Los variados procesos que tienen como protagonista al antiguo comisario José Manuel Villarejo, actualmente en prisión provisional acusado de organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales, son una muestra de cómo actores desconocidos mueven los hilos de los acontecimientos. Los casos Pequeño Nicolás, Pinto, Operación Cataluña, Tándem, que protagoniza el policía, ejemplifican esa manipulación.

El juicio en marcha con el BBVA de fondo y la supuesta contratación de José Manuel Villarejo para espiar a empresarios y políticos, desborda la capacidad de asombro de los ciudadanos que asistimos, perplejos, a tanto despropósito. Para que la corrupción exista debe haber siempre alguien que incite a corromperse a otro y que el que reciba la propuesta lo acepte. En los casos de Villarejo, el recorrido de actores deseosos de cometer irregularidades, dibujan un desalentador cuadro entre quienes dirigen o administran la sociedad en que vivimos.

Policía desde 1972, de 1983 a 1993 reorganizó sus empresas en el Grupo Cenyt, del que se acaba de conocer obtuvo 46.340.000 euros (7.710 millones de pesetas). El comisario no dejó piedra sin remover buscando relaciones en todas las esferas del poder y grabando a todo bicho viviente para luego obtener material con que alimentar su negocio. Lo cierto es que Villarejo intenta manchar todo aquello que toca. Los esfuerzos ahora del expresidente del BBVA, Francisco González, por salir indemne ante el juez, se complican cada vez más según se van conociendo detalles de las operaciones, que al parecer se emprendieron desde la entidad bancaria con el concurso de Villarejo.

Mención aparte merece el caso de María Dolores de Cospedal, quien se reunió a petición propia con el procesado, siendo secretaria general del PP, y con fines poco edificantes. Fanfarrón y verborreico, Villarejo se jactó de su relación con la ministra de Defensa del gobierno de Rajoy ante unos empresarios. A la grabación de estas declaraciones, la propia Cospedal ha respondido al diario digital Público: “No sé cuántas veces hablé con él, porque durante un tiempo fue una persona condecorada por el ministerio de Interior. Pero yo creo que en 2017 ya no hablaba con él y, además, es que no soy responsable de lo que él le pueda contar a terceras personas".

Sobre este asunto los populares han corrido un tupido velo, mientras insisten en la inmoralidad de que la propuesta Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, coincidiera diez años atrás en una comida con el policía, en la que, por cierto, el comisario celebraba una de sus condecoraciones. Y como si esto fuera poco, no hay que olvidar que también estaba de por medio en esas relaciones con Villarejo, Ignacio López del Hierro, marido de Cospedal. Nada menos que para obtener, presuntamente, información privilegiada de investigaciones que afectaban al PP. Pero para Génova y sus medios afines, la madre de todos los males sigue siendo Dolores Delgado.

“Todo esto me parece una chapuza tremenda”, decía Francisco González. Y tiene razón. La diferencia en este caso es quién da pie a que la chapuza exista y quién, por intereses poco claros, anima a que se propicie esa corrupción para la que, recordemos, siempre hacen falta dos… como mínimo.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com