A Pedro Sánchez puede que le sobrara como una media hora de discurso. El de Felipe González había sido bastante extenso, tanto que el presidente del Gobierno debió haber medido mejor sus tiempos. Al filo de la una y media de la tarde, los militantes socialistas que llenaban el gran auditorio del palacio de congresos de Sevilla ya debían estar un poco agotados, aunque quizá no tanto como para no haber advertido, al menos los más aficionados de ellos a la lectura, que Pedro Sánchez atribuyó erróneamente a Blas de Otero unos versos de Jaime Gil de Biedma: “De todas las historias de la historia/ sin duda la más triste es la España/ porque termina mal…”.

Anécdotas maliciosas aparte, Felipe González y Pedro Sánchez proclamaron con orgullo compartido el legado del Partido Socialista en la construcción de una España “menos desigual, más justa y más decente”, un país mejor comunicado, más solidario y más educado, con una sanidad universal y una potente red de universidades…

Con los acordes del ‘Bienvenidos, hijos del rock and roll’ de Miguel Ríos cuya letra no parecía dominar demasiado bien la audiencia socialista, daba comienzo este sábado a media mañana en el Palacio de Congresos de Sevilla el acto de conmemoración del 40 aniversario de la épica victoria del PSOE en 1982.

La gran estrella invitada era el expresidente Felipe González, que compartió tribuna con el presidente del Gobierno y secretario general del partido, Pedro Sánchez. Faltó José Luis Rodríguez Zapatero, que en un vídeo excusó su asistencia por haber viajado a Brasil por las elecciones de “nuestro amigo Lula”.

El otro gran ausente fue Alfonso Guerra, que inicialmente no había sido invitado, aunque, como recordó el propio González, su contribución a la victoria de hace 40 años fue determinante. Los organizadores intentaron subsanar el error cursando una invitación que, obviamente, Guerra declinó. "Trato de buscar y lamento no conseguirlo a este personaje singular que levantaba mi mano en la ventana del Palace. Quiero tener en esta mano a Alfonso Guerra", dijo González en una frase que pudo sonar a reproche.

En los prolegómenos, donde intervinieron la ministra María Jesús Montero, el alcalde de Sevilla Antonio Muñoz o el secretario general del PSOE-A Juan Espadas, se proyectaron algunos vídeos de felicitación de socialistas europeos, aunque sin duda el que más satisfizo a los presentes fue el del canciller alemán Olaf Scholz, que, en un más que aceptable castellano, dijo que Felipe González era “uno de los hombres que más me ha impresionado”.

Era muy esperada la intervención de González, al que sus compañeros de partido no tienen últimamente muchas ocasiones de escuchar por extenso. Su discurso combinó con buena oratoria los avances políticos más relevantes de sus 14 años de gobierno con los recuerdos personales de cómo vivió determinados momentos.

En el arranque de su alocución confesó que la noche de la victoria electoral del 82 “estaba acojonado”. Y no era para menos, el ruido de sables era mucho más que ruido: la víspera de las elecciones el Gobierno de UCD había desarticulado un intento más de golpe de Estado; mientras, recordó, ETA intentaba destruir la democracia naciente.

El expresidente hizo balance de los logros de los primeros gobiernos socialistas: universalización de la sanidad “de modo que fuera irreversible y no pudiera ser desmontada”; las pensiones no contributivas; la implantación de una fiscalidad moderna como el IVA; la educación hasta los 16 años; la política de becas, de universidades, de comunicaciones, la reforma de las Fuerzas Armadas… “Sentamos las bases del Estado del bienestar”, sentenció.

Además de dejar caer algún reproche a la derecha por su bloqueo de la renovación del Poder Judicial –“si alguien no le gusta una ley tiene derecho a cambiarla, pero no a incumplirla. Es fácil de entender”-, González recordó que su preocupación primera 40 años atrás era recuperar y salvaguardar la convivencia entre españoles construyendo una “democracia incluyente, pues la prioridad número uno es la convivencia, es la condición necesaria a todas las demás exigencias, sin eso todo lo demás es liviano, se puede caer y volver atrás”.

Por su parte, Pedro Sánchez repasó, algo reiterativo, los efectos que tuvieron y siguen teniendo las políticas implantadas por los primeros gobiernos socialistas. Fue citando las conquistas políticas del González para acabar cada una de ellas con la letanía “gracias, Felipe”.

El último tramo de su discurso lo centró en las políticas de su propio Gobierno y su apuesta por la implantación de nuevos derechos “que queremos que arraiguen en la sociedad”.

 

Sánchez ha apuntado que desde aquella victoria, el PSOE ha cumplido con sus compromisos de diálogo y de convivencia, tanto en el Gobierno como en la oposición. "Cerramos filas en torno a la Constitución cuando estamos en el Gobierno y si estamos en la oposición hacemos lo mismo en apoyo al Gobierno y alguna prueba hemos creo que demostrado el conjunto de la población española a lo largo de nuestros años en la oposición", ha defendido el también secretario general del partido.

Así, después de que esta semana la actualidad haya estado marcada por la ruptura de las conversaciones por parte del PP para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Sánchez ha defendido el cumplimiento de la Carta Magna "de pe a pa, del primero al último de los artículos y todos los días del año, se esté en el Gobierno o se está en la oposición".

Además, también refiriéndose al PP --durante su ofensiva a los fondos europeos en Bruselas-- el presidente ha reprochado que el PSOE no "desacredita" a España ni tampoco llama "pedigüeño", como hizo José María Aznar con Felipe González, a un presidente del Gobierno que trajo unos fondos "para modernizar y cohesionar" a España.