No lo iban a poner fácil. Ni Feijóo ni Puigdemont. Ni la derecha española ni la derecha catalana querían la investidura de Salvador Illa. Por eso, llevan semanas haciendo lo posible y lo imposible para intentar torpedearla. Por eso han montado este jueves un circo, que ha terminado dando vergüenza ajena. Ninguno de los dos hubiera querido ver de nuevo, a un presidente socialista en la Generalitat, después de más de década de gobiernos independentistas.
Han tenido que transcurrir muchos años, para que el debate en el Pleno del Parlament no se centrara sobre cómo y cuándo Cataluña se iba a independizar, sino sobre los problemas reales de la gente. Esto es lo que ha hecho Salvador Illa en su discurso de investidura, hablar de diálogo, de transformación, de políticas públicas, de refuerzo de las infraestructuras, de esperanza y de futuro.
Frente a una visión de futuro, un espejismo del pasado. Puigdemont ha perdido la poca credibilidad que le quedaba. Esperaba un recibimiento como héroe con las masas enfervorecidas, pero allí había pocos, muy pocos admiradores esperándolo. ¿Qué pretendía con el esperpento que ha montado esta mañana? Llegó, vio y se fue. ¿Para qué vino entonces? ¿Después de siete años en el exilio esto es lo único que puede aportar a Cataluña? ¿Cuál será el próximo numerito que nos tendrá preparado?
Sería muy importante, que Junts fuese capaz de dar un paso adelante y renovarse. Es un partido con una larga trayectoria política, que no necesita para nada dar este tipo de espectáculos y que necesita repensar, qué puede aportar a Cataluña y también a España, después de la etapa de Puigdemont.
Y Sr. Feijóo, debería ser usted un poco más comedido, porque va a pasar a la historia como el líder del PP más cínico, y mire usted que no lo tenía nada fácil, con competidores de la altura de Aznar. Deje de reescribir la historia. No cuela. Todos sabemos lo que ocurrió en Cataluña en 2017.
Sr. Feijóo cuando habla de ridículo, ¿a qué se refiere? ¿Se refiere a que en 2017 se celebró en Cataluña un referéndum ilegal, el 1 de octubre, que Rajoy dijo que no iba a ocurrir? ¿Se refiere a cuando Rajoy le dio cinco días a Puigdemont para aclarar si había declarado la independencia en Cataluña? ¿Se refiere a cuando Soraya, vicepresidenta del gobierno, garantizó que el CNI tenía controladas las urnas y luego no encontraron las 7.000 urnas hasta que la gente estaba votando? ¿Se refiere a cuando Puigdemont se escapó, con gobierno del PP, en el maletero de un coche, sin que nadie lo evitase?
Sr. Feijóo, cuando habla de ridículo, ¿a qué se refiere? ¿Se refiere a cuando usted dijo que no pactaría jamás con el partido de Puigdemont y al final supimos que sí lo había intentado? ¿Se refiere a que ha convocado varias manifestaciones contra la amnistía, para reconocer al final que usted también la habría aprobado? ¿Se refiere a cuando anunció que estaba abierto a una moción de censura con Junts? ¿Se refiere a las últimas votaciones en el Congreso de los Diputados donde han votado juntos usted y el partido de Puigdemont? ¡Deje de mentir!
Los líderes autonómicos del PP han estado este jueves, como vienen haciendo en los últimos meses, en una competición para ver quién dice la barbaridad o el insulto más grande. No sabemos si es una consigna de su partido, o está ya en una batalla para hacer méritos, para ver quién va a sustituir a Feijóo como líder de esta organización.
A Feijóo le ha ido muy bien con Junts y a Junts con el PP. Los primeros criticando a los independentistas y los segundos criticando al Gobierno de la nación. Por eso, Puigdemont, PP y Vox están hoy desesperados. La estrategia que pretendían no les ha salido. Cualquier persona sensata sabe que el procés ha llegado a su fin. Por mucho que los medios de derecha se empeñen en tratar de convencernos de lo contrario. No cuela. Se ha abierto un nuevo tiempo para Cataluña.
Y centrándonos en el Pleno del Parlament, ha destacado la altura política de Salvador Illa, que nada más comenzar su intervención ha pedido que “Cataluña mire adelante”, y ha continuado su intervención haciendo una referencia a los acuerdos de investidura que “enriquecen, mejoran y contribuyen” a una Cataluña que deber ser “abierta, plural y diversa”. Dejando muy claro que: “Gobernaré para todos. Vengo a construir, no a desmontar”.
Pero la estrategia de retrasar la investidura por parte de Junts ha continuado. De hecho, el Pleno ha llegado a pararse, porque esta formación política había pedido a la Mesa del Parlament que se detuviese ante una supuesta orden de detención del secretario general del partido, Jordi Turull, algo que ha sido desmentido. No ha colado. Y ha continuado el debate.
El PP ha hecho un discurso apelando a la radicalidad independentista del candidato socialista. No son creíbles, pero lo peor no es esto, lo peor es que en toda su intervención, no han puesto encima de la mesa una sola propuesta, que mejore la vida de los catalanes y catalanas. Por su parte Vox, ha hecho un discurso racista y xenófobo. Esto es lo único que la ultraderecha puede aportar a Cataluña: un discurso de odio.
Pero por fin, Salvador Illa es presidente de la Generalitat. Su gestión no será fácil, pero sí será lo mejor para Cataluña y para España. Con él da comienzo una nueva etapa de esperanza, progreso y avance. Es de los socialistas más sensatos, moderados y dialogantes que hay en este momento. Por eso y por mucho ruido que haga la derecha, la nacional y la catalana. Por mucho ruido que traten de hacer algunos medios de la derecha para cuestionarlo, somos muchos, muchísimos los que estamos convencidos que lo mejor para Cataluña está por llegar.