Este lunes, 27 de octubre, es una fecha rodeada en el calendario con rotulador para aquellos que batallan por el poder político en España. ¿El motivo? Es el día en el que Junts per Catalunya reúne a su cúpula para discutir el futuro de sus relaciones con el PSOE, un cónclave que estará seguido de una consulta al respecto a la militancia. Los neoconvergentes son un agente clave a la hora de sacar adelante cualquier iniciativa en el Congreso de los Diputados, y sus siete parlamentarios son clave para el equilibrio de fuerzas de la Cámara Baja, que puede pivotar en contra de los intereses de los socialistas si los juntaires dedicen alejarse del apoyo al Ejecutivo.
Un nuevo cabreo de Carles Puigdemont amaga con poner de nuevo patas arriba el tablero político en un momento en el que los suyos tienen la necesidad imperiosa de redefinir su estrategia ante el acecho de la ultraderecha nacionalista, la Aliança Catalana de Silvia Orriols. El expresidente catalán convocó este domingo en Perpiñán, al sur de Francia, al núcleo de la dirección de la formación, y el lunes ha hecho lo propio al resto de cargos de la ejecutiva, para comunicar que, a su juicio, es conveniente estudiar el rumbo de las relaciones con el Ejecutivo central de ahora en adelante. En la retícula, abandonar las negociaciones con los socialistas en Suiza y debilitar al Gobierno de Pedro Sánchez retirándole el apoyo en el Congreso de los Diputados.
En clave interna, los hay que se identifican más con la línea pragmática que se remonta a los tiempos de Convergència, pactando indistintamente y a conveniencia con PSOE y PP, mientras que otros quieren volver a los discursos duros enraizados en la independencia y enrocándose en posturas menos dialogantes en clave parlamentaria con el objetivo de impulsar la línea secesionista. La cúpula del partido parece decidida, de todo punto, a romper con Sánchez, y así se lo preguntará a la militancia para saber si secundan tal decisión.
Los "incumplimientos" socialistas
Desde el partido catalán se defiende que este giro de timón no puede cazar a nadie por sorpresa, dados los "incumplimientos" socialistas a las promesas realizadas al comienzo de la legislatura. A pesar de que se limaron asperezas en cierto modo este viernes cuando Sánchez pactó con el Gobierno alemán un comunicado conjunto en el que ambos Ejecutivos abren la veda para resolver el asunto del reconocimiento del catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales en la Unión Europea, fuentes neoconvergentes sostienen que el PSOE ha pasado demasiado tiempo ignorando las advertencias y ruegos de Junts.
No hace falta irse muy lejos en el tiempo: el 24 de septiembre, el diputado Josep Maria Cruset se encargó de atacar al Gobierno y de incidir en que la aprobación de los Presupuestos Generales es poco menos que una fantasía si no se accede a las peticiones de los independentistas. "Sin cumplir con Cataluña, no habrá presupuestos", fue escueto Cruset.
"Los datos de 2024 son desastrosos por Cataluña. Como los del 2023, cuando solo se ejecutó un 45% de lo que correspondía, mientras que en Madrid se invertía un 212%: 130 euros por habitante en Cataluña frente a los 372 euros por habitante en Madrid. Y lo mismo en 2022. Y lo mismo en 2021. Siempre lo mismo: ahogar a Cataluña e hinchar a Madrid", clamaba el diputado, que dijo haber pronunciado ese discurso "en defensa de la clase trabajadora", a pesar de que Junts no sea un partido conocido precisamente por su preocupación por las condiciones materiales y sociales de la ciudadanía.
En este sentido, Junts manifiesta que la última bola de partido la pasó Míriam Nogueras cuando expresó de que era menester valorar si ha llegado "la hora del cambio", tras denunciar en el pleno que "el Gobierno se arropa con la bandera de Palestina pero no habla de lo que de verdad les hace perder el sueño a muchas personas".
El PP, pescando en río revuelto
En ese río revuelto quiere pescar un Partido Popular que se frota las manos frente a una oportunidad única para desbancar al Gobierno de Pedro Sánchez. En Génova ya preparan el ramo de la reconciliación para enviarlo a Waterloo y cambiar de raíz la tendencia en la Carrera de San Jerónimo y quién sabe si en el país. No obstante, escenifican cierto escepticismo y mandan la pelota al tejado de los juntaires: "Si quieren cambio, que dejen de apoyar a un PSOE rodeado de corrupción".
En el cuartel general del PP encajan con cierta armonía la estridencia del golpe de Puigdemont. Un enemigo histórico con el que, aprovechando la coyuntura, esperan enterrar el hacha de guerra. Los siete diputados juntaires son claves en estos dos años que quedan de legislatura. En Génova y en Ferraz lo saben desde el inicio de un cuatrienio con una aritmética infernal, en la que cada votación es un puzle de números y apoyos.
Los 'populares', por el momento, se limitan a la observación, dejando alguna que otra píldora por el camino. Se dejan querer, sabedores de que firmar la paz con Puigdemont – a quien se han referido desde hace casi una década como “prófugo” – es capital para provocar un adelanto electoral o, en su defecto, amasar apoyos para una moción de censura. Vías que, por otro lado, en Génova se han explorado con absoluta cautela para no levantar la liebre y enardecer al sector del partido que no quiere ni oír la posibilidad de pactar con el expresident, especialmente cuando la herida con el PNV sigue abierta. En ese escenario, Junts podría ser la última esperanza de Feijóo para dinamitar la tercera legislatura de Sánchez.
Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes
Síguenos en Google Discover