El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha comparecido este martes a petición propia en el Congreso de los Diputados para informar sobre la situación que se vive en el terreno en el conflicto entre Rusia y Ucrania, qué determinaciones se han adoptado a nivel europeo, cuál es el plan de los socios de la OTAN y qué papel está jugando España para contener la escalada de las tensiones por parte del Kremlin. 24 horas después de acordar junto a sus homólogos de la UE una ayuda de más de 1.200 millones a Ucrania, Albares ha definido la situación como una crisis “grave que afecta a la seguridad europea y a la legalidad internacional” que requiere de la unidad entre diferentes a nivel nacional, igual que se está produciendo tanto en el Viejo Continente como a nivel transatlántico.

“La cuestión ucraniana afecta directamente a los españoles porque tiene grandes implicaciones para la seguridad europea, que es indivisible”, ha indicado, especificando que la actuación española se circunscribe a un escenario de cuatro ‘D’: diplomacia, desescalada, distensión y disuasión. “El Gobierno de España actúa como quieren los españoles: apostamos por la resolución pacífica de los conflictos, por la solidaridad europea y por el respeto del derecho internacional. En este sentido, nuestra posición coincide con la de todos nuestros socios europeos y de la OTAN”, ha añadido.

Sin embargo, el ministro no ha escondido que la diplomacia se alargará hasta que Rusia lo permita, ya que una hipotética intervención militar en la frontera ucraniana provocaría una respuesta tajante, de inmensas proporciones, tanto por Europa como por la OTAN: “Rusia está concentrando un volumen creciente de tropas que ya supera los 10.000 efectivos, además de material militar efectivo como tanques. Este despliegue no se justifica por criterios defensivos. Todo esto, señorías, es inaceptable y es una amenaza contra la paz”.

Minutos después de cifrar el volumen de tropas que sirven de amenaza al Kremlin, Albares ha enumerado cuál es la presencia del Ejército español para disuadir a Rusia. Concretamente, el titular de Asuntos Exteriores ha recordado la presencia de 350 efectivos en Letonia, del buque Meteoro funcionando en servicio coordinado con la OTAN, y del adelanto en la partida de la fragata Blas de Lezo, solicitada directamente por los países aliados: “Este despliegue se produce íntegramente en suelo de la OTAN y en aguas internacionales, no así en Ucrania, pero sí ofrece una imagen de rechazo a las intimidaciones. Nuestro compromiso con la seguridad europea es nuestra propia seguridad”.

Las peticiones rusas, contra la legalidad internacional

El ministro Albares ha enumerado las tres peticiones realizadas por la Federación Rusa para abordar una retirada de las tropas en la frontera con Ucrania: “Una garantía de que los países de la antigua URSS no entrarán en la OTAN, la retirada de todos los efectivos de la OTAN en los países que ingresaron a partir de 1997 –como Polonia- y la retirada de los sistemas de misiles en la frontera rusa”. Además, el compareciente ha recordado que Moscú ha pedido negociar exclusivamente con EEUU, quien informa regularmente a sus socios europeos, además de seguir dispuesta a mantener los cauces del diálogo. Algo que, a ojos del Gobierno español, “es una buena noticia”.

No lo son, sin embargo, las peticiones iniciales que ha puesto sobre la rusa el Gobierno de Vladimir Putin. “Al menos dos de las tres peticiones rusas son contrarias a la ley internacional. Por ello esto no puede ser la base de una negociación de buena fe. El orden internacional basado en esferas de influencias es cosa de un pasado que no queremos repetir. No se negocia bajo la amenaza ni el uso de la fuerza. Es difícil interpretar los movimientos militares rusos como otra cosa que un medio de presión a Europa y la OTAN”, ha espetado Albares.

Además, Europa, tal y como ha reconocido Albares, cree que las negociaciones deben partir de dos premisas concretas: “El diálogo solo puede partir de la base de que Ucrania es un estado soberano con derecho a mantener su integridad territorial, algo que Rusia lleva tiempo violando. Los ciudadanos ucranianos deben poder decidir libremente si se adhieren a alguna organización en el ámbito de la defensa”. Un apoyo inequívoco al Gobierno ucraniano, presidido por Volodimir Zelenski, que tuvo su eco en los 1.200 millones de euros que la UE concederá a su país, así como el plan de 600 millones para el diseño de un nuevo plan de inversiones.

