El traspaso de carteras es un hola y adiós. El primer y último día en un mismo salón. La despedida oficial de quien ya lleva, por lo general, meses en funciones a la espera de que el teléfono de trabajo suene para no tener que dejarlo en la recepción, reiniciarlo y darle una nueva vida. Pendientes de esa llamada están los ministros, sus equipos, asesores, secretarios y personal eventual que dependen de la supervivencia del jefe.

Por lo general tiende a ser una transacción sencilla: gracias por el nombramiento, recordaré la oportunidad, respeto para mi equipo, buenas tardes y mucha suerte. No obstante, de vez en cuando los rostros tienden a desmontar los enlatados discursos; otras veces, como ha sucedido este mismo martes en la sede del Ministerio de Igualdad, ni siquiera las palabras puentean un momento incómodo: “Te desearía suerte, pero no es eso lo que necesita una ministra de Igualdad”, lanzaba Irene Montero a su sucesora, la socialista Ana Redondo García. “Que no te dejan sola y que tengas valentía para incomodar a los amigos de entre 40 y 50 años del presidente”, remachaba, ganándose la ovación de su feligresía, presente en su despedida, y anticipando una verdad que si bien conocida no ha dejado de ser incómoda.

“Hoy Sánchez nos echa”, sentenciaba, finalizando una intervención plagada de referencias a las dificultades encontradas en el camino -lawfare, poderes fácticos e incluso compañeras del camino-. Un adiós furioso, una mala ruptura, un aquí estoy yo entonado frente al equipo que consiguió avanzar en materia feminista, LGTBI y trans hasta que la conocida como ley del solo sí es sí desinfló cualquier proyección política a corto plazo.

A Montero, una de las más carismáticas, reivindicativas y peor valoradas ministras del Gobierno, le han sucedido varias despedidas más: Raquel Sánchez, Miquel Iceta, Pilar Llop, José Manuel Miñones y Héctor Gómez cincelaban sus nombres en la esquela política de los ministros salientes junto a los de Podemos y el resto de satélites que antaño formaron parte de la misma órbita -Alberto Garzón, Joan Subirats o Ione Belarra-.

Precisamente en esta última, la secretaria general de Podemos, habían también depositadas muchas miradas. Su papel no era sencillo: la formación morada ha quedado excluida del gabinete de Sánchez y a ella le tocaba entregar maletines a dos nuevos ministros de Sumar, plataforma de la que acaban de separarse tras denunciar traiciones y faltas de respeto. Belarra otorgaba y dos recibían: Pablo Bustinduy, que asume Derechos Sociales, y Sira Rego, que hace suyo el departamento de nueva creación de Juventud e Infancia.

Se acercaba a los micros vitoreada, jaleada por todo un equipo que entregaba a través de sus aplausos el reconocimiento a la labor realizada. Tras un sinfín de gracias por doquier -no ha faltado agradecimiento a Nacho Álvarez, motivo de discordia entre Sumar y Podemos recientemente-, la secretaria general de Podemos ha querido ensalzar el papel desempeñado por Pablo Iglesias: “Sin él, este Gobierno no existiría”.

Y haciendo suyas las declaraciones combativas de su antecesor, Belarra ha aprovechado el final de su intervención para lanzar varias advertencias a la nueva coalición: “Si no frenas la barbarie, la barbarie te lleva con ella”, ha lanzado, haciendo referencia a la escalada bélica y “el genocidio del pueblo palestino”. “Los ataques han sido duros, pero estamos orgullosos de haber recibido el odio de los poderosos. Hemos hecho historia”

“Hoy Sánchez consigue lo que no consiguió en 2019: echar a Podemos del Gobierno. No solo es que sea injusto, sino que es una mala decisión. Nos echan, pero no nos vamos. Miramos al futuro con ganas de volver. Se pudo, se puede y os aseguro que se podrá”, ha sentenciado.

Adiós y gracias

Menos polémicas han sido las despedidas tanto de los exministros socialistas como de Alberto Garzón y Joan Subirats. Bromas, sonrisas y agradecimientos han formado parte de la tónica habitual de los discursos de los que abandonan sus responsabilidades a la espera de una nueva oportunidad: “Como capricornio que eres conseguirás todo lo que te propongas”, vaticinaba José Manuel Miñones, que, como buen gallego, invitaba a Mónica García a viajar al norte frente a la sonrisa y el asentimiento de una Yolanda Díaz que aprovechaba para agradecer el guiño a su hasta ahora compañero en Moncloa.

Menos espiritual, pero igualmente cómoda, ha sido la cesión de carteras en el Ministerio de Transportes, donde Raquel Sánchez, más liberada que preocupada, diversificaba sus competencias entregando dos maletines: uno para Óscar Puente, que recoge el guante del departamento que da apellido al edificio, y otro para Isabel Rodríguez, que abandona Política Territorial, ahora en manos de Ángel Víctor Torres, para asumir Vivienda, apuesta personal y de legislatura del presidente del Gobierno.

“Hay quien dice que las despedidas son tristes, pero yo, aunque me veáis así, que no tiene nada que ver porque soy muy llorona, quiero agradecer el inmenso honor de haber formado parte del Gobierno de España”, ha indicado Raquel Sánchez, que depositaba su plena confianza en sus sucesores al frente de dos carteras con gran presupuesto y enorme responsabilidad. Igual de tierno, y haciendo reír a los presentes, se despedía Miquel Iceta de la cartera de Deportes: “Yo lo dejo aquí, dejo aquí media cartera. Luego tengo que dejar la otra media, ósea que, al final del día, yo me voy a quedar muy desprovisto”.

Más combativa, aunque igual de agradecido, era el mensaje en el Ministerio de Justicia: “Muchas son las cosas que aún están pendientes, pero estoy segura de que con tus habilidades personales para negociar sabrás llevar cuestiones importantes a buen puerto”, indicaba Pilar Llop a Félix Bolaños, que, con la asunción de las competencias de Justicia, asume un rol prioritario en el nuevo Gobierno y grandes retos en el futuro que pasan desde la tramitación de la ley de amnistía, a corto plazo, hasta la renovación de un CGPJ a la que el PP se niega incumpliendo de esta forma la Constitución y alterando así la correcta traslación necesaria para garantizar la separación de poderes.

Cambiando de partido, posando la mirada en IU y su dimitido líder, Alberto Garzón, el ex de Consumo, que cede sus competencias a la cartera ahora liderada por Bustinduy, ha querido reconocer la gran labor realizada por el Ejecutivo de coalición congratulándose del resultado cosechado en las elecciones del pasado 23 de julio: “Nadie lo esperaba”, reconocía. “No era el escenario más probable, aunque sí el más deseado por todos los que somos de izquierdas. Ha sido un Gobierno asediado por la derecha y por los elementos más reaccionarios de este país”, proseguía, dejando para más tarde tanto las alabanzas a su sucesor –“uno de los mejores parlamentarios que he visto”- como el humor –“a veces no estaba muy claro si la controversia me perseguía o yo perseguía la controversia”-. Y lo cierto es que controversias no le han faltado: desde el chuletón al punto hasta la huelga de juguetes.

De esta forma, y con una legislatura donde se cocinarán las nuevas controversias, que, ya de inicio, son bastantes, arranca una legislatura de alto nivel político, donde la negociación será condición sine qua non para alcanzar mayorías en un Congreso de los Diputados fragmentado y dependiente de diferentes tradiciones políticas. Los que marchan ya se han despedido. Turno de los 22 que conforman el nuevo gabinete de Sánchez. Nuevos, vieja guardia y mucho trabajo por delante. Este miércoles, primer Consejo de Ministros.