El foro del G20, que agrupa a las naciones más poderosas del planeta, el 85% de la economía mundial, decidió el pasado fin de semana que la Iniciativa de Suspensión del servicio de la Deuda se prolongará hasta junio de 2021.También se aprobó un Marco común para el Tratamiento de la Deuda. El objetivo es ayudar a los Estados más vulnerables a resolver una situación que arrastran con enorme angustia.

El presidente Pedro Sánchez propuso que la cooperación multilateral se refuerce, una asignatura difícil de aprobar como se demuestra a diario. Las deudas de América Latina y del Caribe estuvieron también muy presentes en su intervención. La reunión del G20 vino a ser un nuevo capítulo escrito sobre el drama de la pandemia que se vive en todos los rincones del planeta. Sánchez insistió en la urgencia de coordinar los trabajos y actuar sobre las causas para hacer frente a ese gran problema. Como no podía ser de otra forma, dio especial importancia al plan de su Gobierno para la transformación ecológica, la descarbonización y la lucha contra el cambio climático, que fue aprobado por unanimidad.

El presidente explicó en rueda de prensa su propósito de garantizar en cuanto sea posible “el acceso a la vacuna Covid-19 para todos, para que todos estén a salvo”.

Mientras tenía lugar ese encuentro mundial, en Madrid el líder del PP, Pablo Casado, recorría el Paseo de la Castellana en coche junto al alcalde de la capital, José Luis Martínez Almeida y la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, manifestándose contra la nueva Ley de Educación. En ese empeño les acompañaba el ultraderechista Vox.

Los tiempos están cambiando a velocidad de vértigo y aquellos partidos que no sean capaces de adaptar su discurso al futuro que viene, quedarán atrás. No se dan cuenta esos políticos conservadores de que se han estancados y que acabarán desapareciendo, obsoletos como sus argumentos. Cada mochuelo a su olivo.