prejuicios que tratan de justificar posiciones subjetivas.

El proyecto está funcionando. A pesar de las mentiras que han ido y venido, tanto entre los que formaban parte del grupo como en los medios de comunicación que se han dedicado a desinformar a la gente creando ángeles y demonios. Para muestra, este ejemplo: entre los distintos trayectos que hemos tenido que hacer, con agendas apretadas y coordinando a un grupo de unas quince personas, no llegamos a tiempo a uno de los vuelos. Fue un error humano, comprensible por cualquiera, pero algunos medios de comunicación no tardaron en decir que "el gobierno marroquí estaba bloqueando a la delegación para que no pudieran salir del país". Totalmente falso, información que nadie puede comprobar y que no sólo no informa sino que genera tensión y más dificultades para solucionar todos los problemas que surgieron por haber perdido ese dichoso vuelo.

Quienes leyeron las noticias automáticamente comenzaron a crear culpables imaginarios, a señalar con el dedo, a dar por hecho la información. Y los que estábamos viviendo las cosas desde dentro no podíamos salir de nuestro asombro. No se trataba ya de hablar de "territorios ocupados" o "región del sur", ni de "autonomía" o "autodeterminación". Se trataba de hablar de "pérdida de un vuelo" o "secuestro de estado".

Así las cosas es fácil comprender por qué los conflictos son tan difíciles de resolver. Lo fundamental es generar confianza y para eso hace falta educar en valores, más allá de cuestiones políticas. La honestidad, la honradez, el compromiso, y en definitiva, actuar en base a los criterios de la ética es lo principal para comenzar a crear puentes de confianza, que serán la única manera de que personas ajenas a todo esto puedan vivir con dignidad. Hace falta una regeneración ética tanto dentro de los partidos como en los medios de comunicación y en la sociedad en general. Es el paso comprometido que hemos de estar dispuestos a dar si queremos vivir en mundo mejor que garantice la justicia social, los derechos humanos y una convivencia pacífica.

Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon