ElPlural.com ha accedido en exclusiva a nuevos audios que amplían el mapa de las llamadas cloacas del Estado, esa red de influencias, chantajes y favores construida desde las entrañas del poder para proteger intereses del Partido Popular y perseguir a rivales políticos. La nueva revelación coloca en el centro de la maquinaria a María Dolores de Cospedal, entonces secretaria general del PP, y al excomisario José Manuel Villarejo, pieza clave de esta estructura de poder paralela.
En una conversación fechada el 6 de septiembre de 2013, ambos intercambian comentarios sobre operaciones policiales al margen de la legalidad, presuntas presiones a jueces e investigadores, y menciones explícitas a altos cargos del Gobierno de Mariano Rajoy, como Juan Ignacio Cosidó, director general de la Policía; Francisco Martínez, número dos del Ministerio del Interior; y el propio Rajoy, apodado “el asturiano” en los círculos más íntimos de la trama.
Una red que salpica a la cúpula del PP
Las palabras de Villarejo y la actitud de Cospedal en la grabación refuerzan las múltiples investigaciones que han señalado al PP por utilizar las estructuras del Estado como instrumento partidista. Según se desprende del audio, Cosidó habría ordenado un seguimiento irregular a Manuel Morocho, inspector de Policía que lideró la investigación del caso Gürtel. Una decisión que, según Villarejo, ponía en riesgo todo el entramado al destapar la guerra sucia que se libraba desde el Ministerio del Interior.
El excomisario, sabedor de que su figura resultaba incómoda para sectores del PP, amenaza veladamente con hacer públicos los trapos sucios de la dirección policial: “Si esas cosas trascendieran es una cagada total”, advierte. Cospedal no niega nada. Al contrario, se muestra preocupada y trata de apaciguar la situación asegurando que ya se están tomando medidas para “dar un toque” a Cosidó. “Están haciendo una llamada”, dice.
La conversación retrata una cúpula política decidida a interferir en investigaciones judiciales para proteger a los suyos. Una estructura de poder donde la legalidad se difumina en favor de una lealtad partidista que todo lo justifica. Y una figura, la de María Dolores de Cospedal, que aparece no como víctima o mera conocedora de los hechos, sino como parte activa de las maniobras para silenciar y proteger a los suyos.
Lejos de producirse en un contexto de enfrentamiento o advertencia entre política y policía, el tono de la conversación revela una familiaridad inquietante. Villarejo habla con afecto de “Paco”, en referencia a Francisco Martínez, y de su buena relación con el entonces ministro del Interior Jorge Fernández Díaz. Reconoce haber usado una “línea directa” con Mariano Rajoy para comunicarle “avances” e incluso quejas por el trato recibido.
“Ellos saben que yo nunca iré en contra del partido”, afirma Villarejo con contundencia. Una frase que sintetiza a la perfección el alma de las cloacas: una policía paralela no al servicio del Estado, sino del partido gobernante.
Cospedal responde con comprensión y asegura que hará gestiones para saber “qué está pasando”. En ningún momento cuestiona la legalidad de los actos narrados por Villarejo, ni se muestra alarmada por el hecho de que un comisario de policía admita haber trabajado al margen de los canales oficiales. Al contrario, se muestra solícita, cercana, cómplice.
Desde su tierra, el PSOE de Castilla-La Mancha ha reclamado en diversas ocasiones la expulsión de Cospedal del Partido Popular, especialmente cada vez que han salido a la luz nuevas pruebas o grabaciones comprometedoras. Los socialistas castellanomanchegos han señalado que su implicación en las cloacas del Estado “deshonra la política regional y nacional”, y han exigido que la dirección del PP actúe con contundencia.
¿Una dirigente insalvable para el PP?
El papel de Cospedal en las distintas tramas de las cloacas no es nuevo. Su nombre ha aparecido vinculado a la operación Kitchen, a la destrucción de pruebas de Bárcenas, e incluso a los inicios de la Operación Catalunya. Sin embargo, las nuevas grabaciones reveladas por ElPlural.com ofrecen una prueba sonora, directa, que la muestra participando activamente en la gestión de la guerra sucia del PP.
Con cada revelación, la exministra se aleja más del relato de ignorancia que ha intentado sostener durante años. Y su permanencia en el PP, incluso aunque ahora mismo no ostente cargo, tensa aún más la imagen del partido en plena pugna por distanciarse de su pasado más oscuro.
En un momento en el que el PP se presenta como alternativa de gobierno frente al PSOE y busca renovar su imagen, muchos se preguntan si puede permitirse seguir arrastrando el lastre de dirigentes salpicados por las cloacas. ¿Debe el PP trazar una línea roja definitiva?
