El congreso del PP de Madrid no sólo ha abierto una herida difícil de sanar, sino que ésta se ensancha a cada día que pasa. Isabel Díaz Ayuso supone una amenaza real para la dirección nacional, que ya teje planes de contingencia para frenar sus aspiraciones. Según La Razón, Génova lo fía todo a la segunda vuelta de las primarias madrileñas, cuando los votos los emiten los compromisarios. Es decir, el aparato del partido. Sin embargo, por si esto fallara, la cúpula popular podría intervenir el censo y facilitar la afiliación de “miles” de personas por sorpresa.

El Partido Popular, lejos de transitar con tranquilidad al abrigo de las encuestas, ha escogido la autoflagelación como modus vivendi. Inmerso en una escalada de filtraciones con el equipo de Ayuso, los conservadores ya esbozan algunas escenas para adelantarse a un más que posible fracaso en sus intentos por detener a la por ahora única candidata a presidir el PP de Madrid.

Entre los supuestos que se barajan en Génova está la inevitable – asumen – cita electoral. Llegados a este punto, según informa La Razón, la dirección nacional lo fiaría todo a la segunda vuelta del congreso regional. Sabedores de que la jefa del Ejecutivo regional cuenta con el respaldo de la mayoría de la militancia, planean presentar otra candidatura con una figura potente como la del alcalde de Madrid y portavoz nacional, José Luis Martínez-Almeida. De esta manera, alejarían, a su entender, a Ayuso de los 60 puntos porcentuales que evitarían una nueva votación.

Intervención en el censo

La división del voto perjudica a Ayuso, a pesar del fervor que despierta Ayuso entre la masa social conservadora. Si saca menos del 15% a su rival, habría segunda vuelta. Los afiliados harían mutis por el foro, dejando el escenario libre a los compromisarios, designados por los líderes del partido. El plan de Casado pasaría por aquí, pues es donde mayor poder exhibiría el aparato del partido tras sortear el escollo de la militancia.

Las 55 gestoras diseminadas por el PP de Madrid otorgan cierta ventaja a Génova. Este supuso uno de los puntos de fricción entre Ayuso y la dirección nacional la pasada semana, en la reunión del Comité Ejecutivo regional. No obstante, esto no implica que el total de los compromisarios bailen al son del aparato.

En cambio, si Génova no consiguiera un perfil óptimo para pelearle el congreso a Ayuso se guarda un as en la manga: intervenir en el censo. Bastaría con facilitar la afiliación de “miles” de personas por sorpresa o dificultar las cosas a los militantes.

La presidencia de Casado resultó de una segunda vuelta después de que Soraya Sáenz de Santamaría, elegida por los afiliados, no consiguiera superar el porcentaje necesario para evitar un nuevo envite. Con María Dolores de Cospedal ya fuera de la terna de candidatos, la exvicepresidenta del Gobierno pugnaría con Pablo Casado en la contienda por suceder a Rajoy. La ex secretaria general del PP, previa alianza con el entonces vicesecretario, decantó la balanza en favor de este último. Un escenario que podría repetirse, tal y como manejan en Génova para “sacrificar” la candidatura de Ayuso.

No hay paz para los populares

El congreso regional apenas se distingue en el horizonte de los conservadores. Desde la dirección nacional han optado por laminar la presión mediática y sofocar un fuego que se creía ya extinto. Tal es así, que alcalde y presidenta madrileños almorzaron juntos el jueves pasado, en víspera de la reunión de la Junta Directiva Regional del viernes. Pero los intentos de Génova por firmar el armisticio fueron en vano. También quedó en nada la charla que Casado mantuvo con Ayuso.

En Génova le censuran que se pronuncie sobre la gestora y su situación irregular, pues entienden que es “como poner también en duda la regularidad de su candidatura”. Ha sido inocua su estrategia de presión hacia Teodoro García Egea, quien, según cuenta La Razón, ha recibido el beneplácito del propio Casado pese a pedirle que se actuara “en consecuencia” si no se estaba de acuerdo con su gestión.