No hay paz a la izquierda del PSOE. En la semana de la puesta de largo de Sumar, el ruido intrínseco a las negociaciones de Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y líder de la plataforma, con Podemos ensordece el acto de lanzamiento de la marca. El próximo domingo 2 de abril, la también ministra de Trabajo pondrá oficialmente fin a más de un año de escucha que sentará las bases de lo que será su proyecto -a priori- unificador. A él se han sumado la totalidad de las sensibilidades parlamentarias, como Más País, En Comú Podem, Izquierda Unida o el PCE, entre otras; lo que evidencia el aislamiento de los morados. Acusaciones, vetos cruzados, un alud de filtraciones “interesadas” y una lista de invitados capitalizada por exmiembros sentenciados por Pablo Iglesias ensanchan la grieta entre las dos formaciones.

“No contribuyo a sumar, dejo todos mis cargos, dejo la política de partido y la política institucional, no voy a ser un tapón”, decía Pablo Iglesias el 5 de mayo 2021. Ese día, uno de los políticos más carismáticos y transformadores del panorama nacional abandonada la primera línea, escocido por una estrategia, la de salvar a Podemos en la región que les vio nacer, que terminaba con Ayuso al borde de la mayoría absoluta frenando a la izquierda madrileña en cada rincón de la comunidad, en cada barrio obrero, en cada titular.

Entonces, el otrora vicepresidente se plegaba a otra aventura: dijo que su futuro estaría marcado por su vuelta a la facultad, la teoría política, la persuasión y el estudio. Mintió a medias. Iglesias, que se apartaba porque no contribuía a sumar, siguió dando clase, desde los micrófonos; siguió afincado al estudio, pero al de radio; siguió analizando las estrategias de persuasión, pero desde las sombras y el anonimato de un ejército bien alineado dispuesto a seguir la doctrina previamente marcada. Se fue porque no sumaba, porque no quería ser un tapón, como él mismo señaló. Ahora, son otros quienes le acusan de no sumar, de taponar el proyecto de Yolanda Díaz, a quien el propio Iglesias, sin consulta ni premeditación, eligió como única sucesora capaz de revitalizar a un movimiento herido en las urnas.

Las sensibilidades que ahorman el flanco izquierdo del espectro ideológico airean sus divergencias sobre Sumar. No solo constatan las heridas aún supurantes de procesos orgánicos pasados, sino que también hacen peligrar la reedición de un Gobierno de coalición de tendencia progresista. La tensión crece y sus protagonistas, lejos de echar agua al guiso, elevan la temperatura de un tira y afloja que no promete un final feliz. En el fondo, todos convergen en la necesidad de unir fuerzas. Lo contrario supondría entregar en bandeja de plata las llaves de la Moncloa a PP y Vox. El problema reside en las formas. Podemos insiste en hablar de listas, mientras que la otra parte sitúa el eje del debate en el medio-largo plazo, “sin condicionantes”.

Iglesias agita el árbol

Ambas partes evidencian su incapacidad para aislarse del ruido -interesado o no- habitual de unas negociaciones. Las tiranteces no se limitan a los pasillos del Congreso, sino que sus principales actores salen a escena aireando su nula química. Retirado de la política, pero aún sosteniendo a Podemos desde diversos altavoces mediáticos, Pablo Iglesias ha percutido en la estrategia de presión sobre Yolanda Díaz. Lo ha hecho desde los micrófonos de RAC 1, donde la ha situado lejos del ámbito ideológico morado y cuestionándola abiertamente pese a ser él quien la colocó como su sucesora sin consulta previa.

“Está mucho más cerca políticamente de Más País que de Podemos”, ha trasladado el que fuera vicepresidente segundo del Gobierno hasta 2021. Palabras que coinciden en el tiempo con la confirmación de Íñigo Errejón, según ha adelantado el periodista de Demócrata Adrián Lardiez en Twitter, líder de la mencionada formación y víctima del propio Iglesias en la organización morada, a la puesta de largo de Sumar este próximo domingo.

Sus reproches públicos no se han circunscrito exclusivamente al apartado ideológico, sino que ha puesto en tela de juicio la falta de firmeza de Díaz. Iglesias cuestiona las posturas que la ministra de Trabajo ha adoptado en cuestiones como el envío de armas a la guerra de Ucrania. A su parecer, los debates “no siempre se consiguen ganar con sonrisas”, sino que ha defendido que en el grueso de las ocasiones se sale victorioso gracias al “ruido”. Asimismo, ha expresado su deseo a que no ocurra como en Andalucía y se “pacte en los despachos”, afeando a su sucesora designada que no quiera “comprometerse” a unas primarias al rechazar las ofertas de Podemos.

