En pleno proceso de relocalización de menores migrantes llegados a Canarias, el líder de Vox, Santiago Abascal, ha vuelto a recurrir a su retórica xenófoba y ultraderechista. En un mensaje publicado este jueves en la red social X, Abascal no dudó en pedir que se “confisque” y “hunda” el Open Arms, buque de la ONG homónima que desde hace más de una década desarrolla tareas de rescate y asistencia humanitaria en el Mediterráneo. El dirigente de extrema derecha fue más allá, tachando al navio de “barco de negreros” y vinculando su presencia en Tenerife a una supuesta “invasión de Europa”.

Lejos de tratarse de un desliz, los ataques de Abascal forman parte de una estrategia constante de Vox: agitar el miedo a la inmigración, criminalizar la solidaridad y buscar rédito político en la deshumanización de quienes arriesgan la vida en el mar. “Que sirva de advertencia cuál va a ser el final que les espera a todos los multimillonarios y políticos que promueven la invasión de Europa”, remató Abascal en una de sus declaraciones más agresivas de los últimos meses. Sus palabras se inscriben en la línea de otras fuerzas de ultraderecha europeas que han convertido a Open Arms en uno de sus blancos habituales.

La respuesta no se hizo esperar. Óscar Camps, director y fundador de la organización, replicó de manera contundente: “Decir que hay que hundir un barco que salva vidas es fascismo puro”. Con esas palabras, Camps puso de relieve la paradoja que encierra el discurso de Vox: señalar como enemigos a quienes evitan tragedias y convierten en números los cadáveres que el mar devuelve a las costas. Mientras Abascal apela al odio, el Open Arms continúa desarrollando una labor reconocida internacionalmente en defensa de los derechos humanos.


El buque atracó el miércoles en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde permanecerá hasta el próximo 2 de septiembre, según confirmaron fuentes de la autoridad portuaria. Su llegada coincide con un periodo del año en el que las autoridades prevén un incremento en la llegada de cayucos desde la costa africana. En este contexto, la presencia de Open Arms cobra un valor añadido, tanto en la prevención de naufragios como en la sensibilización ciudadana frente al discurso racista que intenta imponer la ultraderecha.

No es la primera vez que Canarias y Open Arms cruzan caminos. Ya en 2017, el Gobierno del archipiélago, entonces también presidido por Fernando Clavijo, negoció con la ONG la creación de una sede y el despliegue de un buque permanente en las islas. Aunque aquel acuerdo no prosperó por cuestiones administrativas y logísticas, la intención de la organización era clara: reforzar la capacidad de socorro en una de las rutas migratorias más mortíferas del planeta. Ocho años después, la necesidad sigue intacta, y la resistencia de sectores políticos contrarios a la solidaridad también.

A bordo del Open Arms, Camps volvió a insistir este jueves en que la misión del barco no busca competir con las instituciones estatales: “El objetivo no es sustituir a Salvamento Marino (…) Venimos aquí a aportar conocimiento y a sensibilizar a la ciudadanía ante un discurso racista xenófobo que cree y cala en algunas partes”. Una declaración que desarma las acusaciones de Abascal y subraya la voluntad de cooperación de la ONG frente a la manipulación ideológica de la extrema derecha.

El contraste entre la labor de Open Arms y las palabras del líder de Vox resulta difícil de obviar. Mientras la ONG invierte recursos, experiencia y humanidad en salvar vidas, Abascal propone “hundir” el símbolo de esa solidaridad. Un contraste que habla no solo del proyecto político de Vox, sino de la disputa ética que atraviesa hoy la política española y europea: entre quienes consideran la migración un problema que debe enfrentarse con muros y violencia, y quienes la entienden como un fenómeno humano que exige empatía, cooperación y respeto a los derechos fundamentales.

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