Miércoles 10 de enero a las 8.30 horas de la mañana. La calle Bailén, conocida hace un siglo sencillamente como aquella “calle Nueva que va a Palacio”, amanecía esta mañana con el mismo pragmatismo con el que Pedro de Répide la definió en su antiguo callejero. El periodista, primer representante de los cronistas de la Villa de Madrid, se refería, lógicamente, al Palacio Real; hoy, en cambio, el palacio que recibía toda la atención mientras los primeros rayos de sol luchaban contra el cielo gris que acompaña a la capital en los últimos días era el del Senado.

La Cámara Alta ha acogido este miércoles el primer gran pleno del año. Un pleno extraordinario por varios motivos: la sede, ya que su celebración no tiene lugar en el Congreso por las obras de remodelación de los dispositivos electrónicos del salón de plenos; la fecha, ya que enero es un mes tradicionalmente inhábil en las Cortes; la importancia de las votaciones, ya que tres decretos son sometidos al escrutinio de diputados y diputadas poniendo en jaque varias medidas sociales como la revalorización de las pensiones o el abaratamiento del transporte público.

En este ambiente enrarecido, y con decenas de periodistas cruzándose en la entrada del Senado habilitada por la Calle Bailén llegados desde distintos frentes -de frente, subiendo de Príncipe Pío por Sabatini; por la izquierda, cruzando la renovada plaza de España; por la derecha, apareciendo entre árboles y estatuas de la plaza de Oriente-, la rareza del pleno no tardaría en hacerse notar. Nada más acceder por la puerta de entrada, dos controles: uno de los servicios de comunicación del Senado y otro, a dos metros de distancia, de sus homólogos del Congreso.

Era este segundo el que más gente recibía. Contentos, ambos equipos se iban pasando periodistas si a algún cronista despistado le hacía falta un café. “¿Tú dónde te has acreditado? ¿Senado? Ahí enfrente”. “No me apareces, llama a prensa del Congreso. Estas dos personas que están ahí están en la misma situación, que te vayan explicando”. “En cuanto os den el okay, decidme y podéis ir marchando”. Espídicos, con más trabajo del habitual y un sinfín de periodistas llegando a la misma hora para, posteriormente, agolparse frente a la entrada del salón de plenos del Senado, repartían pegatinas a la prensa acreditada mientras superaban el chaparrón.

Pero si yo soy de EFE y tengo acreditación permanente”, decía un periodista que no entendía no aparecer en la lista. "A ver si es que estos se han pasado con el aforo", bromeaba. Llamada a los servicios de comunicación del Congreso, redirección a los compañeros que habían cambiando San Jerónimo por la plaza de La Marina Española y solución inmediata. Entramos. ¿Y ahora, qué? Pues a seguir con la yincana: la sala de prensa habitual en la Cámara Alta, a rebosar: “Esto es aquello de quien se fue a Sevilla llevado al extremo”, explicaba una compañera a otro periodista al tiempo que le decía que necesitaría dos huecos a su lado para dar cobijo a redactores de su mismo medio.

Sin un solo hueco libre, tocaba buscar la otra sala de prensa habilitada: el salón de comisiones Manuel Giménez Abad, o salón de los cuadros, frente a la biblioteca, era el lugar escogido. “Por esas escaleras, sube por la caracola dos plantas y a la izquierda”. Llegamos. No hay mucha gente. A los 15 minutos no cabe nadie. Empieza Bolaños.

Importantes medidas en juego

La lista de cuestiones que corren peligro es amplia. En juego están medidas sociales, cambios consensuados con Bruselas, prestaciones sociales y fondos europeos. Una derrota pondría en jaque al Ejecutivo, que ha hecho de algunas de las medidas que serán sometidas a votación a última hora de este miércoles algunos de sus anuncios más prometedores y marca de la casa del inicio de la legislatura.

Preocupa sobremanera el decreto anticrisis. La lista de ayudas y decisiones de carácter social que están contempladas en este decreto va desde la revalorización de las pensiones contributivas al 3,8% hasta la gratuidad de los servicios de Cercanías de Renfe para usuarios frecuentes o la bonificación de billetes urbanos e interurbanos para la totalidad de la ciudadanía. También se incluyen en este decreto la suspensión de los desahucios para hogares vulnerables, la rebaja del IVA a los alimentos básicos o la bajada de impuestos de la electricidad y el gas.

Los otros dos reales decretos-ley tampoco son menos importantes: uno de ellos contempla la reforma del subsidio de desempleo que permitirá a los perceptores ingresar hasta 90 euros más al mes que lo que se cobra hasta el momento; el siguiente, siendo el que más críticas ha recibido y el motivo del cerrojazo de Junts a aprobar ninguno de los tres, es un decreto ómnibus apalabrado con Bruselas del que depende un desembolso de 10.000 millones de euros provenientes de los fondos europeos.