Este domingo más de 150 millones de brasileños están citados para dirimir una de las elecciones más polarizadas que se recuerdan en el país, pero al mismo tiempo una con los resultados previsiblemente más claros, según han ido revelando las encuestas que desde hace meses no han cuestionado la victoria del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien podría incluso vencer en primera vuelta.

Una más que posible victoria de Lula que ha generado gran expectación en España, especialmente entre los políticos de izquierdas, donde el expresidente brasileño goza de un gran respeto. En este sentido, el portavoz de Compromís en el Congreso de los Diputados, Joan Baldoví, ha publicado un sentido mensaje deseándole suerte a este y denunciando la gestión de Bolsonaro.

“Brasil ha sido la mejor muestra de cómo perjudican a las personas los gobiernos de extrema derecha: más pobreza, récords de muertes por COVID y cargándose el Amazonas en plena crisis climática”, ha señalado Baldoví en su cuenta de Twitter. “Por suerte hoy pueden poner punto y final a este despropósito. ¡Adiante, Lula!”, ha añadido el político valenciano.

Lula y Bolsonaro, las únicas opciones reales

Brasil vivió uno de sus periodos más prósperos coincidiendo con el gobierno de Lula entre 2003 y 2010. Sin apenas reformas económicas, la gran demanda de materias primas del exterior permitió al expresidente poner en marcha una serie de políticas de ayudas sociales con las que consiguió sacar a unas 30 millones de personas de la pobreza. Su reelección en 2018 parecía clara, según las encuestas, pero su condena y su posterior entrada en prisión dio al traste con las intenciones del PT.

El gran beneficiado fue Bolsonaro, un viejo conocido de la política brasileña que había estado paseándose durante años por las instituciones del país bajo las siglas del partido que más y mejor representara sus intereses en ese momento. Sus promesas de orden en las calles --con el derecho a portar armas como bandera--, castigar la corrupción del PT y combatir a la izquierda por sus políticas en contra de la tradición y la familia convencional lograron convencer a los brasileños.

Ahora, cuatro años después, Lula promete combatir la crisis económica con políticas de impulso del consumo, derogar la ley del techo de gasto y una reforma fiscal progresiva con la que gravar las grandes fortunas. Nacionalizar por completo la eléctrica Eletrobras, poner en marcha un gran plan de obras públicas para generar empleo y poner fin a la explotación indiscriminada del Amazonía, son otras de sus promesas.