Un pleno sobre migración con escaso debate sobre la materia. El estado de confusión de Alberto Núñez Feijóo ha contagiado al Partido Popular. Un nuevo volantazo del líder de la oposición, a quien el presidente le recordaba este martes, por activa, por pasiva y por perifrástica, su cada vez más estrecho margen de maniobra. El influyente contrapeso del ayusismo -heredero del aznarismo- pone en cuarentena el liderazgo orgánico del gallego, que aireado su desquicie en el Congreso, con la performance Mari Mar Blanco incluida, a modo de justificación del "error" del PP en la modificación de la ley de antecedentes.
Feijóo ha desplegado su arsenal más duro contra el Gobierno. O, mejor dicho, contra su archienemigo, Pedro Sánchez, rozando incluso la descalificación personal. Un nuevo volantazo, quien sabe si estructural, a la agenda de Génova, que en las últimas semanas se colmaba de propuestas de calado social. Un intento por dar la batalla cultural a banderas exclusivas de la izquierda que ha quedado en un segundo plano.
Y es que la publicación del 'no error' -como sugería Sánchez - del PP de Feijóo en la ley de antecedentes ha pillado con el pie cambiado al líder de la oposición. Es difícil de contrarrestar, habida cuenta de la larga trayectoria del partido como contrapeso retórico a la influencia de Bildu en el legislativo. Retorciendo los hechos al máximo, Génova cultivó el relato de un "error" como vía de escape a la más que posible fuga de votos a Vox, quién también voto a favor de la modificación de la Ley Orgánica en discordia.
En política no se puede navegar entre dos aguas y, asumido el "error" con sus preceptivas disculpas, llegó el volantazo hasta enquistar el coche del PP en un barrizal de gran espesor. El radicalismo -discursivo, claro - no es que vaya a llegar, es que ha vuelto y más vivo que nunca en Génova. Obligado por lo que Sánchez tacha de “incompetencia o torpeza” en la votación de lo que ahora bautizan como “ley encapuchada”, Feijóo ha reconvertido el “que te vote Txapote” por un que “se queden con el aplauso de Otegi y Txapote”. Fango que macera con los exabruptos clásicos o la “indignidad” y “bajeza moral” del jefe del Ejecutivo, que completan un extenso catálogo de ataques a la esposa del presidente, Begoña Gómez, y al propio Sánchez.
El influjo de Ayuso
Feijóo desplegó toda esta columna de fuegos artificiales en respuesta a un discurso inicial de Sánchez sobre su carpeta migratoria. Comparecencia, cabe recordar, a petición del propio Partido Popular y que cuyo líder transformó en una suerte de redención por el “error”. El argumentario debía de cambiar y abandonar el sentido social de la conciliación, para abrazar de nuevo la lucha firme contra una banda terrorista desarticulada hace 13 años. Batalla cuerpo a cuerpo contra el fantasma de un peligroso enemigo de antaño. Recurso, por otro lado, habitual entre los conservadores del que ya dieron las primeras pinceladas desde Madrid.
Y es que ETA suele ser la cortina de humo favorita de una derecha que, como apuntaba Sánchez desde tribuna, “no quiere que España pase página”. Por ello, para enmendar el flagrante error, Ayuso daba directrices desde Madrid de por dónde debía orbitar el discurso del PP, no solo resucitando a ETA sino que se atrevió a pronunciar que estaba “más fuerte que nunca”. Soflama que, por otro lado, enardeció a las víctimas del terrorismo, que abroncaron a la presidenta por “banalizar el terrorismo”. “Ya está bien”, exclamaron a preguntas de ElPlural.com.
No obstante, he aquí la madre del cordero. Al menos así lo entienden desde Moncloa, tal y como ha evidenciado Sánchez en su réplica a Feijóo. La figura de Ayuso atenaza al líder de la oposición hasta dejarlo sin margen del movimiento. De ahí, que Sánchez se haya referido a la baronesa conservadora como “la Jefa” del presidente del Partido Popular, cuestionando su carencia de liderazgo interno en un ejercicio de equilibrismo constante entre el centro y el ayusismo para evitar un motín similar al que le montaron a Pablo Casado y que, por cierto, el propio Feijóo secundó.
Performance en busca de la redención
Urgía atajar el problema de la ley de antecedentes penales y en Génova pensaron que la mejor opción pasaba por una fotografía junto a una víctima del terrorismo para reconectar con ese PP contestatario a ETA. La elegida fue la senadora también del PP y hermana de Miguel Ángel Blanco, concejal de Ermua asesinado por ETA, Mari Mar Blanco. A nadie le sorprendió pues la verborrea de Feijóo en sede parlamentaria. Avisó de sus intenciones cuando aterrizó en el Congreso de la mano de su portavoz nacional, Borja Sémper, y de Cayetana Álvarez de Toledo, mientras repelían preguntas sobre posibles dimisiones por las fallas en las votaciones. “¿Dimisiones? Sí, pero en el Gobierno”, resolvió Sémper.
Poco después, el gran acto de la performance, con Mari Mar Blanco como coprotagonista. La senadora popular ingresaba en el Hemiciclo. Pedro Sánchez desgranaba el recetario para frenar la “crisis migratoria” desde la tribuna de oradores, mientras en los pasillos resonaba una intensa ovación para la entrada al Pleno de la hermana del concejal asesinado por ETA que, a la postre, acabaría el pleno sentado en el escaño contiguo al de Alberto Núñez Feijóo.