Diálogo, sí, pero con disuasión detrás

“Estamos unidos en que el diálogo debe ser la vía y no queremos contribuir a la escalada de las tensiones. Por eso es muy importante que seamos cautos. Quiero ser muy claro: el diálogo es la vía para salir de esta situación, pero, sin embargo, existe una situación sobre el terreno de la que no podemos desentendernos. El diálogo debe acompañarse de disuasión, haciendo saber a la otra parte que un determinado comportamiento provocará una respuesta masiva”, ha manifestado Albares.

 “Es importante dejar igualmente claro que los aliados también estamos unidos en la disuasión. Toda intervención militar tendría consecuencias económicas masivas y altos costes, incluyendo un amplio espectro de sanciones en coordinación con nuestros socios fuera de la UE. No caigamos en provocaciones, pero dejemos claro que tenemos más medios que los militares”, ha añadido.

Finalmente, y atendiendo a las posibles consecuencias económicas que derivarían de un conflicto armado entre Rusia y Ucrania, el ministro ha indicado que la UE ya trabaja en un plan de contención para soliviantar las consecuencias en el comercio internacional: “Actuaremos de forma coordinada, adelantándonos además a un posible impacto que pueda tener una escalada de las tensiones en el comercio internacional. A partir de aquí, los siguientes pasos dependen de las soluciones que tome Moscú”.

Ni la oposición ni los socios comparten el diagnóstico

El Gobierno se encuentra muy solo en su posicionamiento estratégico respecto al conflicto. Ni siquiera en el seno de la coalición se aprecia una sola voz, con Unidas Podemos instando a una suavización del tono que se acompañe de un alejamiento de los postulados que defiende Estados Unidos. Es lo mismo que reclaman los habituales socios del bloque de la investidura, que ya firmaron el pasado viernes un manifiesto contrario a la intervención militar en caso de que así lo reclamen desde la OTAN.

De forma paralela, desde el PP piden una mayor interlocución por parte del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el líder de la oposición, Pablo Casado, recordando que los populares ofrecieron una tregua para dar una respuesta homogénea al conflicto. “Este es un conflicto que compromete nuestro presente y nuestro futuro, y su Gobierno nos despacha con una comparecencia nocturna y apresurada”, ha condenado la diputada María Valentina Martínez, que ha pedido que sea el presidente del Gobierno quien rinda cuentas, ya que es quien decide las líneas a seguir en la política exterior. Además, tal y como ya había hecho previamente la portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, tras la sesión plenaria de este mismo martes, Martínez Ferro ha recordado el desplante de Joe Biden, añadiendo que no es la primera vez, después del ridículo sufrido en los pasillos de la OTAN.

Iván Espinosa de los Monteros, portavoz de Vox y encargado de ofrecer la visión de Vox frente a Albares, ha explicado que “hubiera sido responsable que el Gobierno pidiese una mayoría al Congreso de los Diputados antes de ofrecer una respuesta al conflicto”. Además, el portavoz ha añadido que no es extraño que España no sea un país creíble, máxime cuando en la coalición se integró a personalidades como Pablo Iglesias: “Pedro Sánchez es esclavo de su pasado y de su presente, con sus socios más radicales. España no puede ser víctima del Gobierno de las mil caras”.

Un mensaje muy diferente al concedido por los socios habituales. Ha sido Jon Iñárritu, diputado de EH Bildu, uno de los que más crítico se ha mostrado con el seguidismo a EEUU: “Sin acritud. No cuela el mensaje que nos ha traído hoy aquí. Por un lado nos habla de distensión, diálogo y desescalada, que es algo de sentido común, y al mismo tiempo nos habla de disuasión, diciéndonos que es mejor jugar con la incertidumbre de posibles sanciones si Rusia violase la legalidad internacional. Pero al mismo tiempo se envían tropas y armamento a las zonas en tensión”.

El abertzale, además, ha lanzado varias preguntas al ministro Albares: “Hay algo que falla. ¿Usted cree sinceramente que ayuda el envío de tropas por solicitud de la OTAN? ¿No cree que esto aumenta la escalada? Nos parece preocupante y también muy irresponsable. ¿Cómo se puede garantizar la soberanía en Ucrania y la no injerencia por parte de otros estados? Algunos creen que echando un pulso a Rusia se le puede atemorizar, pero otros analistas indican que desde otro punto de vista ha habido años de Guerra Fría que unas zonas neutrales podrían ayudar a la paz. ¿Qué pinta España en la Guerra Fría 2.0? ¿Por qué el PSOE defiende un posicionamiento que podría defender el trío de las Azores?”.