Apoyo sin condiciones

En contraposición a la postura verbalizada este lunes por Iglesias y escenificada por las dirigentes de Podemos (Ione Belarra e Irene Montero), se sitúan las fuerzas que respaldan a Díaz y a Sumar. Emerge la figura de un Alberto Garzón que ha abandonado el perfil bajo para reprender a un Podemos cada vez más aislado en el espectro izquierdo. El ministro de Consumo y coordinador federal de Izquierda Unida, fiel a la vicepresidenta segunda, ha afeado a sus compañeros su atrincheramiento en la búsqueda de “traidores” a la marca morada.

Garzón, en declaraciones a RNE, ha atribuido a Podemos la filtración de informaciones con el objetivo de “desgastar a Yolanda Díaz”. El titular de IU insiste en la necesidad de cerrar filas en torno a la vicepresidenta segunda “sin poner una sola condición”, puesto que la situación no requiere enfrentamiento, sino unidad para “ganar el país”. “No hay que ganar espacio a la izquierda”, resume el responsable de Consumo al tiempo que subraya que quienes buscan la “erosión” de Sumar trabajan “en contra del acuerdo”.

El coordinador federal de Izquierda Unida ha recriminado a los morados que publiciten “continuamente” los problemas de convivencia entre las dos organizaciones, así como la insistencia en abordar la confección de listas como condición sine qua non para adherirse al sumatorio de las izquierdas. “La gente que nos escucha está cansada de este debate permanente ensimismado y egocéntrico. Lo que quieren es hablar de políticas”, ha percutido un Garzón que redundaba en la idea de que en Sumar “no sobra nadie”, pues permite el reencuentro de “gente que se había ido”, citando a Íñigo Errejón y a Compromís como principales paradigmas de su tesis.

Puesta de largo con bajas reseñables

El Magariños, pista en la que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, forjó su competitiva idiosincrasia cuando jugaba en las categorías junior de Estudiantes, servirá a la titular de Trabajo para aglutinar a cientos de personas -el aforo es de 600-, periodistas y reconocibles rostros de la izquierda española que están llamados a dar forma a un espacio del que, pese a ser desconocido, todos coinciden en señalar que dependerá que la aritmética progresista vuelva a otorgar una mayoría cualificada con la que alejar a la derecha y la ultraderecha del Palacio de La Moncloa.
Por el momento, Sumar es poco más que una ilusión con cuatro o cinco ideas principales, vertebradoras, transversales. Este domingo, en su puesta de largo, la vicepresidenta segunda del Gobierno, líder más cotizada según los sondeos del CIS, detallará con mimo y junto a cientos de feligreses y curiosos su programa político.

Se hablará del qué y del cómo. El quién, sin embargo, tardará algo más. Desde el núcleo duro de Podemos, con Ione Belarra e Irene Montero a la cabeza, exigen como requisito indispensable un proceso de primarias respetuoso con su peso orgánico; frente a ellos, un sinfín de identidades y sensibilidades dispares que se han ido descolgando con el tiempo de la confluencia que, un día, aglutinó a las mareas gallegas, al nacionalismo valenciano, a los comunes, a los verdes, a los anticapitalistas andaluces y a todo aquel que fuese de izquierdas y no optase por el PSOE.

Estos mismos grupos estarán representados en los espacios más próximos al escenario desde el que la titular de Trabajo se lanzará a la carrera electoral. La lista de rostros de la izquierda española y autonómica confirmados es abrumadora; pero, la de bajas es probablemente más reveladora. Escoltando a Yolanda Díaz estarán cargos como Íñigo Errejón, líder de Más País; Mónica García, candidata de Más Madrid; Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, Jaume Asens, líder de los comunes en el Congreso; Antón Gómez-Reino, uno de los impulsores de la Marea Atlántica que gobernó La Coruña en 2015 o Gloria Elizo, vicepresidenta del Congreso de los Diputados por Podemos que en otro tiempo fue mano derecha de Iglesias y hoy se presenta como una de las dirigentes más críticas con la cúpula morada.

Escuchando atentamente desde sus casas estarán, no obstante, Ione Belarra e Irene Montero, las dos grandes ausentes de una cita que pretende crear un espacio en el que las dos ministras, la de Derechos Sociales y la de Igualdad, respectivamente, están llamadas a jugar un papel protagonista: como socias, ofreciendo el motor Podemos; o como adversarias, resistiendo a la crítica y dotando de menor recorrido electoral a Sumar.