El presidente Pedro Sánchez dejó clara en TVE su determinación de avanzar en la línea de la coalición y del progreso, pese a la escandalosa algarabía organizada por la derecha y la ultraderecha. Y más aún, de seguir adelante en su propósito de devolver la tranquilidad a los catalanes, buscando un marco constitucional adecuado para la convivencia dentro de Cataluña y con el resto de España.

Al comienzo de la entrevista, se habían mostrado imágenes con planteamientos que luego se llevó el viento, pero Sánchez lo asumió con naturalidad. Dijo que había entendido el reiterado mensaje de los ciudadanos que deseaban un gobierno progresista y que, a partir de ahí, había asumido que éste ha de ser un Gobierno de consenso y de entendimiento.

El diálogo que pretende desarrollar sin dilaciones en esta legislatura ha de pasar por tres elementos clave: diálogo social, generacional y territorial. En una primera iniciativa inédita, Sánchez ha decidido visitar a los presidentes autonómicos en una gira que marcará las diferencias. La Moncloa deja de ser el lugar a donde el resto de mandatarios acuden a presentar sus asuntos en un gesto casi de subordinación. Los encuentros se enfocan ahora de modo más dinámico, cordial. Más de tú a tú.

¿Y en cuanto al president Torra y sus sombras? El Presidente lo visitará igualmente. Explicó con naturalidad que Torra lo exige como paso previo antes de empezar la mesa de Gobiernos. La etapa de desplantes mutuos parece cancelada, al menos temporalmente. Imagino a Pablo Casado y compañía mesándose los cabellos ante el televisor.

Como no había quedado claro para unos cuantos, Sánchez describió la comisión bilateral entre gobiernos pactada con Esquerra Republicana, de “perfectamente constitucional” para resolver esta crisis política. A pesar de sus hondas diferencias, dijo, “ellos defienden la autodeterminación y nosotros el autogobierno.” Queremos votar un acuerdo, no un desacuerdo, como sucede en un referéndum”.

Tomar las cosas con naturalidad y desarrollarlas sin temores ni crispaciones, parece un arma potente. Poco que ver con la actitud imperturbable de su antecesor,  Mariano Rajoy Brey. Quedó demostrado que mirando para otro lado no se conseguía nada. Generaba más frustración y más conflicto como ha ocurrido en Cataluña.

Tras la larga etapa de inacción de Rajoy Brey, con reproches y bloqueos, interrumpida por la aplicación en Cataluña del artículo 155 de la Constitución, que suspendió su autonomía, Sánchez se reafirmó en su nueva línea de actuación. “Los políticos no nos podemos situar detrás del Tribunal Supremo. La dejación de funciones es un fracaso de la política y la política no se puede resignar”.

El paso al frente con el que el Gobierno de Coalición quiere dialogar, escuchar, empatizar y resolver esos conflictos no será coser y cantar. Pero es el camino elegido y acordado con sus socios de coalición. Sánchez cerró filas, en particular con su vicepresidente, Pablo Iglesias, furiosamente criticado por la derecha y los ultras.

Por si hubiera más dudas sobre la nueva Fiscal General del Estado, se reafirmó en su decisión de haber nombrado a Dolores Delgado para ese cargo, “por su currículum impecable y por su capacidad para mantener la autonomía e independencia del Ministerio Fiscal.”

Horas más tarde, el Consejo de Ministros aprobaba el incremento salarial para los funcionarios. Las promesas electorales deben cumplirse.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com

@enricsopena