La derechona ha puesto el grito en el cielo porque entre los partidos que apoyaron al Gobierno este jueves en el debate de las enmiendas a la totalidad de los presupuestos, figura Euskal Herria Bildu, una coalición de formaciones vascas entre las que se encuentran desde Eusko Alkartasuna a Sortu. EH Bildu es la segunda fuerza en Euskadi y tiene representación en el Parlamento por decisión de las urnas.

Con ellos han votado en común desde los populares hasta el PSOE en diferentes asuntos e instituciones autonómicas y locales a lo largo de estos años. Si no, que se lo digan a Javier Maroto que fue alcalde del PP en Vitoria y no tuvo inconveniente en llegar a acuerdos con ellos. Entre otras cosas, el PP se ha apresurado a decir que, a causa de este refrendo de Bildu, paraliza la negociación sobre la renovación obligada del Consejo General del Poder Judicial.

La crítica es que el Ejecutivo ha cedido ante los "herederos políticos de ETA", como clamó Cuca Gamarra, portavoz del PP en el Congreso. Teórica representante del ala moderada del PP, la ex alcaldesa de Logroño compite ahora en agresividad con su antecesora, Cayetana Álvarez de Toledo. La política riojana nada tiene que ver con su paisano Práxides Mateo Sagasta, presidente en varias ocasiones del Gobierno de España en el siglo XIX. Un auténtico liberal progresista.

Esta vez, la búsqueda de protagonismo de Arnaldo Otegui, coordinador general de Bildu, alardeando del voto favorable a la tramitación de los Presupuestos de sus cuatro diputados, agrandó el escándalo. Incluso barones socialistas, como el presidente de Extremadura, manifestaron su insatisfacción.

Algún director de periódico afín a la causa del PP, llegó a calificar de “votos de la infamia” los Bildu.  Olvidan que la decisión libre de los ciudadanos eligiendo a sus representantes no debe despreciarse. También interpretaron que los traslados legales de presos de ETA eran concesiones a Bildu, a cambio de colaboración.

No cuentan los populares y sus voceros que, entre las 72 aproximaciones producidas en estos dos últimos años, solo 14 lo han ido a prisiones del País Vasco. Y omiten que en tiempos de Aznar y en plena negociación con ETA, tuvo lugar un centenar de acercamientos a cárceles de Euskadi solo entre 1998 y 1999.

El jueves por la noche escuché en TVE a Gorka Landáburu, un periodista vasco de trayectoria profesional excelente y talante progresista, que se enfrentó al franquismo y al terrorismo de ETA. En el 2001 recibió una carta bomba que le produjo serios daños físicos. El veterano profesional, miembro de la Fundación Víctimas del Terrorismo, se pronunció sobre las acusaciones del PP.

Dijo que ETA está muerta y enterrada y que EH Bildu no tiene nada que ver con aquello. Contó que acababa de saber que la etarra que le envío la carta bomba era una de las reclusas que se iba a beneficiar de la política de acercamientos y añadió que se alegraba por su familia, que no tenía culpa de nada.

Esa obsesión de la derecha para que vivamos cuarenta años atrás, presos del terror y del rencor lleva a distorsionar la realidad. El Gobierno de Sánchez se muestra, por el contrario, empeñado en la vía de modernizar y normalizar, frente a la intemperancia de un sector de los políticos. A ver si conseguimos avanzar.