En la historia reciente de Vox hay muchas fechas simbólicas. Una de ellas es el 2 de diciembre de 2018. Ese día, la extrema derecha irrumpió en el tablero político para decantar las elecciones andaluzas en favor de las fuerzas conservadoras. Pese a que el PSOE ganó dichos comicios, los 12 escaños cosechados por los de Santiago Abascal resultaron decisivos para acabar con la hegemonía socialista al frente de la Junta de Andalucía.

Partido Popular y Ciudadanos no tuvieron reparos en pactar con Vox para llegar al poder. Un acuerdo que dejó al popular Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente de la región y al naranja Juan Marín como vicepresidente. Por su parte, la extrema derecha decidió quedarse fuera de la Junta, aunque se aseguró que se les iba a escuchar.

Un año después, Vox es ya la tercera fuerza parlamentaria en el Congreso de los Diputados con 52 escaños, se ha llevado por delante a Ciudadanos y su discurso racista, machista y xenófobo no para de crecer. Un ascenso que no frenará hasta que populares y naranjas dejen de blanquearles, aunque ello conlleve en ocasiones dejar de gobernar.

Un contexto especialmente alarmante en Andalucía, donde casi 365 días después de las elecciones autonómicas, según la última encuesta de Electomanía, Vox podría superar al PP y convertirse en la fuerza de derechas más votada, y la segunda de la región únicamente por detrás del PSOE. Asimismo, según han señalado fuentes de este portal a ElPlural.com, la situación actual es de “empate técnico”, con una tendencia favorable a los de Abascal, que ya se imponen claramente en Almería y suben considerablemente en Granada.

 

De hecho, en las recientes elecciones generales del 10N, la diferencia de votos entre PP y Vox en Andalucía fue de menos de 7.000 votos. Los de Casado cosecharon 874.190 apoyos, frente a los 867.429 de los de Abascal. Una diferencia ínfima que el sistema D’Hont ocultó (tres escaños de diferencia entre ambos).

Vox ya es la fuerza más votada de la derecha en Huelva, Cádiz, Sevilla y Almería. 

Este sorpasso se explica por el desgaste electoral que supone gobernar. Máxime si se tiene en cuenta la dudosa gestión de PP y Cs en materias como Educación o Sanidad. De esta manera, azules y naranjas perdería un número importantes de votos, en favor de Vox, que al no estar (presencialmente, por lo menos) en la Junta, no sufriría desgaste alguno.

Fuentes de Ciudadanos ya alertaron hace un año, en plenas negociaciones de Gobierno, a Marín de que esto podría pasar si aceptaban las pretensiones de Vox. Este decidió hacer oídos sordos y las consecuencia ya se han hecho notar en toda España. Ahora, con Albert Rivera y su núcleo duro fuera, los más pragmáticos, con el líder de Cs en Castilla y León, Francisco Igea, a la cabeza, exigen un cambio radical en la estrategia de los naranjas que les permita volver a levantar el vuelo.