Abel Caballero volverá a ser alcalde de Vigo por quinta legislatura consecutiva, tras haber conseguido su tercera mayoría absoluta seguida en las elecciones del 28 de mayo. El socialista ha sido designado como primer edil a las 11:00 de este sábado, durante el Pleno constituyente celebrado en el Ayuntamiento de la ciudad.

Caballero revalida, así, uno de los bastiones municipales más solidos con los que cuenta el PSOE en todo el territorio español, reafirmando una tendencia que comenzó en 2015, cuando se hizo con el 51,8% de los apoyos, siguió en 2019 con un 62,7% y se ha mantenido en esta ocasión, con un 60,8%.

"La democracia habló y Vigo camina unida. Mi partido y mi proyecto se llaman Vigo, y cuando gana mi lista, gana la ciudad", ha subrayado, al tiempo que ha mantenido su confrontación con la Xunta de Galicia, a la que ha acusado de no invertir en la ciudad y de bloquear los proyectos del gobierno municipal.

El regidor olívico ha prometido responder a la confianza que la ciudad ha vuelto a depositar en su candidatura, y que su equipo dialogará con Vigo "cada día, cada mes" porque así es "como gobiernan". "Vamos a estar en diálogo permanente con la ciudad", ha asegurado.

Por su parte, la candidata del PP, Marta Fernández-Tapias, ha señalado durante la sesión plenaria que la configuración de la Corporación refleja la "pluralidad" de opinión en la ciudad, y ha advertido de que los resultados suponen un cambio de ciclo en el que Vigo ha expresado que "quiere el mismo gobierno pero no la misma forma de gobernar", por lo que ha instado a que haya más colaboración con otras administraciones y agentes.

En el mismo sentido, el candidato del BNG, Xabier Pérez Igrexas, ha ofrecido "mano tendida" y "diálogo" para construir el Vigo del futuro, y ha apostado por trabajar por, entre otros cambios, la reforma del reglamento del pleno, para que "nunca más" se "amordace" a la oposición. Asimismo, ha recalcado que "Vigo no es Abelgrado" y "hay que dejar atrás los tics autoritarios".

La receta del éxito municipal de Caballero

No han sido muchos los alcaldes y líderes autonómicos del PSOE que han aguantado el tipo ante los malos resultados de las elecciones del 28 de mayo. Abel Caballero ha sido una de esas pocas figuras que ha aguantado la marea azul que se ha impuesto en toda España, siendo Madrid la región donde parece ser más visible el castigo, con muy pocos ayuntamientos que todavía seguirán gobernados por la izquierda con alcaldes socialistas, bien en solitario, bien en coalición, como Coslada, Alcorcón, Fuenlabrada o Parla, citando aquellos de más de 50.000 habitantes. 

Pero, ¿cuál es el secreto del éxito de un político que consigue ser alcalde por quinto mandato consecutivo, los tres últimos con mayoría absoluta? Fuera de las fronteras gallegas, Caballero es considerado por muchos como un referente populista, de corte pueblerino y obsesionado con el alumbrado navideño. Sin embargo, detrás de ese personaje que le ha valido para poner a Vigo en el mapa y en la apertura de decenas de informativos a nivel nacional, hay mucho más.

Dentro de las fronteras del municipio, Caballero cuenta con un amplísimo respaldo, incluso, por parte de quienes no tienen su misma ideología. Vigueses de derechas confesos le respaldan por el impulso que le ha dado a la ciudad, dentro y fuera de Galicia. 

Es un político valorado muy positivamente por su gestión municipal, ya que, si bien cuando cogió las riendas del Consistorio, este no acumulaba grandes deudas debido a que el PP de Corina Porro no fue capaz de sacar adelante casi ningún proyecto, toda su labor la ha desarrollado sin hipotecar la ciudad y puede presumir de deuda cero.

Más allá de su iluminación navideña, con la que ha logrado disparar la llegada de turistas, con el consiguiente beneficio que esto ha tenido para comercios y hosteleros, Caballero ha transformado una ciudad que muchos habían dado por perdida por el desastroso desarrollo urbanístico que la ha caracterizado durante décadas.

2007 fue el año en el que se proclamó primer edil por primera ocasión, entonces en coalición junto al Bloque Nacionalista Galego (BNG), de la misma manera que en la siguiente legislatura. 2015 fue testigo de su primera mayoría absoluta, fenómeno que se repitió en los siguientes comicios y en los de este año, sin un ápice de desgaste tras dieciséis años de gobierno local.